Francisco Sánchez
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El 19 de agosto de 1487 los Reyes Católicos conquistaron Málaga, incorporándola a la Corona de Castilla. Dos años más tarde, en 1489, la ciudad obtuvo permiso para celebrar una feria de mercado.

El inicio oficial de las fiestas llegaría en 1491, cuando se instituyó una Feria anual coincidiendo con el día de la Virgen de Agosto, en recuerdo de la toma de Málaga. Desde entonces, esta tradición ha perdurado como una cita ineludible para los malagueños.

Más de seis siglos después, la ciudad sigue llenando sus calles para conmemorar aquel verano en que los Reyes Católicos tomaron la capital de la Costa del Sol.

Este año, como manda la costumbre, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón “han regresado” a Málaga para recibir las llaves de la ciudad e izar la bandera castellana desde lo alto de la torre de la Alcazaba, acto celebrado este viernes.

El calor propio de agosto se hacía cada vez más intenso, aunque el sol ya comenzaba a ocultarse tras los edificios que enmarcan la plaza de la Aduana.

A las 20:25 horas, el redoble de tambores rompió el murmullo de la tarde frente al Teatro Romano, en plena calle Alcazabilla. Fue entonces cuando las primeras tropas cristianas y musulmanas avanzaron, ocupando la plaza de la Aduana ante la expectación de un público que les recibía con aplausos y vítores incesantes.

Nadie quería perderse el regreso de Isabel I y Fernando II, una recreación que, tras el éxito del año pasado, vuelve a marcar el inicio de la Feria de Málaga 2025.

Imagen de un árabe en el desfile que da comienzo la Feria de Málaga Francisco Sánchez

Familias con niños de la mano y vecinos de todas las edades, llegados de distintos puntos de la ciudad, se congregaban para no perderse ningún detalle. “La entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos es uno de los actos más importantes y bonitos de la feria”, aseguraba una ciudadana que se encontraba en primera fila.

Y entonces llegó el gran momento. A los pies de la Alcazaba aparecieron tres guerreros: uno portaba la llave de la ciudad, otro una espada y el tercero actuaba como portavoz. Con solemnidad, este último proclamó: “Majestades, reciban esta llave en señal de rendición de la ciudad de Málaga”. El rey Fernando tomó la llave y, acto seguido, se la entregó a la reina Isabel.

A continuación, los guerreros les entregaron la espada, y el monarca concluyó el acto con una orden que resonó en toda la plaza: “Que ondee en la torre más alta de esta magnífica Alcazaba la bandera castellana”.

Tal y como habían llegado, los Reyes Católicos retomaron la cabalgata. Emprendieron la marcha junto a sus tropas, recorriendo el centro histórico de la ciudad. Calle Císter, Molina Larios, plaza del Obispo, Strachan, Bolsa, plaza de la Constitución, Granada, de nuevo Molina Larios y Císter, para regresar finalmente a la plaza de la Aduana.

Un recorrido que los 200 voluntarios de la Asociación Cultural Zegrí completaron para revivir la toma de Málaga. Con lo cual, el trayecto fue según lo previsto.