Hubo un tiempo en el que las mañanas olían a café del bar de abajo y al periódico que se compraba tu padre. Sí, en papel. Hay cosas que se están perdiendo, como ir al quiosco de toda la vida a comprarlo y que, con suerte, acabaras pillando también unas chucherías en el paseo.

Hoy es el Día del Vendedor de Prensa y, sin embargo, la realidad de los quioscos hoy día es totalmente distinta a la que se divisaba hace tan solo unos años cuando la competencia era mucho más minoritaria. Los bazares, que pese a todo también están en decadencia en el último año, se contaban con los dedos de una mano, y los supermercados no gozaban de la gran variedad de productos que venden ahora --incluso periódicos y revistas--. 

"¿El 4 de octubre es el Día del Vendedor de Prensa? ¿Mi día se celebra?", se pregunta Gema Ruano cuando EL ESPAÑOL de Málaga se asoma a la ventanilla del quiosco que regenta su familia desde hace 12 años situado en la barriada malagueña de Puerta Blanca. "Esta calle estaba repleta de quioscos y mira ahora. La mayoría cerrados o en venta. Creo que han cerrado en torno a unos cincuenta quioscos en el último año en la capital", dice.

Un quiosco en venta en Puerta Blanca. A.R

Así, señala que deberían realizarse más inspecciones en bazares y tiendas de comestibles. "No conocen horarios ni legislación. Venden los cigarrillos por separado y bebidas alcohólicas cuando no deben. Debería regularse más este tipo de actividades porque hacen mucho daño al sector", cuenta.

En un barrio cercano, en La Luz, este periódico encuentra 'El Quiosco de Ramón' abierto. Su dueño, que da nombre a este establecimiento, también asegura que son una especie de extinción. "Ser quiosquero o vendedor de prensa como tal es algo muy sacrificado. Son muchas horas encerrado en tu quiosco en las que a veces no vendes absolutamente nada y acabas amargado", dice.

El quiosco de Ramón. A.R

Con 40 años sufrió un ictus cuando estaba trabajando en el supermercado donde llevaba 17 años. El estrés le provocó en tan solo un mes y medio una parálisis y una neuralgia que precedían al ictus. De golpe, tan joven, se vio sin trabajo y reconoce que llegó a sentirse "inútil" para la sociedad, una sensación que con su forma de ser no podía permitir.

"Se me ocurrió la idea de coger un quiosco y no me lo pensé. Hace tres años del ictus y cumplo dos con el quiosco. Me permite trabajar sin necesidad de coger peso y no calentarme demasiado la cabeza, porque a veces se me van olvidando cosas por lo que me dio", dice.

Desde entonces, valora más la vida, dice. Prefiere estar media jornada ganando menos que pasar trece o catorce horas en el quiosco para hacer tan solo un par de euros limpios de caja. "Me da más un rato con mi mujer y mis niñas", asegura.

La venta de prensa

Gema cree que puede vender de media aproximada de unos cincuenta ejemplares en papel diarios. Los domingos incluso algo más. Cifras similares señala Ramón, que apunta que los diarios deportivos son sin duda los más leídos.

"Pese a que seguimos vendiendo, se nota que el precio de la prensa ha subido bastante. Ya mucha gente sabe que pueden leer online las noticias e incluso prefieren suscribirse a un periódico porque por cuatro o cinco euros mensuales tienen todas las noticias", cuenta.

Ramón posando con unos ejemplares de periódico. A.R

Asimismo, Ramón cree que la prensa en papel seguirá vendiéndose hasta que la generación que la compra fallezca. "Todos los que me compran son señores mayores amantes del papel que llevan 40 años sin fallar al periódico diariamente. Mientras que ellos sigan aquí, seguiremos vendiendo. Luego ya no sé", dice.

Pese a todo, Gema sí que recibe a gente joven, especialmente interesados por los diarios deportivos y revistas de moda que llevan regalos como muestras de maquillaje o minitallas. "Yo espero que el papel siga muchos años porque al final es una fuente de ingresos para nosotros, aunque no sea nada del otro mundo", explica.

Otros productos

Como decía Ramón, ser quiosquero requiere mucha paciencia y sacrificio. Lo mismo opina Gema, que se reparte el horario de siete de la mañana a nueve de la noche con otras dos familiares. "Muchos acaban cerrando porque no soportan estar aquí tantas horas y entonces no les sale rentable", dice.

Y es que de una cajetilla de tabaco, que según cuentan los quiosqueros, algunas marcas ya superan los cinco euros con la subida de precios que han registrado esta misma semana. "Pues de eso solo nos llevamos quince céntimos y el simple hecho de tener esta máquina de venta de tabaco en mi quiosco ya me genera un pago anual", dice indignada.

Gema en su quiosco. A.R

Lo que más les aporta, económicamente hablando, son, en el caso de Ramón, los juguetes de los niños pequeños, que le dan unos cincuenta céntimos limpios. En el caso de Gema, la lotería de Navidad que ya tiene disponible y por la que la gente se está animando pese a quedar casi tres meses para que se juegue.

Respecto a las peticiones y proyectos que se han anunciado desde Akima, la Asociación de Quioscos y Vendedores de Prensa y Revistas de Málaga y Provincia, como la venta de pizza en sus puntos ambos quiosqueros discrepan.

"Si tengo que meter un puesto para hacer perritos, pizzas y camperos aquí dentro voy a tener que salirme yo, porque no cabemos", dice Ramón. Por su parte, Gema apunta que a veces se ha replanteado poner granizados, pero si la gente no los ve desde fuera es imposible que sea rentable tenerlos enchufados. Además, seguir metiendo más cosas supone, en sus propias palabras, "un follón".

Respecto a la venta de entradas de conciertos, en el caso de Ramón, no le importaría que las empresas de distribución contaran con los servicios de los quioscos igual que Amazon tiene diferentes puntos de recogida en establecimientos de la ciudad. "Al final eso es un papel o un sobre y no ocupa ni te lleva demasiada gestión, por lo que no estaría mal", concluye.

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