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Las claves

En la Axarquía malagueña hay un pueblo que pasa inadvertido para casi todos, pero que esconde una gran gastronomía y patrimonio cultural. Es una de las localidades más pequeñas de Málaga, con tan solo 198 habitantes censados, con un gran encanto andalusí.

Se trata de Salares, uno de esos lugares donde las calles son estrechas y la vida transcurre despacio, siguiendo el ritmo de los vecinos y del campo.

A pesar de su discreción, en Salares se come muy bien. Tanto que muchos viajeros que lo descubren lo hacen precisamente por su gastronomía.

El gran responsable es el Mesón Los Arcos, un restaurante conocido en la zona por sus platos de cocina casera y su cuidada selección de productos locales.

Es un lugar sencillo, auténtico, sin pretensiones, donde el protagonista es el sabor: chivo malagueño, carnes a la brasa, guisos tradicionales y algunas especialidades que cambian según la temporada.

También es habitual que los visitantes destaquen el trato cercano y la sensación de estar comiendo en un sitio de verdad, sin artificios.

Además de su atractivo gastronómico, Salares ofrece un gran patrimonio: su puente y su torre mudéjar, declarados Bien de Interés Cultural, son dos joyas arquitectónicas que recuerdan su pasado medieval y su fuerte influencia árabe.

El entorno natural también sorprende: al estar dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, es un punto de partida ideal para senderos poco transitados, miradores tranquilos y paisajes de montaña.

El nombre de Salares tiene una repercusión actual que muy pocos vecinos imaginan. Y es que Antonio Salares, pintor e ilustre vecino que emigró a Francia, expone con frecuencia, en la Maison Pour Tors "Le Colombier" de París, sus obras.

De estilo peculiar con un realismo mágico muy abstracto deja entrever en sus lienzos luces y sensaciones de su pueblo, según detalla la Diputación de Málaga.

Fiestas populares

La festividad de San Antón, en enero, es la primera cita destacada del calendario local. Durante la primera jornada tiene lugar la procesión del patrón de Salares, acompañado por jinetes con caballos engalanados, y la verbena. Al siguiente día llega la romería y la tradicional bendición de los animales.

En julio es el turno de la Feria de Salares, que arranca con un llamativo pasacalles. La procesión de Santa Ana, patrona de la villa, y la verbena centran los actos de estas fiestas de arraigada tradición.

También destaca el Festival Árabe Andalusí, con el que Salares vuelve cada mes de septiembre a la época musulmana. El evento, declarado Fiesta de Singularidad Turística Provincial, incluye degustaciones gastronómicas, actuaciones, concursos ganaderos y exhibiciones de cetrería. Además, cuando cae la noche, el pueblo queda iluminado por cientos de velas.