Esta semana, Málaga ha sido testigo de nuevas escenas de impunidad con la presencia de varias narcolanchas navegando desde Torrox Costa. Esto era poco común, ya que ninguna tripulación de una embarcación de este tipo solía exponerse a ser detectada desde la orilla. A pesar de ello, la Policía Nacional y Vigilancia Aduanera lograron intervenir dos narcolanchas en la Costa del Sol.
Sin embargo, en la actualidad, las organizaciones criminales operan con la sensación de ser intocables, y la presencia de estas embarcaciones es solo la punta del iceberg del crimen organizado. La consecuencia más alarmante es el poder económico que acumulan los capos, como Karim Bouyakhrichan, líder de la Mocro Maffia, quien sigue prófugo debido a errores judiciales entre la Audiencia Nacional, la Audiencia de Málaga y los juzgados de Marbella.
Cuando ocurren hechos graves relacionados con el crimen organizado en España siempre hay voces que saltan diciendo “esto ya es México”, pero erran el tiro. Los Carteles mexicanos están en niveles de crueldad sin parangón como ningún otro tipo de organización criminal actual dedicada al narcotráfico, la extorsión, o cualquier otro tipo delito relacionado.
En España está sucediendo una transformación muy rápida hacia un modelo italiano adaptado a la Ibérica, y se necesitan reformas legales que puedan detenerlo. No hay que olvidar que también se han conocido hechos de corrupción que ponen en peligro la seguridad nacional, supuestamente el exjefe de la UDEF en Madrid estaba en la cúspide de una organización criminal que pretendía introducir 13 toneladas de cocaína por el puerto de Algeciras, el mayor alijo de cocaína conocido en nuestro país. Y habría estado años permitiendo que toneladas de cocaína se introdujesen en nuestro territorio, la evidencia es grande porque se le encontraron 20 millones de euros de efectivo entre su vivienda y su despacho en la Policía Nacional.
Ataques al estado
Cuando no se ofrece una respuesta contundente contra la criminalidad organizada, da pie a que ocurran hechos como el que se va a relatar. Un ejemplo reciente ocurrió el pasado 8 de marzo la jueza que instruyó en un inicio el asesinato de Miguel Ángel González y David Pérez Carracedo, los dos Guardias Civiles que fueron arrollados por una narcolancha en el puerto de Barbate el 8 de febrero de 2024, recibió una amenaza directa. Le pincharon las 4 ruedas y le rociaron pintura sobre su vehículo, se percató de la situación cuando fue a echar mano de él en la mañana de ese sábado.
Es una intimidación muy grave contra la Justicia, y en concreto representada en esta ocasión en la jueza Maria Eulalia Chanfreut. Sería probable que esta amenaza no esté relacionada con el asunto del mediático del asesinato de Barbate porque el periodo de sustitución en el juzgado de la localidad de esta jueza se amplió otros 6 meses el pasado enero, y con seguridad que está investigando otros asuntos relacionados con el narcotráfico. Pero lo que está claro que esto ha sucedido en un contexto del crimen organizado, en el que sus miembros se auto perciben impunes.
En el área de influencia del Campo de Gibraltar esto no es novedad, al exfiscal Jefe de Algeciras Juan Cisneros entre 2016 y 2020 le rajaron cuatro veces las ruedas del coche y hay otros casos similares que no han trascendido. Como esta vez, no se ha ofrecido una versión pública de porqué un investigado se atreve a amedrentar a quien luego puede decidir sobre el futuro de su libertad.
En Italia ocurre constantemente y pocas veces se ofrece una explicación. Simplemente, la vida sigue y el problema empeora. Y hay otros hechos recientes que alertan de la situación, el mes pasado una organización criminal dedicada al petaqueo de gasolina para narcolanchas incendió una patrulla de la Guardia Civil en el barrio de la Alquería en Adra.
También se ha conocido esta semana que otro líder del narcotráfico en el Campo de Gibraltar se ha fugado durante un permiso penitenciario, se trata de Jesús Heredia Heredia capo del clan Los Pantoja y muy vinculado a Abdellah El Haj Sadek El Menbri, el Messi del Hachís, que lleva años fugitivo mientras vive protegido en Marruecos. Un bucle
A la italiana
Para entender el modelo del crimen organizado italiano mencionado al inicio del artículo, esta semana casualmente unos desconocidos han incendiado dos coches de la Policía Local de Oria, en Brindisi (Italia). En ese pueblo de la región de Puglia tiene intereses la Sacra Corona Unita, la mafia de la zona. Y la reacción política antes hechos similares siempre es la misma, primero expresa solidaridad el Preffetto de la provincia de turno (el delegado del gobierno), luego se suman los partidos políticos y después nadie con responsabilidad señala a la Mafia correspondiente. Eso es la omertá, en España deberemos inventar nuestra propia palabra por el camino que se está dirigiendo el crimen organizado.
Italia en cuanto a señalar la responsabilidad de las organizaciones criminales lo tienen más sencillo que en otros países, pero a veces toda esta información se obvia a conciencia. Tanto judicial y policialmente se conoce a la perfección en cada ciudad, pueblo o barrio el área de influencia de un clan mafioso, hay informes públicos cada 6 meses y se tienen listados de los datos de afiliados mafiosos aparte de tener uno de los mejores sistemas de escuchas del mundo.
En este caso concreto, los 14.569 habitantes de Oria saben perfectamente que es tierra del Clan Bruno de la Sacra Corona Unita. Ningún otro Clan de la Sacra Corona Unita se atrevería a atentar contra coches de la Policía en su pueblo, es algo que provocaría una guerra mafiosa. Los Bruno tienen delimitado su área de influencia con los Rogoli-Buccarella-Campana, pero ninguna autoridad los ha mencionado después de estos hechos. Parece que todo ha surgido por generación espontánea.
En Oria no ocurriría ningún hecho delictivo relevante sin que tuvieran conocimiento los Bruno. Es más, si un narcotraficante quisiera vender droga en Oria les debería pagar a ellos un porcentaje. En Italia las Mafias imponen impuestos a los narcos que estén fuera de su afiliación mafiosa, por lo que es impensable que un atentado contra policías locales ocurra sin que ellos den el visto bueno.
Lo ocurrido en Oria no fue un acto aislado ni espontáneo, sino un recordatorio del poder que ejerce el crimen organizado cuando no se le enfrenta con la contundencia necesaria. España se encuentra en una encrucijada: o toma medidas drásticas para contener esta amenaza o verá cómo el crimen organizado se consolida y se institucionaliza, como ya ha sucedido en otros países.