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El incendio forestal declarado el pasado jueves 17 de julio en la localidad toledana de Méntrida ha provocado una grave situación ambiental y sanitaria que trasciende el terreno calcinado.

Aunque las llamas ya han sido controladas tras arrasar más de 3.000 hectáreas de monte y terreno agrícola, las consecuencias se siguen sintiendo en la Comunidad de Madrid.

La densa nube de humo generada por el fuego ha cruzado la frontera provincial, afectando a numerosos municipios del suroeste madrileño.

La llegada de esta nube contaminante ha provocado un notable deterioro en la calidad del aire, causando molestias en miles de personas.

Vecinos de localidades como Navalcarnero, Móstoles, Alcorcón, Villaviciosa de Odón y Arroyomolinos han reportado síntomas como dificultad para respirar, escozor en los ojos y una sensación generalizada de malestar.

Las autoridades regionales actuaron con rapidez, emitiendo recomendaciones a la población para minimizar riesgos: se aconsejó no salir al exterior, mantener las viviendas cerradas y evitar cualquier tipo de actividad física al aire libre.

Desde el Ministerio de Sanidad también se emitieron advertencias ante los efectos nocivos del humo y las cenizas.

A través de sus canales oficiales, la ministra instó a la ciudadanía a extremar la precaución: "El humo y las cenizas pueden causar problemas respiratorios y oculares. Permanece en interiores con las ventanas cerradas".

Especialistas en salud respiratoria han confirmado la gravedad de la exposición al humo. Así lo señaló Francisco Sanz, neumólogo asistencial del Hospital General Universitario de Valencia, en declaraciones al programa 'El Análisis: Diario de la Noche'.

"Los pacientes con asma o EPOC están expuestos a crisis severas; pero incluso en personas sanas, una exposición continuada puede producir broncoespasmo, inflamación y síntomas persistentes durante días", explicó el experto.

Sanz recomendó el uso de mascarillas tipo FFP2 en exteriores mientras se mantengan los niveles de contaminación por partículas, y subrayó que no basta con cerrar ventanas: "Lo ideal sería contar con filtros HEPA o purificadores de aire en casa".

A este escenario de alerta se suma la evidencia científica. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard ha revelado que los efectos del humo de incendios forestales pueden prolongarse hasta tres meses después de extinguido el fuego.

Los investigadores identificaron un aumento de enfermedades cardiorrespiratorias como isquemia cardíaca, hipertensión, arritmias, neumonía, asma o EPOC, incluso tras exposiciones breves.

En cuanto a los más pequeños, un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) mostró que la contaminación por partículas PM2.5 puede afectar a su salud.

Cuando la concentración de estas partículas aumenta 10 microgramos por metro cúbico debido a incendios, las visitas al hospital por problemas respiratorios en los niños suben un 12% al día siguiente.

Aunque el incendio ya no representa un peligro activo, sus consecuencias siguen presentes.

Las autoridades han insistido en mantener las precauciones durante los próximos días, recordando que los impactos de una catástrofe ambiental de esta magnitud no siempre se miden solo en hectáreas quemadas.