Desde los 17 años, Taoufik Domar ha trabajado incansablemente para construirse una vida en España y consolidarse como peluquero. Cuando llegó no sabía decir ni una palabra en español y ahora ya tiene hasta acento. Sus clientes le llaman "hermano" y todos le conocen como un "currante" en la calle Gaucín de Málaga. "Tengo 43 años y llevo en España 26, soy uno más", dice.
Llegado desde Marruecos en busca de oportunidades, reconoce que los comienzos no fueron nada fáciles. Comenzó en el campo murciano, como tantos otros migrantes, hasta que descubrió su verdadera pasión: la peluquería. Su camino no fue fácil, pero con dedicación y empeño logró aprender el oficio, sacarse el título y, finalmente, abrir su propio negocio en Málaga. "Me gustaba, compré una maquinilla y tijeras, empecé a cortar el pelo a amigos... Luego me especialicé y saqué el título", cuenta.
Durante 11 años, su peluquería-barbería ha sido su medio de vida. Primero en un local más pequeño y discreto de la calle Gaucín, y recientemente en un nuevo establecimiento más amplio y visible, a la altura de El Torcal. Pensó que programar la apertura de este nuevo establecimiento para el 2 de abril, a comienzos de mes, era buena idea, pero sin embargo, el esperado estreno de su nueva peluquería quedó marcado por un episodio que nunca imaginó vivir: un tiroteo justo en la puerta de su negocio.
"Nunca en mi vida había visto algo así. Nunca había pasado nada en esta barriada. Es una zona muy tranquila", dice Taoufik, todavía conmocionado. El incidente, que ocurrió sobre las seis de la tarde, ha empañado momentáneamente el esfuerzo de toda una vida de trabajo honrado. Para él, lo más preocupante es que se le pueda asociar con lo ocurrido. "Soy un trabajador más, como todo el mundo. Busco ganarme la vida y sacar adelante a mi familia. Aquí todos me conocen, pero no quiero que señalen que esto fue donde 'el moro', como dicen muchos, por el simple hecho de que soy marroquí, los estereotipos son muy malos", lamenta.
Un tiroteo que rompió la calma del barrio
A la hora del tiroteo, Taoufik estaba atendiendo a un cliente cuando todo ocurrió. "Estaba pelando al niño de la víctima cuando él mismo, al ver lo que pasaba fuera, me pidió que le quitara rápido la capita de corte para salir corriendo, me dijo que su padre se estaba peleando". En cuestión de segundos, el ruido de la ráfaga de disparos rompió la rutina del barrio. Provocó cuatro heridos de diversa gravedad: el objetivo, dos obreros que estaban trabajando en la fachada del local de al lado, en reformas; y un señor mayor que estaba con su mujer. "Al principio no entendía lo que pasaba. Luego vi la pistola, vi a los obreros cayendo... No sabía qué hacer, me quedé bloqueado en la puerta".
Antes de que se produjera la balacera, vio cruzar la calle al atacante, un joven que solía ir de vez en cuando a la peluquería y que solía ser muy tranquilo y agradable con él. "Normalmente me saludaba, pero ese día iba serio, encorvado, sin decir nada. También noté nervioso al padre del niño que yo estaba pelando". Y entonces, los disparos.
El caos se apoderó de la calle. Tanto es así, que Taoufik perdió de vista a su niño, de solo tres años y medio. Comenzó a llamarle y no lo encontraba, hasta que vio que el pequeño, con buen instinto, se refugió tras el mostrador de la peluquería llorando. Luego le explicó que la pistola era de juguete y que no pasaba nada malo para calmarlo y cerró la persiana.
"Mi niño iba a pelarse, quería que fuera uno de los primeros clientes de este local y lo que menos me esperaba es que iba a ocurrir algo así. Es el pequeño de tres que tengo, los otros tienen 11 y 9 años y todo lo que trabajo es para poder ganarme la vida para ellos", relata.
Mientras tanto, las autoridades llegaron y acordonaron la calle. Varios coches de la Policía Nacional, la Policía Local y varias ambulancias se colocaron alrededor de su local. Su primera tarde de trabajo en el negocio había finalizado.
La zona en la que ha ocurrido el tiroteo.
Ahora, su preocupación es clara: que no lo relacionen con el suceso. "Soy un trabajador más. Solo quiero buscarme la vida como todo el mundo, la gente lo sabe", afirma. Con tres hijos a su cargo y un negocio al que ha dedicado más de una década, teme que su reputación se vea afectada. "Los que me conocen saben cómo soy. Pero me duele que ahora se me recuerde por esto".
A pesar de todo, Taoufik no piensa rendirse. Continúa atendiendo su antiguo local, donde ha dejado a un empleado, mientras trata de consolidar su nueva barbería. "No quiero cerrarlo de golpe, así los clientes pueden saber dónde estoy", explica este barbero, que se enamoró de la zona hace ya varios años y siempre proyectó aquí su negocio.
"Estuve trabajando en el Centro de Málaga, en una peluquería y luego me dieron la opción de abrir algo por San Andrés. Me fui para allá, pero a mí esta zona me gustaba mucho y en cuanto pude, me vine. Siempre daba paseos para ver locales. No tengo queja alguna", sostiene.
Mientras en la barriada no se habla de otra cosa, él solo quiere seguir adelante, aunque en las últimas horas haya tenido que atender a decenas de medios, algo que le resulta agotador. Para él, El Torcal es su casa, y pase lo que pase, ahí estará siempre trabajando tras su cepillo y sus tijeras.