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A veces las mejores sociedades empresariales nacen de las conexiones más inesperadas. La historia de Chargia comenzó cuando a Martín Fimia, emprendedor en serie en el sector de los call center y entusiasta de la inteligencia artificial, su hijo le comentó que tenía un amigo emprendedor que trabajaba en proyectos interesantes. "Un día me dijo que tenía un amigo que hacía cosas y, como me vio a mí con la IA, que tenía que hablar con él", recuerda Fimia en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.

Ese "amigo" resultó ser Eduardo Medina, también emprendedor en serie en su caso, del sector de la movilidad eléctrica que acababa de salir de Activacar. Había cofundado esa otra startup malagueña en 2020, contó con inversores como SAFA Motor y Unicaja y llegaron a gestionar más de 300 puntos de recarga.

Para el momento que conoció a Martín, ya estaba planteándose un nuevo emprendimiento y, pese a la diferencia generacional, fue un match. "Nos conocimos en diciembre. Hay que dejarse llevar y al final la vida te sorprende", reflexiona Medina.

Juntos forman el equipo fundador de Chargia, una startup malagueña recién presentada en sociedad en el Uppery Club. Lo que confluye entre ambos es una visión compartida y roles perfectamente complementarios: creen que aplicar la inteligencia artificial en la atención al cliente puede revolucionar el sector de la movilidad eléctrica.Pero no se quedan ahí, y plantean un chatbot que dé un servicio total al conductor de estos vehículos: ayudarle a planear la ruta, encontrar los puntos de repostaje más convenientes, incluso pagar la carga. Todo ello, dentro de Whatsapp.

La inspiración para crear Chargia llegó cuando observaron el colapso de una empresa finlandesa que operaba como call center para grandes operadores europeos de movilidad eléctrica. "Lo coherente era que la inteligencia artificial fuese quien se hiciese cargo", considera Medina. Él conocía bien los dolores de cabeza del sector. Durante su etapa en Activacar, recibían "muchas llamadas" de usuarios con problemas diversos: desde dificultades para activar cargadores hasta cuestiones de pago.

Martín Fimia entendía perfectamente los costes asociados a la atención tradicional al cliente. "Sabemos que los call center son muy caros, hacerlo mediante sistemas autónomos es mucho más barato. El usuario quiere que le resuelvan el problema sin que le den la lata", explica Fimia, quien añade que "hubo un tiempo en que los call center funcionaban bien, pero hoy es un infierno".

No es el único problema. Además, cada cargador requiere una aplicación diferente según quién es su proveedor. "La experiencia de recarga a día de hoy no es fácil. Chargia trata de hacerlo lo más fácil posible", resume Medina.

La propuesta de Chargia se materializa en una interfaz que todos conocemos: WhatsApp. A través de esta plataforma, los conductores pueden solicitar información sobre puntos de recarga, realizar pagos, activar cargadores y resolver incidencias, todo mediante conversaciones con un bot inteligente que funciona en ocho idiomas.

"La interfaz por WhatsApp es un elemento diferencial. Integramos automatismos de IA y de software", destaca Fimia. El sistema es capaz de responder preguntas como qué cargadores hay disponibles en el centro de Pamplona o planificar rutas de Málaga a Madrid, adaptándose al lenguaje natural del usuario. Ya han desarrollado un piloto completamente funcional capaz de gestionar todo el proceso de recarga únicamente a través de WhatsApp.

El modelo de negocio es dual: por un lado, cobran a los operadores una tarifa mensual por cargador para sustituir sus call centers tradicionales; por otro, ofrecen Chargia Pay, un sistema de pago integrado. El usuario no paga, solo tiene que ser acompañado por su nuevo copiloto.

De acuerdo con Medina, los números respaldan la apuesta. En España, entre un 12-13% de los vehículos son eléctricos e híbridos enchufables, y para 2030 debe haber 100.000 puntos de recarga según los objetivos europeos. "Estamos introduciendo un servicio muy innovador en un mercado que acaba de empezar y al que le queda mucho desarrollo todavía", señala el CEO de Chargia.

La visión es claramente internacional. "Los protocolos de los cargadores es igual en todo el mundo, es un producto escalable. Una vez montado, al sistema le da igual dónde está el cargador", apunta Fimia.

Ambos cofundadores reivindican su origen malagueño, pero mantienen una visión global: "El emprendedor tiene que buscarse la vida más allá de su ciudad, el mundo es muy grande. Hay que moverse, y nosotros hemos montado un proyecto que mira a un mercado global", sentencia Eduardo Medina.

Actualmente, se encuentran cerrando una ronda de inversión inicial de 100.000 euros entre amigos, familia y contactos cercanos. Esperan que, junto con otros instrumentos de financiación como los préstamos de la empresa pública de innovación ENISA y la incorporación de grandes inversores, lleguen al objetivo de sumar hasta un millón.

"Ahora estamos demostrando que es una idea viable. Nadie ha hecho un bot así. Cuando hablamos con Iberdrola y operadores gordos, se preguntan por qué no se ha hecho aún", concluye Medina, confiado en que startups como la suya tienen "la posibilidad de salirnos de guión, ser muy ágiles".

La gran ventaja, según Fimia, es clara: "Tenemos un proyecto con un concepto, un producto y un modelo muy avanzado y lo hemos hecho dos personas. No nos hemos gastado nada para llegar a esto". Una sociedad nacida de una conversación casual entre padre e hijo que promete revolucionar la experiencia de la movilidad eléctrica.