El Málaga, al fin se impuso

bajo norteña tormenta

y se trajo los tres puntos

ganando al Amorebieta



con defensas un montón,

tirando muy pocas veces,

dando tormento al balón

y sufriendo como siempre,



pero el once de amaranto

sacó el partido adelante

jugando un fútbol de espanto.

Tres puntos más y p´alante.



De morado se volvieron

a teñir las avenidas.

El ocho eme de nuevo

replanteó las diatribas:



“¿Es defender la igualdad

o es el machismo al revés?”

“¿Es necesario, no es,

o es política y no más?”.



Dios me libre a mí de ser

juez y parte en esta cuita.

Digo que sobre el papel

ya tienen reconocidas



la igualdad y sus derechos

las mujeres y los hombres.

Mas lo pondría en barbecho:

son muchos los sitios donde



las mujeres son escasas

y, cuando no, inexistentes.

Estamos mejor que siempre,

pero nos falta, nos falta.



Noble, leal y hospitalaria,

tal como el escudo reza,

Málaga le abrió la puerta

al refugiado de Ucrania



que no encontrará lugar

ni habrá refugio mejor

que la bañada de sol

para su dolor sanar.



Mi emoción está con esos

que venciendo las distancias

están poniendo su esfuerzo

en librar la otra batalla:



la de hacer que nada falte

a tantas familias rotas

que ya han sufrido bastante,

aún más que con la derrota,



dejando atrás una tierra

una vida, a un ser querido,

a merced de un malnacido

por mor de la puta guerra.



Puta guerra, puto invento,

que hace trizas sus destinos

a niños, padres y abuelos

el deseo de un asesino.



En las tablas del Cervantes

la historia de un jorobado

bufón de un pueblo italiano

se apresta a representarse.



Rigoletto era el sirviente

de un sátrapa desalmado

al que servía encantado,

hasta que un día a su gente



afectaron sus pasiones

y quiso ajustarle cuentas.

Mejor no tener en prenda

obsequios ni distinciones



de aquel que sabes que un día

si no te la da a la entrada

va a dártela a la “salía”.

Por lo tanto, la medalla



muy bien devuelta que está.

Paco De La Torre, tarde

(mejor que nunca, es verdad),

entendió que era un desaire



al pueblo que representa

tener trato con malevos

y por medio pone tierra.

Que se la meta en los huevos.