Francisco Sánchez
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La gastronomía es uno de los pilares básicos de la vida en el sur de España y más aún en Málaga. El buen comer es casi una religión que seduce a los creyentes más devotos de la Feria de Málaga.

Si hay algo que una más a un pueblo, después de la Semana Santa y el fútbol, claro está, es la cocina tradicional de un territorio. Sin duda, una excusa perfecta para salir a tomar una caña fresquita con una buena tapa.

Como no podía ser de otro modo, esta también forma parte de la santísima trinidad de la fiesta reina en Málaga. Algo que todo el mundo disfruta, busca y, no siempre, por desgracia, encuentra, como el marojal bien fresquito, que no rebujito, o los balines flamencos bien ejecutados.

Para muchos, salir a comer es la mejor excusa para disfrutar de un rato en la Feria y, por eso mismo, es una de las fases en las que más empeño se pone durante esta semana para todos los malagueños.

El sábado, el comienzo de lo bueno. Todos los malagueños llevan esperando el momento de salir por el Real, y por eso las ganas no faltan. El Real estaba lleno.

Con un breve paseo por el recinto era fácil darse cuenta de que el plato fetiche era la ensaladilla rusa o unas buenas croquetas. Eso sí, siempre acompañado de un tinto de verano fresquito o una caña bien tirá.

Malagueños comiendo en la caseta de La Canasta Francisco Sánchez

Dentro de las casetas no hay mesa que no cuente con una ración. Se suele ofrecer como “degustación gratuita” una tapa de paella en muchas casetas, siendo el gancho perfecto para atraer a la gente para que siga consumiendo dentro.

Las generaciones más jóvenes lo cogen sin pensarlo y celebran la costumbre de comer gratis ‘donde sea’, mientras que los veteranos, con un paladar más refinado, no admiten cualquier cosa. “Normalmente la paella que se ofrece gratis no está mu allá”, comentaba un grupo de personas mayores que paseaba por el Real.

Un hecho muy importante y que hay que tener en cuenta si vas a la Feria de Málaga son los menús que ofrecen las casetas. Normalmente oscila entre los 25 o 35 euros, siendo un atractivo interesante para todo tipo de públicos.

Un grupo de jóvenes, de unos 30 años, comentaba que habían pagado 35 euros “por barba”, pero que les entraba barra libre y un menú “bastante apañao”, comentaba Leonardo, uno de los integrantes del grupo.

Los precios de absolutamente todo han subido durante los últimos años y, por supuesto, los de la oferta hostelera también. La Feria de Málaga sufre una inflación desde el año pasado, y este año no ha sido menos.

Uno de los productos que mejor permiten medir este incremento, un año más, es el jamón. El gran damnificado de esta inflación. Podemos encontrar raciones en las diferentes casetas que van desde los 8 o 10 euros hasta los 27. Delicioso, pero no para todos los bolsillos.

Malagueños tomando unas cañas en la Feria de Málaga 2025 Francisco Sánchez

"Nos encanta venir aquí al Real a charlar con los amigos y tomar una cerveza fresquita y un jamoncito bueno", comentaba un grupo de personas en la caseta de FOMO. Este grupo comentaba que "los precios son muy buenos", algo que a lo mejor no todo el mundo está de acuerdo.

Sergio, otra persona que disfrutaba de la feria, decía "Algunos precios son excesivos de más, me han cobrado por esta caña 3,50 euros, es una barbaridad", esto refleja que no solo la comida ha sido objeto de la inflación, sino también la bebida.

Y es que para mucha gente la comida es solo la excusa para pasar el día desconectando de la rutina. Beber, bailar y olvidarse por un rato de los 30 grados de media que hace en la ciudad en el mes de agosto.

"Antes un cubata te salía por 4 o 5 euros, ahora te vale 10 euros, y con suerte", decía un grupo de jóvenes que degustaba una ensaladilla rusa en la caseta La Exquisita.

La Feria, como todo en la vida, tiene sus bifurcaciones. La mayoría de gente que asiste al Real durante el día busca platos tradicionales. Esto hace que la oferta de puestos ambulantes como papas asadas o hamburguesas se concentre sobre todo en la noche.

Malagueños comiendo en la caseta Los Ángeles en la Feria de Málaga 2025 Francisco Sánchez

Como si fueran criaturas mitológicas de la gastronomía, los manjares de comida rápida aparecen al caer el sol, provocando la ira de los más puristas. "La Feria de verdad es pescaíto frito, pimientos, gambas y arroces; no esas guarradas que venden en los puestos de la calle", protestaba indignado Manuel, fiel defensor de la tradición que lleva más de cuarenta años viviendo la fiesta.

Pero, pese a la resistencia de los conservadores, resulta imposible negar que las papas asadas, los shawarmas o las hamburguesas se han convertido ya en parte inseparable del folclore culinario de la Feria.

"A nosotros nos encanta comernos un durum o una burger antes o después de salir; ya lo sentimos como tradición", confesaba un grupo de jóvenes a las puertas del recinto ferial.

Porque al final, la Feria es de todos. Jóvenes o mayores; amantes de la presa ibérica a la plancha, de las gambas cocidas con sal, de las papas con alioli, del kebab mixto o de unos churros con chocolate al amanecer. Málaga siempre ofrece un rincón a cada visitante que quiera sumarse a la celebración de su gran fiesta.