En 1999, a punto de cerrar el siglo XX, Málaga contaba con 615.457 hectáreas de suelo destinadas a las labores del campo. En concreto, la provincia albergaba 42.783 explotaciones dedicadas a la agricultura y la ganadería en activo. Poco más de dos décadas más tarde, en 2022, habían desaparecido una de cada tres y apenas quedaban 28.288, según los últimos datos recogidos por el IECA para el Censo Agrario. 

La desaparición de las explotaciones en Málaga ha sido si cabe más patente en las pequeñas superficies. De hecho, las que contaban con menos de una hectárea son las que han sufrido un recorte más drástico, pasando de las 13.439 en 1999 a 5.152 en 2022, un 61,6% menos. De las que tenían entre una y cinco hectáreas han desaparecido una de cada cuatro y de las que llegaban hasta las 20 hectáreas, un 18,4%. 

La evolución a la baja de las grandes explotaciones ha sido mucho más atenuada e incluso ha tornado en una tendencia positiva en las que albergan entre 50 y 100 hectáreas, que han pasado en los últimos 23 años de 588 a 640. 

En lo que a agricultura respecta, el censo deja ver la transformación de las últimas décadas de los cultivos que reinan en los campos malagueños. Destaca, por ejemplo, el aumento de las hectáreas dedicadas al cultivo de cebada, que han pasado de las 6.003 de 1999 a las 14.581 de 2022, más del doble. 

Un aumento similar han experimentado también los frutales originarios de clima tropical y subtropical, extendidos por buena parte de La Axarquía. Si a finales del siglo pasado, cultivos como el aguacate o el mango ocupaban 6.168 hectáreas en la provincia, 23 años después se reparten en 11.485, un aumento del 86%. De hecho, Málaga lidera la superficie destinada a su producción respecto a las demás provincias andaluzas y a mucha distancia de la segunda que más terreno le dedica, Granada (4.827 hectáreas). 

En la otra cara de la moneda están las hortalizas o el girasol, que anota el descenso más generalizado, pasando de 13.864 a 894 hectáreas ocupadas entre 1999 y 2022. La superficie de explotación dedicada a los cítricos también ha descendido en los últimos 23 años cerca de un 40%, pero ha crecido de forma muy patente su cultivo ecológico de las 460 hectáreas en 2009 a las 2.385 de 2022.  

En las explotaciones ganaderas, el tipo de animales que se crían también ha cambiado en estos años. Los pollos son, por ejemplo, de los que mayor presencia han perdido: de las 788.511 cabezas que había en 1999 se ha pasado a penas 194.715, un 75% menos. Al contrario, los porcinos se han incrementado de 251.348 cabezas a 398.280 en poco más de dos décadas, un 58,5% más. 

El Censo Agrario también permite hacer un dibujo de cómo son las explotaciones de la provincia, con importantes diferencias según el tipo de ganado. Las macrogranjas malagueñas son, sobre todo, de pollos de engorde. En concreto, en 2022 había 33 explotaciones en las que se repartían cerca de 200.000 animales. 

En números también elevados, aunque no tanto están las explotaciones de aves de corral y gallinas ponedoras, donde se concentraban unos entre 3.500 y 2.500 animales en cada una. 

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