Málaga

Emma Suárez (Madrid, 1964) recuerda con mucho cariño su primera vez en el cine. Apareció con 14 años en Memorias de Leticia Valle, una adaptación de la novela de Rosa Chacel. Era muy tímida (y lo sigue siendo), pero su padre vio un anuncio en el periódico y la llevó al casting. Consiguió el papel por casualidad. Desde entonces no ha parado de trabajar. "Era impensable que me iba a dedicar a esto", deja claro durante una entrevista por teléfono con EL ESPAÑOL de Málaga. 

La actriz visitó la semana pasada la ciudad para participar en un encuentro del ciclo Vida pública, celebrado en el Centro cultural La Malagueta, donde ha repasado su larga y fecunda carrera. "Es curioso como funciona la memoria. Pueden pasar décadas y los recuerdos permanecen intactos, como si hubiera sucedido ayer mismo. Aquella primera película fue muy importante. Jamás hubiera pensado hace 40 años que iba a estar aquí hablando sobre mi trayectoria", reconoce. 

Suárez ha trabajado con los mejores directores de este país: desde José Luis Garci, Pilar Miró, Imanol Uribe a Isabel Coixet, Julio Medem o Isaki Lacuesta. La artista con tres Goyas en su haber también ha hecho teatro, televisión y series en plataformas de streaming. Reconocida con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2020, ahora regresa a las salas de la mano de Javier Marco con su ópera prima, Josefina, donde encarna el papel de una mujer entregada (como tantas otras) a los demás.

La intérprete responde a las preguntas muy serena mientras se toma un café en la Plaza de la Merced. Al final de la charla rememora la época donde coincidió con el actor malagueño Antonio Banderas en cintas como La blanca paloma junto a Paco Rabal y Contra el viento. "Es un compañero al que guardo un gratísimo recuerdo. Le tengo mucho cariño. Esa amistad permanece. Cuando haces una película el equipo se convierte durante semanas en tu familia", asegura.

En primer lugar, ¿qué tal estos casi dos años de pandemia?

Lo he pasado como todos: encerrada en casa, tratando de tener paciencia y de cumplir con las medidas de seguridad. Por un momento estuvimos asustados porque no sabíamos lo que iba a pasar. Parece que estamos saliendo ya de esto. También hay repuntes y no hay que confiarse. Además, estoy vacunada y he vacunado a mis hijos. Creo que es lo que tenemos que hacer para salir de esta. 

Ha visitado Málaga para hablar de su carrera, que comenzó a los 14 años cuando fue seleccionada para Memorias de Leticia Valle. ¿Las mejores cosas en la vida pasan por casualidad?

Algunas de las mejores cosas en la vida nos las trabajamos (ríe). La suerte es algo muy importante, pero este oficio requiere mucho trabajo, dedicación y entrega. A raíz de esa dedicación y esa entrega a veces uno tiene suerte.

Esta profesión es peligrosa. De repente pasas de hacer muchas cosas a la nada. 

Así es. La inseguridad y la incertidumbre son compañeros de por vida en esta profesión. Uno tiene que aprender a convivir con esa inseguridad y con la incertidumbre de no saber si te van a llamar o no. Eso es así en esta industria. A no ser que tengas la posibilidad de producir porque has ganado mucho dinero haciendo películas. Eso se puede hacer en la industria americana donde muchos de los actores se convierten en productores. Aquí en impensable porque no hay posibilidades de producir. Hay que mantener la economía familiar. 

Usted ha estado metida en proyectos que han tardado años y años en financiarse.

Sí, pero por suerte y gracias a la confianza de los responsables de esos proyectos han salido adelante. Y además siguieron contando conmigo. Es el caso de La próxima piel de Isa Campo, Isaki Lacuesta y Fran Araújo; y de Josefina de Javier Marco. 

Este verano Pedro Sánchez anunció a bombo y platillo que iba a convertir España en el Hollywood europeo.

Ni idea... Hay que apoyar la cultura. Son las ciencias espirituales y las que hacen crecer al ser humano. No sólo la economía. Me refiero al cine, la pintura, la música, la literatura. Es importante para nosotros porque nos convierten en seres humanos dignos y con sensibilidad. Nos transmiten unos valores de respeto y de comprensión al otro. La cultura es esencial.

¿A qué le ha enseñado el cine?

A muchas cosas. Como empecé tan joven... He ido creciendo de la mano de este oficio, acompañada de profesionales que ya se dedicaban a esto como Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, Fernando Rey, Héctor Alterio e Irene Gutiérrez Caba. Esos han sido mis maestros. Se trataba de una manera de hacer cine que ya ha cambiado. Antes eran muy importantes las historias que se contaban. Ahora también. He crecido con ese espíritu de cambiar el mundo y de tratar de hacer cosas buenas para los demás. El cine es un lugar que sirve de reflejo del mundo en el que vivimos. Para mí interpretar es una forma de conocimiento del ser humano. A través de los personajes que interpreto también busco dentro de mí y me ayuda a conocerme. 

Usted muchas veces elige papeles de pequeñas personas que cambian el mundo a su manera. En la película Josefina interpreta a una mujer entregada por completo a los suyos.

Josefina es la historia de dos soledades. La película habla de dos personas que se encuentran por azar y fundamentalmente lo que buscan, más allá del sexo y el enamoramiento, es compañía. Ella es una mujer que vive absolutamente cargada de responsabilidades atendiendo a un hijo que está ingresado en la cárcel y un marido que está enfermo. Trata de sacar su vida adelante y lo hace con muchísima generosidad. La cinta es el reflejo de tantísimas mujeres hoy día que tienen tantas cargas y responsabilidades, y sin embargo tiran hacia delante con todo el coraje y dignidad del mundo. Eso me emociona y me llena de admiración. Son mujeres que pueden con todo y no se quejan. No tienen tiempo para ellas mismas y mucho menos de quejarse. Esas mujeres te las encuentras en todas partes. 

¿Qué lugar ocupa la mujer en el cine actualmente?

Casi ni lo comentemos. Lo normal es que hayas mujeres en todos los departamentos y en todos los trabajos. Las cosas están cambiando. Antes era vergonzoso. Sólo había mujeres en la script (la persona que lleva el control de cada toma que grabamos durante todo el rodaje). Ahora hay técnicas, guionistas, directoras.

Aitana Sánchez-Gijón comentó que las actrices españolas pasan de ser "el objeto del deseo" a ser "la madre del objeto del deseo". ¿El paso del tiempo se ceba más con las actrices que con los actores, no?

¿Eso dice Aitana? Qué graciosa. Es la edad la que nos toca, sí. Te puedo hablar de mi experiencia. Al margen de la edad, en este oficio hay rachas mejores y rachas peores. Es más difícil encontrar personajes femeninos o proyectos que te interesen cuando eres más mayor. Es así. Curiosamente quizá los personajes en los que trabajas cuando eres más adulto son más interesantes. 

¿Por qué motivos ha llegado a desechar sin miramientos un papel?

Cuando decidido no implicarme en un proyecto lo pienso mucho. No se dice que no a la ligera, de forma frívola, y sueles meditarlo bastante. Hay que tener en cuenta muchos elementos: si se rueda fuera, si te coincide con otro proyecto. A veces, no es el proyecto o la película en sí, sino que sientes que no puedes hacer algo que sirva. O sencillamente no te ves dentro de esa película. 

Tiene tendencia al cine de autor. Ha trabajado con Julio Medem, Isabel Coixet, Isaki Lacuesta y ahora con Javier Marco. ¿Qué le permiten decir?

Cualquier director le da su toque. Spielberg es un director que hace cine de autor. Al hablar de esto me refiero al cine independiente, que dentro de la industria le cuesta más asomar la cabeza y es más minoritario. A veces no es un cine muy comercial. Me gusta trabajar con equipos pequeños; y tener un diálogo directo y acceso permanente con el director. Me gusta mucho trabajar en equipo. Todo suma. Así me siento más participativa. Son personajes en los que buceas y entras en territorios desconocidos. También me gusta la comedia y me encantaría hacer una.

Los libros siempre han inspirado adaptaciones en la gran pantalla. Ahora las series no paran de inspirarse en ficciones literarias. ¿Hay algún personaje que le gustaría interpretar?

Hay muchas mujeres importantes con vidas difíciles que me encantaría interpretar como la pintora francesa María Blanchard. Es una artista muy interesante. Pero ya se me ha pasado la edad, me parece (ríe).

¿Se ha puesto límites?

Sí, claro. Hay que ponerse ciertos límites en la profesión y en la vida. Sobre todo cuando te perjudica a ti o a tus compañeros. Tampoco puedes ser irrespetuoso con los demás por querer cruzar esos límites. 

En 2020, recibió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. ¿Cuál ha sido el mayor regalo de su carrera?

Seguir trabajando. Me siento muy agradecida con muchos de los directores con los que me he cruzado en mi vida. Ha sido un regalo también poder seguir trabajando en teatro y en televisión. Es un oficio con muchas primeras veces. Siempre afrontas con el mismo respeto y el mismo vértigo cada película. Lo haces lo mejor posible, pero puedes equivocarte. Me he encontrado con gente maravillosa en el trabajo. En Josefina he trabajado con Roberto Álamo, un ser humano maravilloso y un compañero excepcional. Nos hemos llevado muy bien. Se ha convertido en un amigo. Eso, creo, es un buen regalo. 

Su popularidad en España se disparó cuando Joaquín Sabina la eligió para el papel de la protagonista femenina en el videoclip de su éxito Así estoy yo sin ti. ¿Cuánto valora hoy día su privacidad?

He tratado de protegerme a mí misma y a mi entorno familiar como cualquier madre. Es algo instintivo. También soy una persona que llevo una vida muy sencilla en contraste con el desorden que provoca este trabajo (horarios que cambian cada día, rodajes en ciudades diferentes). Mi vida es la de una mujer con hijos y pendiente de su desarrollo. Una persona que pasea agradecida cuando me paran y me saludan. Necesito vivir en esta realidad porque me alimento de ella para interpretar a mis personajes. 

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