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Han pasado más de dos meses desde que se perdió la pista de Grant Barr, un joven banquero neoyorquino de 37 años, desaparecido el 28 de enero en Estepona. Su caso, que movilizó durante semanas a su familia, amigos y vecinos de la Costa del Sol, ha acabado con un desenlace trágico. Grant ha sido encontrado sin vida, según ha confirmado su familia a EL ESPAÑOL de Málaga.

Al parecer, sus restos fueron hallados varados en una playa el pasado 3 de marzo, aunque su familia fue informada el pasado 4 de abril. "No entendemos la tardanza. El día que apareció, casualmente, nosotros estábamos en España", lamenta su hermano James, quien reconoce que aunque pensaron en todos los escenarios posibles, no esperaban que llegara el peor de todos.

En cuanto tuvieron constancia de su fallecimiento, sus hermanos y padres volaron hasta España, donde comenzó el duro proceso burocrático para llevar a Grant hasta Estados Unidos. Una vez incinerado, el pasado fin de semana llegaron a su tierra natal, donde al fin descansará en paz.

La noticia ha dejado a la familia de Grant no solo sumida en el duelo, sino también en la incertidumbre. La hipótesis principal es que murió ahogado, aunque hasta el momento no les han proporcionado detalles claros sobre la localización donde se halló el cadáver. “No sabemos en qué playa apareció, ni cómo se le identificó. Solo nos dijeron que se trataba de mi hermano”, explica James

Grant Barr había viajado a España para disfrutar de una semana de navegación cuando desapareció. Su plan era desconectar en la Costa del Sol, un destino que ya conocía y en el que se sentía libre. Según su padre, Michael Barr, el joven estaba pasando por un momento emocional delicado tras una ruptura sentimental. “Esa ruptura provocó un bajón psicológico que, creo, distorsionó su percepción de la realidad”, contó en su día a este periódico.

En sus últimas conversaciones, la familia notó algo extraño. “Lo escuchamos angustiado, con la sensación de que lo seguían. Decía que había puesto a su familia en peligro”, recordó su padre, preocupado por la salud mental de su hijo. Tras su desaparición, los primeros indicios alarmaron todavía más: sus pertenencias fueron halladas en un embarcadero cercano a una playa de Estepona.

La denuncia oficial se presentó el 30 de enero, y desde entonces su imagen se compartió por redes sociales, medios de comunicación y grupos vecinales. Desde la zona de Sabinillas incluso se recibieron testimonios de personas que decían haberlo visto, aunque nunca se confirmó.

Durante todo ese tiempo, su familia no dejó de buscar. Uno de sus hermanos viajó a España en febrero, y tanto él como su padre entregaron su ADN a la Policía Nacional para facilitar la identificación en caso de hallazgo. “La Policía Nacional en Estepona se ha portado muy bien. Fueron serviciales y cercanos", contaba su hermano James hace semanas. Ahora añade que no entiende cómo ha podido haber "un fallo de comunicación tan grande". "Mi hermano Luke y mi madre estaban allí esos días. Nadie nos dijo ni por asomo que había aparecido un cuerpo, lamenta.

En medio del dolor, Luke Barr intenta encontrar algo de paz. “Me quedo con que murió haciendo lo que más le gustaba: navegar. El mar era su refugio, su lugar favorito”, expresa. Grant era un apasionado de la navegación, y su habilidad al timón era reconocida por todos los que lo conocían.

"¡Queridísimo Grant! ¡No sabíamos que ibas tantos pasos por delante de nosotros! Pronto te alcanzaremos y estaremos contigo en el Paraíso!", le dice Luke, recordando al cielo que ni él ni James, y mucho menos Michael y Soheila, sus padres, le olvidarán nunca.