La primavera ha llegado a la capital y no porque lo haya dicho ningún centro comercial ni ninguna canción de moda. Ha llegado porque el Hotel Mandarin Oriental Ritz inaugura hoy su temporada de terrazas que, en su caso, es la reapertura del su famoso e increíble jardín.
Este lugar mágico tiene la virtud de estar a poco pasos del dios Neptuno o del Museo del Prado y del Thyssen y garantizar un remanso de tranquilidad donde el ruido mundanal permanece aislado al otro lado de la valla, como si de un cristal transparente se tratara.
El hotel abre hoy este espacio en una clara intención de que sus mesitas entre árboles sean el destino perfecto para muchos madrileños (de origen y de paso) en estas mañanitas de sol y tardes de paseo que tanto caracterizan a la ciudad. Es decir, para disfrutar de la eclosión dorada y primaveral que en el Ritz adelantan a febrero.
El horario de apertura por ahora de esta maravilla que ha recuperado todo su protagonismo tras la reforma del hotel hace un año y medio será de una del mediodía a ocho de la tarde, de lunes a domingo. Después, cuando caiga el sol, mejor coger la copa, el café o el buen vino y pasar a Pictura, el bar del Ritz que apuesta por convertirse en un lugar fijo para los que busquen algo diferente con un barra de coctelería clásica en un ambiente diseñado para conservar la esencia de este lujoso complejo.
Para el jardín del Ritz, Quique Dacosta, el cocinero estrella Michelin que se encarga de toda la propuesta gastronómica del hotel desde su reapertura, ha optado por una apuesta desenfadada en nombre de la libertad y el buen gusto. Muy Madrid.
El menú de degustación, mínimo para dos personas, es una viaje por la cocina de Dacosta pasada por el tamiz del misterio y la leyenda del propio jardín. Por eso, los aperitivos se mezclan con entrantes fríos y calientes, antes de un plato principal y el postre. Sin olvidarse de un buen té o un café en condiciones, como los que siempre se han tomado en las tradicionales tardes del Ritz.
Si se prefiere optar por algo mucho más ligero, también cuentan con una carta de cócteles, un "universo líquido", como lo llama el propio Quique Dacosta, en consonancia con el menú y la carta.
Quienes se acerquen hasta el jardín no pueden olvidarse de dar una vuelta por este espacio y descubrir a Diana cazadora, la escultura que antes presidía uno de los restaurantes del Ritz y que ahora se ha convertido en el nexo perfecto con la naturaleza de este rincón, tan propio de esta divinidad.