Son el doble que una pieza de sushi normal. 200 gramos de arroz más los ingredientes de fusión japo-caribeña. Los más valientes se lo comen de un bocado. Los que tienen buen manejo de los palillos, de dos.

En Matako el sushi es distinto, y es que es XXL. Rolls al estilo venezolano. "Las salsas y lo que le añadimos por encima, los toppings, los hacemos como se prepara en nuestra tierra, Venezuela: a tamaño grande y con algunos sabores tropicales. Si te comieras 16 piezas de nuestro sushi —equivaldrían a 32 de medida normal—, que te lleven en ambulancia, es mucha cantidad", cuentan los dueños de este restaurante, Christian Pérez y Alejandro Ruggiero, a Madrid Total, momentos antes de abrir un día más su nuevo local en el barrio de Salamanca.

Ya era una costumbre que estuviera colapsado de reservas todos los fines de semana su primer restaurante del número 11 de la calle Luchana, junto a la glorieta de Bilbao en Chamberí. Por eso han decidido abrir hace no mucho un segundo local en el número 87 de la calle Ortega y Gasset, junto a la plaza de Manuel Becerra. Ambos tiene un aforo para unas treinta personas y suelen doblar hasta tres turnos, llegando a dar de cenar a unas 100 personas en cada comida.

Christian Pérez (izda.) y Alejandro Ruggiero (dcha), en la entrada de Matako. Matako

Llaman la atención sus grandes piezas de sushi. También a muchos influencers gastronómicos. "Vienen a diario clientes con millones de seguidores en redes", indican desde Matako. A pesar de tener bastante competencia en Madrid, aseguran haber triunfado por sus precios asequibles y competitivos. "Aquí, una persona puede comer sushi entre 17 y 23 euros. Cumplimos las 3Bs: bueno, bonito y barato; por eso la apertura del segundo local ha sido tan fácil", informa Alejandro.

Esta pareja de venezolanos eran amigos desde el colegio en Caracas. Casualmente, sus vidas se volvieron a juntar hace unos años cuando los dos vinieron a Madrid a empezar de cero. Ambos estuvieron en hostelería, en varios locales, hasta que Christian hizo un curso de sushi por afición, aunque ya había estudiado Gastronomía en Venezuela, y se le ocurrió montar Matako. 

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Sus sushi estrella

Su carta de sushi destaca por su tamaño extra grande y algunas de sus piezas hacen honor a esa fusión japo-caribeña con ingredientes como la piña, salsa de maracuyá, panela o plátano, que consiguen un sushi que mezcla el dulce con el salado. La materia prima es importada de Asia y los nombres de los platos han sido bautizados de forma espontánea, conforme iban terminando las elaboraciones Christian y Alejandro.

Piezas de sushi de Matako. Matako

Desde el restaurante recomiendan que un comensal se pida un roll de ocho piezas y, si tiene mucha hambre, un entrante como las gyozas o las ensaladas para compartir. El entrante que más gusta es el coquito de salmón.

Entre lo más vendido en Matako están los rolls de ocho piezas de Uramaki de Fujito, un roll relleno de salmón, aguacate, queso crema y vegetales tempura con topping de langostinos crunchy, cebollino, salsa fuii y saldas angula; el Futomaki Matako, un roll especial sin arroz relleno de salmón, atún, surimi y aguacate; o el Crunchy Rolls de Bomba, un roll crujiente relleno de plátano macho frito, salmón, aguacate y surimi con topping de wakame, salsa anguila y semillas de sésamo.

Sus postres son del día y ni aparecen en carta. "No suelen llegar al postre por el tamaño de la comida", indican los dueños de Matako. Entre ellos están el pastel de tres leches, la cookie caliente, el helado o el brownie.

Entrantes de Matako Sushi. Matako

La mayoría: clientas

Matako, el nombre de una tribu indígena de Sudamérica, abrió hace justo un mes antes de la pandemia. Fueron de los pocos restaurantes que no cayeron en quiebra, porque solo eran dos empleados, esta pareja de jóvenes venezolanos que ahora rondan la treintena. Repartiendo a domicilio consiguieron ganarse un hueco entre la clientela, que, sorprendentemente, "un 70% son chicas y el 30% son hombres, los novios que las acompañan", comentan desde el restaurante.

Los comienzos fueron duros. "Nos tiramos un mes y medio sin librar ni un día porque no nos podíamos permitir un empleado", cuentan Christian y Alejandro de Matako. Ahora ya son 15 y tienen dos restaurantes en los que nunca falta gente que llega dispuesta a comer un sushi diferente.