Los desmadres provocados por las despedidas de soltero han generado un debate en la capital marcado por la preocupación y la necesidad de un plan de actuación. Basta con hacer una búsqueda al historial reciente de cualquier periódico para encontrar una cascada de reacciones que, poco a poco, empiezan a traducirse en hechos.

Esta semana, el Ayuntamiento de Málaga, en colaboración con Mahos, puso en marcha la campaña Love & respect, con el objetivo de evitar, en este caso, el turismo de borrachera y los comportamientos incívicos derivados del mismo e incentivar el control de los ruidos.

Sin embargo, antes de que estos proyectos de concienciación se institucionalizaran, algunos particulares ya habían decidido hacer frente a la realidad motu proprio. Es el caso de Willy Orellana, propietario del restaurante Uvedoble, uno de los puntos gastronómicos referentes en la capital. Su establecimiento, ubicado en pleno Centro (calle Alcazabilla), colinda con un entorno proclive a estas celebraciones.

En declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga explica que, recientemente, han decidido tomar cartas en el asunto y dar un paso al frente para que la experiencia que ofrecen a sus comensales sea satisfactoria, no solo en el plano culinario: “Cuando ves todo lo que pasa, te pones a pensar, decides y actúas”.

La postura de su local, en este sentido, es clara: “No podemos prohibir que vengan, solo pedimos que eviten los disfraces con motivos o las bandas con mensajes obscenos”, relata. La cuestión del acceso es algo compleja de definir, por lo que decidieron consultarlo con un asesor. Es aquí donde entra en juego el derecho de admisión, que en este caso se traduce en un cartel advirtiendo de cuál es el código de vestimenta aplicado: “Lo hacemos por respeto a los demás”.

Lo cierto es que, según destaca, nunca han tenido problemas con estos grupos: “La gente lo acepta e incluso lo agradece. Las despedidas muy escandalosas no suelen venir ya que nuestros clientes suelen ser más tranquilos”. Eso no quiere decir que sí que proliferen en otro tipo de restaurantes, bares o terrazas: “Nosotros buscamos otro perfil, más malagueño”.

Orellana se muestra agradecido con este sector de ciudadanos que forman parte del público fiel de Uvedoble. El compromiso de este grupo con una marca consolidada en Málaga (pronto cumplirán 13 años) fue lo que “les salvó” durante la pandemia: “Hemos vivido del cliente malagueño. Es cierto que cada vez hay más turistas, lo cual no es malo, siempre y cuando no sea de borrachera o vayan mal vestidos”.

Estos comportamientos pueden afectar a aquellas personas cuyo objetivo no es otro que “salir a comer”: “Tenemos también muchos comensales que son extranjeros y repiten varios días. Lo que no nos gusta es la gente que viene mal vestida o liándola, porque puede ser incómodo”.

Todas estas reflexiones giran alrededor de otro tema de debate: la turistificación de los entornos diarios. Willy Orellana considera que, aunque todos los que vienen acaban dejando dinero, prefieren mantenerse fieles a su perfil: gente que viene a disfrutar de la gastronomía malagueña, “que es muy buena”. “Todo el mundo quiere venir aquí porque está muy de moda y con buen ambiente, pero hay que ver cómo se dirige para que exista ese decoro en el casco antiguo, sobre todo ahora que se está llenando de apartamentos turísticos”, subraya.

A raíz de la publicación de esta iniciativa en redes sociales, se ha generado “un gran revuelo”: “Hemos recibido muchos comentarios de clientes que agradecen que estemos pendientes de ello. Al final, vivimos de ellos así que tenemos que apostar por ello. Eso sí, tampoco podemos enfrentarnos a los otros compañeros que sí buscan ese otro perfil”.

Antecedentes

Fue el 9 de mayo cuando el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, expresó de manera tajante que no iban a “tolerar que hubiera una ciudad no controlada en esa materia": “El que venga tiene que cumplir las normas de convivencia de la ciudad, la ordenanza de convivencia”.

La “preocupación” por las conductas “incívicas” obligó al Consistorio a actuar. En los últimos tiempos se ha planteado la necesidad de un protocolo más específico para poner coto a los episodios incívicos que pueden darse.

El propio presidente de la Asociación de Vecinos del Centro Antiguo lo denunciaba recientemente en redes sociales: “A pesar de la continua presencia policial vigilando el cumplimiento de las sentencias judiciales sobre el ruido, se puede apreciar el entusiasmo de los participantes”.

Incluso llegó a destacar que todas las medidas propuestas no eran más que una declaración “vacía de contenido”: “No hay ninguna medida concreta, real y nueva; se reduce todo al derecho de admisión”.

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