Málaga

El carnaval de Málaga es sinónimo de alegría, trabajo e ilusión. Tres palabras que podrían definir perfectamente el alma de una de sus piezas claves: el niño carnavalero.

Cuando llega septiembre, tras salir del cole, en vez de acudir a una clase de piano o a una academia de inglés, prefiere encerrarse en el local de ensayo con los amigos que forman su grupo: hay que preparar el grupo para el año que viene. 

Últimamente han sido muchos los carnavaleros que han denunciado la poca atención que se le da a la necesidad de crear cantera y a estas agrupaciones infantiles que afianzan el futuro de la fiesta. Tras las pocas que hay en Málaga capital, se encuentran históricos referentes en el mundo del carnaval malagueño como Kara, que en 2022 llega con una nueva murga infantil: 'Los kanallitas'.

Una nueva murga

Kara y su hijo Manuel en una de las actuaciones de ‘Los Malafama’. Archivo Kara

Kara es la novedad en el mundo de las agrupaciones infantiles con vistas a 2022, ha decidido dar el paso ya que la mayoría de su grupo tenía a sus hijos en otras agrupaciones infantiles y les apetecía crear una propia.

También le ha apoyado en el proyecto Yoyi, que llevaba meses proponiéndoselo. "Queremos que sea también un sitio donde aprendan y les enseñemos cómo funciona la fiesta, por lo que queremos que sean unos veinte niños, para que puedan disfrutarlo y nos organicemos mejor", explica. Asegura que él ha creado una murga infantil pero que en realidad quiere que también sirva de escuela carnavalera para todos.

Asimismo, apunta que en las agrupaciones de adultos ya ven carencias de componentes, por lo que estas agrupaciones son primordiales para poder multiplicar el número de carnavaleros. El proceso de inscripción está abierto a través de sus redes sociales y asegura que "todo el mundo es bienvenido". Respecto al 2022, se muestra con mucha ilusión deseando que los contagios disminuyan y que a partir de septiembre puedan comenzar a ensayar.

La experiencia en el panorama carnavalesco infantil

Los niños de Paqui Prieto en un ensayo. Archivo Paqui Prieto

Si alguien ha luchado por la figura de los niños dentro del carnaval malagueño esa es Paqui Prieto, que en el 1992 fue pionera en Málaga en el mundillo de las agrupaciones infantiles.

Siempre tuvo especial interés en acercar la fiesta a los más pequeños y lo demostraba sacándolos en las presentaciones de sus comparsas como mascotas. Sin embargo, decidió dar el paso de montar una comparsa infantil y reconoce que ha sido una de las decisiones más reconfortantes de su vida."Mi marido salía en la murga de Carlinda y yo en una comparsa femenina. Siempre acabábamos haciéndoles un disfraz como el nuestro hasta que decidimos montarles un tipo y un repertorio diferente", expresa.

Prieto reconoce que trabajar con ellos es un placer ya que gracias a la disciplina que se les enseña en los colegios, cumplen muy bien los objetivos y, en forma de juego, acaban aprendiéndose las letras muy rápido. Para ella, los niños son carnaval y a través de sus ojos ha aprendido a vivir la fiesta. Por ello, no es partidaria de un concurso infantil, ya que no ve necesidad de ponerlos a competir tan pequeños, pero sí que defiende que los grandes autores y directores deberían de comprometerse más e ir sacando agrupaciones infantiles, al menos con los hijos de cada uno de los componentes. 

Hacer del barrio, una agrupación

La murga infantil del Susi en su primer ensayo, en 2017. Archivo Pakito Susi

El bar Susi podría ser perfectamente el templo de los carnavaleros en San Andrés. Allí, Pakito Susi ha vivido el carnaval con su padre, Paco Susi, a la cabeza. Pakito, como lo conocen en el mundillo, decidió poner en marcha la murga infantil del Susi con su primer hijo, Hugo, y todos sus amigos del colegio y vecinos del barrio. "Acabamos formando un grupo de unos treinta o 35 peques", cuenta Susi.

Es clave esto que explica, ya que con la creación de estos grupos comienza a nacer una red de carnavaleros que va más allá de las fronteras de los familiares que forman parte del concurso de adultos, algo muy necesario en la fiesta, "reclutar" carnavaleros que no pertenecen a familias del concurso para así conseguir afianzar el futuro del carnaval. 

Respecto a un posible concurso infantil señala que lo ve imposible ante los pocos grupos que existen en la provincia. Para ponerlo en marcha cree que las bases deben cambiarse y los grupos infantiles deberían ser de unos quince o 20 niños. De esta forma, serían más los grupos que se crearan. 

La dificultad de hacer humor con niños

El cuarteto Parchís 2.0, dirigido por Edu Lama, en 2018. Archivo Lama

Pese a que Edu Lama lleva sacando cuartetos desde 1999, no es hasta 2018 cuando se anima a sacar un cuarteto infantil, ‘Parchís 2.0’, que para él es lo mejor que ha hecho hasta la fecha con cinco pequeños de unos diez años de media.

Lama cree que trabajar con niños en la disciplina del cuarteto es algo muy complicado ya que tiene que delimitar muy bien los temas que va a tratar el cuarteto, al ser niños, sin aburrir tampoco al público adulto que lo está viendo. Sin embargo, cree que cuenta con un punto a su favor y es que cuando son niños los que salen al escenario, al público ya lo tienen ganado. "El adulto en el cuarteto tiene que currarse mucho más el repertorio para poder hacer reír al público. Ellos te sacan una sonrisa con solo verlos", relata.

Respecto al concurso, Lama sí es fiel defensor de una categoría infantil, "no solo como modo de afianzar el futuro sino también como modo de disfrutar el presente". De esta forma, cree que los repertorios tendrían una mayor repercusión, tal y como ocurre en Cádiz, donde las agrupaciones infantiles hacen hasta giras.

Convertirse en niño para dirigirlos

La murga infantil de Alberto Salas en acción. Archivo Alberto Salas

Alberto Salas es otro de los carnavaleros más implicados con la fiesta y los niños. Sus hijos y los de sus amigos estaban en la murga de Paqui Prieto y ante la incompatibilidad de horarios y las propias peticiones de Paqui Prieto, denunciando la falta de grupos infantiles.

Decidió crear un grupo propio junto a su mujer, Crespi, que ya ayudaba a Paqui en su momento y vio esta idea como una oportunidad para pasar un rato en familia enseñando carnaval a los más pequeños de la casa. Para él, lo mejor de trabajar con niños es sentir el carnaval tan "blanco y puro" que ellos viven, sin competiciones de por medio.

"Los ensayos con ellos son una caja de sorpresas, normalmente, hay días donde están muy concentrados y duran la hora completa y otros en los que están revolucionados y se van a casa a los 15 minutos. Al final es lo que tiene comprometerte en esto, para dirigir una murga de niños tienes que convertirte en uno de ellos", concluye entre risas.

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