Publicada

La producción y consumo de plásticos en todo el mundo está muy presente y en muchos casos aquellos que los utilizan no son conscientes de dónde van esos materiales una vez que ya no los necesitan. Ahí es donde entra un estudio liderado por la Universidad de Exeter con participación del IEO‑CSIC de Málaga y Baleares.

Tras investigar la abundancia, la composición y la distribución espacial de los microplásticos en las playas de anidación de tortugas a nivel mundial han llegado a la conclusión de que casi la mitad de las playas elegidas por las tortugas marinas para anidar en los seis océanos del planeta presentan niveles alarmantes de contaminación por microplásticos.

De hecho, en el Mediterráneo el 80 % de esos arenales muestran rastros de partículas microscópicas: espuma, fragmentos y polímeros —sobre todo polietileno— alteran la química de la arena y podrían colarse incluso en los huevos.

En este sentido, José Carlos Báez‑Barrionuevo, investigador del Centro Oceanográfico de Málaga, asegura a EL ESPAÑOL de Málaga, explica que los microplásticos se infiltran en el hábitat de las tortugas, comprometiendo la incubación, afectando la temperatura y favoreciendo cambios en la dinámica de las playas.

“La población cree que se ve, pero no es así. No se detectan a simple vista. Es un rastro químico que se queda en la arena y que afecta a la dinámica de la playa, a la temperatura”, asegura el experto.

Asimismo, añade que esto suele suceder en playas frecuentadas por los humanos en verano, pero también se dan en playas remotas, alejadas de los grandes núcleos urbanos. En algunas de estas arenas encontraron cantidades de residuos microplásticos, lo que demuestra el alcance de este creciente problema global.

La espuma y los fragmentos de plástico fueron los tipos de microplásticos más comunes, siendo el polietileno el polímero más frecuente. Por ello, los expertos tras este estudio entender mejor cómo estos pequeños fragmentos de plástico están afectando a las áreas clave para la reproducción de las tortugas marinas, es importante para protegerlas y conservar sus hábitats.

En este punto, Báez sostiene que, pese a toda la información que hay sobre el daño que pueden causar el desperdicio de plásticos, la ciudadanía sigue dejando colillas, plásticos y botellas. “Es lo que más encontramos estos días cuando vamos a las playas”, señala.

Por ello, remarca que el problema no es solo ambiental, sino también social. "Hay que usar menos microplásticos, reducir esas fabricaciones de microplásticos e inculcar prácticas positivas dentro de la sociedad”.

En definitiva, no olvidarse nunca de las tres R: reciclar, reducir el consumo y reutilizar porque al final eso es la clave.

Este estudio, liderado por científicos de la Universidad de Exeter y en el que han colaborado 125 expertos en conservación de tortugas marinas a nivel internacional, ha creado una base de datos global sobre microplásticos que puede ser comparada en diferentes regiones.

En él han participado el personal experto del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC), Pilar Santidrián del Centro Oceanográfico de Baleares y Davinia Torreblanca y José Carlos Báez-Barrionuevo, ambos del Centro Oceanográfico de Málaga.