Mercedes Siles (Jaén, 1966) es original de Alcaudete, pero a los dos años se trasladó junto a su familia a vivir a Madrid en busca de un futuro mejor. “Mi madre siempre tenía en mente que sus hijas no vivieran en un pueblo, sino que estudiaran, que fueran independientes”, cuenta. Y, con ese afán, convenció a su padre para marchar a la capital cuando les llegó el rumor de que buscaban gente para trabajar en El Corte Inglés. Al final, la tierra acabó tirando y una década más tarde volvieron a Málaga, “mi ciudad, el lugar que estaba en la visión de mi madre cuando pensaba en que sus hijas prosperaran”.

Esa niña que su madre quería ver crecer se convirtió en catedrática de Álgebra, ha presidido varias sociedades matemáticas e investigado en decenas de universidades de todo el mundo. En febrero de 2020 recibió la llamada de un ministro, Manuel Castells, para "crear una nueva ANECA" (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) y, tres años después, regresa a Málaga y a su universidad. 

¿Desde pequeña tenías esa fijación por las matemáticas?

Siempre he tenido curiosidad por muchas cosas. Recuerdo que los números se me daban muy bien: aprenderme la tabla de multiplicar, por ejemplo, fue como una especie de inspiración, pero no me gustaba hacer cuentas. Y, por otra parte, siempre me ha fascinado el arte, la poesía, la literatura, la pintura, la escultura. ¿Qué me hizo entonces ser matemática? Las personas que me he encontrado por el camino, profesores estupendos que me intensificaron el amor que yo sentía por las matemáticas.

¿Qué son las matemáticas?

Para mí son vida, son la esencia, pensamientos, tranquilidad, creación. Son muchísimas cosas porque con ellas puedes describir la forma de un edificio o una pintura.

¿Ves números por todas partes?

No, números no, porque las matemáticas son más que números, son la idea de proyección.

Para el común de los mortales eso es imposible de entender parece. 

Es sencillo. Las matemáticas buscan explicar cosas de la realidad. Hay como una doble vía: unas matemáticas que explican lo que existe y hay otras cosas que no sabes que existen hasta que las descubre las matemáticas. Los agujeros negros son de este segundo tipo y la teoría de la relatividad, por ejemplo, del primero.

¿Cuál dirías que es el mayor poder de las matemáticas?

No tener límite, como el pensamiento. Aunque hay que tener en cuenta que no podemos mirar las matemáticas de manera aislada: yo hablo de matemáticas, pero hay que mirarlo todo en su conjunto. Las matemáticas tienen un sentido porque existe una física, existe un arte… Y al revés. Las matemáticas, como cualquier cosa, tienen que ser dentro de un conjunto, no están por encima de nada. Ni por encima del arte, ni por encima de la física como tampoco el arte o la física están por encima de las matemáticas. Son campos diversos que cuando entran en contacto surgen grandes revoluciones: la teoría de la relatividad, el cubismo…

¿Qué tiene que tener una persona para desarrollar esta pasión por las matemáticas?

Es verdad que la mayoría de la gente ve las matemáticas como algo bastante complicado y muy ajeno. Yo creo que la clave está en que quien te enseñe entienda las matemáticas, entienda lo que está explicando, le apasione y te lo transmita. La clave está en la formación cuando se estudia para ser maestra o maestro. Para explicar bien las matemáticas, primero tienes que entenderlas a fondo. Los primeros años son fundamentales. Ese entender las matemáticas es lo que se tiene que potenciar entre quienes estudian la carrera de magisterio.

¿Es el propio sistema el que nos provoca fobia por las matemáticas?

Eso es. Entonces, se piensa que las matemáticas son cálculo y no es así. Tienen cálculos, naturalmente, pero son otra cosa, son razonamiento. Cuando se habla de fracciones, tienes que entender qué es y tienes que saber explicarlo. Cuando se habla de números positivos y negativos, tienes que ver las matemáticas como eso, un constructo que explica las cosas porque habla de cosas muy naturales: el contar es una cualidad innata, el cero surge por necesidad, porque cuando no tienes nada, de alguna manera lo tienes que expresar. Si te dicen directamente, dos fracciones se suman y haces el mínimo común denominador, que a lo mejor ni siquiera sabes qué es, empieza el problema.

Hay que empezar a mirar las matemáticas de otra manera. Y además, en los tiempos que vivimos, tan cientificistas o tan matematizados, tan ingenierizados, tan informatizados, las matemáticas son fundamentales. Ahora es más importante aún que a los niños y niñas les expliquen todo bien porque como las rechacen, van a perder. Ahora mismo, en el lugar donde se toman las decisiones, toda la gente sabe matemáticas. Igual que la gente tiene capacidad para apreciar una obra de arte, debe tener capacidad para valorar matemáticamente cosas sencillas de la vida cotidiana.

Hace unos meses, la propuesta del Gobierno de incluir en la enseñanza de las matemáticas en Educación Primaria gestión emocional y perspectiva de género provocó bastante revuelo.

Hay que enfocar las matemáticas a la vida real y la ciencia ni es apolítica ni es agénero. Tú puedes hacer ciencia con unas consideraciones políticas y también puedes obviar de la ciencia a las mujeres. Conocemos a Einstein pero no a Emmy Noether, que fue una alemana que explicó la teoría de la relatividad y a la que trataron fatal porque no la dejaban estar, trabajaba gratis y no estaba considerada como sus compañeros. Y esta mujer es la madre del álgebra. Ahí hay sexismo. Hay distintos sesgos que tenemos que ir eliminando. La ciencia, como todo, tienes que mirarla con las gafas de la equidad.

Y, entre tanto, la Sociedad de Profesores de Matemáticas está comenzando a alertar de la falta de profesores de matemáticas.

Sí, ahora mismo faltan. Estamos en unos tiempos en los que parece que la tecnología nos va a resolver la vida y se necesitan muchos matemáticos. Es una profesión con paro cero, cuando una chica o un chico joven terminan la carrera, hay una empresa detrás que les ofrece un dineral y se van. Y, claro, mientras tanto, es difícil encontrar un profesor para que dé en secundaria matemáticas y ahora, está empezando a ser también complejo encontrar para dar clases en universidades e investigar.

¿Se van porque ofrecen mejores condiciones laborales entonces? 

Claro, pero es que una universidad, algo público, no te puede pagar los sueldos que te paga la empresa privada. Ahí está también la consideración de cada uno, lo que te merece la pena. La universidad te da unas perspectivas vitales que a lo mejor no te lo da la empresa privada. No le puedes pedir a una universidad, a algo público, que dé sueldos de una empresa privada. Imagínate, que tus impuestos vayan a pagarle a un profesor de universidad 6.000 euros al mes, es una barbaridad. Sucede igual con los médicos.

Al margen de esto, yo reivindico todo lo que da la universidad: puedes investigar, viajas y conoces investigadores de todo el mundo, puedes dedicarte a relacionar tu disciplina con otras, puedes investigar en la línea que a ti te parezca que va mejor. Eso no te lo da una empresa privada.

Pero hay profesores asociados trabajando en universidades por 500 euros al mes. Los que tienen contrato fijo, según algunos datos, son solo la mitad del profesorado que hay en estos centros. 

No lo critico. No hablo de manera idílica.

Y el camino hasta llegar a ser profesor universitario tampoco es fácil, ¿no?

No, no es fácil. Primero pides una beca de investigación, que son unos años muy bonitos, pero también de mucha dedicación. Dedicarse a investigar es como un apostolado, es una tarea bonita, con cosas positivas, pero cada uno tiene que entrar a valorar qué es lo que le merece la pena en la vida.

Entiendo perfectamente que necesitas tener unas condiciones buenas. A lo mejor hay que explicar mejor en qué consiste la carrera investigadora y qué perspectiva ofrece. Eso y, desde luego, que haya buenas condiciones laborales. No le vas a decir a un joven que va a estar cobrando una miseria durante toda su vida, tienes que ofrecer perspectivas, una salida. No puede ofrecer lo mismo que en lo privado, porque eso es inasumible por el Estado, pero sí unas condiciones dignas.

¿Qué has aprendido durante tus años en la ANECA?

Han sido tres años impagables. He aprendido lo que no está escrito, una barbaridad. Han sido años muy bonitos porque yo venía de ver las cosas desde otra perspectiva. Yo he sido siempre una convencida de la universidad, pero ahora lo soy todavía más. He descubierto la inmensa riqueza que tiene la universidad española, he conocido a mucha gente, he visto muchas perspectivas, he visto que muchas veces las cosas se critican sin tener un conocimiento en profundidad. Ha sido un aprendizaje impagable.

¿Cuál ha sido el peor momento?

Lo peor ha sido la incertidumbre. Pero me llamó Castells para que hiciera una ANECA nueva y creo que hemos hecho una nueva ANECA. Lo que pase en adelante, ya no es tarea mía.

Después de esta experiencia, de conocer la universidad a fondo desde dentro, ¿crees que en España damos a la universidad pública el valor que merece?

Yo creo que si se pregunta a la gente qué consideración tiene la universidad, es buena. Otra cosa es si se le da la suficiente atención, por ejemplo, en cuanto a presupuestos. La inversión podía ser mayor, aunque la universidad tiene muchas posibilidades para conseguir recursos, por ejemplo, haciendo convenios con las instituciones, con empresas, con las microcredenciales… Tiene un campo inmenso por explorar.

Un reto todavía en el ámbito universitario es la igualdad.

Se da una cosa muy curiosa: cuando yo estudié matemáticas, éramos más o menos mitad y mitad. Los dobles grados, que la nota para entrar en matemáticas sea altísima… Todo eso ha hecho que las chicas se alejen. Y no porque no tengan buenas notas, sino porque cuando algo se vuelve competitivo, automáticamente se apartan. Huimos de los entornos competitivos y optamos por dedicarnos a los cuidados, como se suele decir, pero también hay que hacer mucha pedagogía, porque a través de las matemáticas puedes hacer cosas muy dedicadas a la sociedad. Hay que explicar que hacer STEM es también cuidar a la sociedad. Tenemos que buscar nuestro nicho y no asustarnos.

¿Has sufrido muchas situaciones de discriminación?

Alguna, claro, que duda cabe. Lo típico de estar en un sitio, dar una idea y que después hable un chico y que la idea se la atribuya a él o que te digan y tú quién te crees que eres. Pero yo soy muy resistente y, sobre todo, siempre he tenido un entorno que ha tenido fe ciega en mí, empezando por mi madre. Esta visión que ella tenía, esa fortaleza, esa solidez y esas raíces me han seguir. Eso es fundamental para que crezcas. La valentía la tienes cuando tienes un apoyo sólido.

El apoyo psicológico, pero también económico, ¿no?

Sí, eso está clarísimo. Tienen más posibilidades de triunfar quienes vienen de una familia que tiene recursos, nos tienen que ser ricos, pero sí vivir bien. Eso está estudiado. Por mucho que te bequen, si tú no tienes un ambiente familiar o un contexto sociocultural favorable, vas a tener más dificultades para triunfar.

Hablando del entorno: habiendo pasado por tantas ciudades del mundo, ¿qué imagen tienes de Málaga?

Málaga ha sufrido un cambio magnífico, ha cambiado una barbaridad. Es una ciudad impagable. Lo que más me llama la atención de Málaga es su luz. Cuando vengo de fuera y miro esta luz que no encuentras en ningún otro sitio. Es cálida, rica y ha crecido mucho culturalmente. Tenemos la suerte de tener un alcalde que ha hecho de Málaga la ciudad que es. Cuando hay una persona que va manteniendo una visión de conjunto y va haciendo que Málaga crezca, eso para la ciudad es buenísimo. Tiene cultura, tienen tecnología, tiene agricultura… Málaga tiene un esplendor que puede y debe seguir acrecentando.

Hay también quien critica que en ese crecimiento se haya dejado de lado al malagueño, que se haya hecho una ciudad para el que viene a visitarla.



Cuando se habla de eso, no entiendo por qué vamos a huir del turismo. Málaga no era una ciudad turística antes. La gente se iba a Torremolinos, a Marbella a hoteles de cinco estrellas o restaurantes con estrella Michelin de la costa pero no de la capital porque no había. Málaga no ha sido tan turística y, por eso, que se potencie ahora la Málaga turística a mí me parece estupendo. Es como si alguien tiene un don y dices: no, este don no, que está mal visto tener este don. Los dones que tienes hay cultivarlos. Eso sí, tienes que potenciar también otras cosas, otras riquezas: la parte agrícola, la parte de ingeniería. No puedes basar tu economía en una única cosa, tienes que tener un amplio abanico porque cuando hay una única cosa puede fallar. Fíjate con el turismo con la pandemia. Tienes que tener una cartera diversa.

¿Y cómo ves esa ecuación? ¿Está funcionando?

Yo creo que sí y que lo que Málaga tiene hay que potenciarlo más, tiene que crecer más, tiene muchas posibilidades.

LAS MATEMÁTICAS Y PICASSO

Hace ocho años, Siles, una enamorada de la cocina y del arte, empezó a obsesionarse con Picasso. Se ha pasado horas estudiando sus obras hasta encontrar en ellas el ingrediente esperado: las matemáticas. 

Todo comienza, cuenta, a principios del siglo XX, un momento de grandes descubrimientos científicos, "de una tormenta de ideas y de sinergias entre la ciencia y el arte". Entonces, se despertó en Picasso un afán por romper con lo establecido, por buscar un camino propio que encontró en el cubismo. 

Fueron las influencias de estos avances científicos, como la Teoría de la Relatividad, y de otros artistas como Durero, que vivió en el Renacimiento "una revolución parecida", lo que propiciaron en el malagueño su forma particular de matematizar el arte

Según Siles, el cubismo que abrazó Picasso fue la expresión de la entonces recién descubierta cuarta dimensión, una muestra más de que el arte y las matemáticas son dos mundos que han caminado siempre y caminan en paralelo.