Los vecinos del barrio madrileño de San Blas vuelven a levantar la voz. Lo que hace unos meses parecía haberse calmado tras varias protestas vecinales, ha vuelto con más fuerza.
Peleas, trapicheos y consumo de drogas a plena luz del día, son algunas de las denuncias que no paran de crecer. Y es que muchos vecinos aseguran que la situación está peor que nunca.
"Cada vez vemos más adolescentes consumiendo", denuncia Paula, una vecina preocupada por lo que ocurre en su barrio. "Los toxicómanos les llevan del brazo y les venden papelinas. Se les ve por la calle consumiendo, y estamos hablando de chavales de entre 16 y 18 años". Una imagen muy común en la zona, que ya ha encendido todas las alarmas.
Los toxicómanos han vuelto al barrio.
Y es que calles donde antes primaba la tranquilidad, ahora se ven marcadas por la presencia constante de toxicómanos, jóvenes consumiendo y personas vendiendo drogas sin esconderse.
Comercios, parques y hasta la puerta de algunos colegios se han convertido en los lugares preferidos por este tipo de personas. Algunos vecinos cuentan incluso que han tenido que cambiar sus rutinas para evitar pasar por ciertas zonas.
Sin embargo, además del consumo de drogas, muchos vecinos aseguran haber presenciado peleas, amenazas e incluso gestos intimidatorios.
"A mí me hicieron el gesto de cortarme el cuello", relata Maribel, otra vecina que no oculta su miedo. "Se nota el trapicheo. Todo pasa delante de los comercios, de los colegios. Ya no se esconden".
Uno de los puntos más conflictivos es un narcopiso que, aunque fue desmantelado por la policía hace unos meses, según los vecinos, ha vuelto a estar activo. Dicen que hay más movimiento que antes y que el ir y venir de personas no cesa durante el día.
El parque del barrio también se ha convertido en un punto caliente. Algunos aseguran haber visto cómo ciertas personas esconden y recogen cosas del suelo, lo que hace pensar en el almacenamiento de drogas.
Los parques están colapsados por los toxicómanos.
Además, las zonas de los columpios donde juegan los pequeños se han convertido en la residencia de muchos de estos habituales, donde dejan sus enseres y pasan las horas de sueño.
Una situación que ha generado un clima de inseguridad generalizado. Muchas familias han dejado de llevar a sus hijos al parque y evitan salir a ciertas horas.
Los vecinos piden más presencia policial, medidas más duras contra el tráfico de drogas y ayuda para evitar que los jóvenes sigan cayendo en este mundo.