La asimetría de los resultados de las elecciones autonómicas y las generales produce un reparto de poderes, que conduce a una situación política de: cohabitación.

La cohabitación se produce cuando coinciden en un país dos poderes que tienen diferentes ideologías y/o intereses. En Polonia se acaba de producir. El Presidente de la nación es más bien conservados y nacionalista, mientras el Gobierno lo conforma una coalición europeísta y de centro-izquierda. En ese caso no hay muchos problemas puesto que la Presidencia en ese país tiene sólo una función moderadora, no ejecutora. Los choques entre ambos poderes serán muy puntuales.

En España, en este momento la cohabitación se produce entre el poder local/autonómico de mayoría popular (con apoyos puntuales de Vox) y el Gobierno de la coalición socialista con apoyo de izquierdistas, nacionalistas e independentistas. Ambos poderes con funciones ejecutivas.

Esa cohabitación es un hecho derivado de los resultados políticos de las elecciones. Como consecuencia de los resultados electorales y las posteriores maniobras políticas (coaliciones). En los poderes locales y autonómicos domina el centro derecha. Mientras, en el Gobierno manda la coalición elaborada por el actual presidente del gobierno, el Sr. Sánchez. Por tanto, la cohabitación es un hecho. Otra cosa es que esa cohabitación sea de cooperación o de confrontación. 

De momento, la primera reunión del Consejo de política fiscal y financiera, después de la constitución del Gobierno de la XV legislatura, ha mostrado más una cara de confrontación que de cooperación. 

La cohabitación es un hecho. Otra cosa es que esa cohabitación sea de cooperación o de confrontación

En esa reunión los consejeros de economía del PP se enfrentaron con la Ministra de Hacienda y sus propuestas de gasto. 

Entre otras cosas, porque desconfían de las reuniones bilaterales entre el Gobierno y la Generalitat catalana. Desconfianza basada en los acuerdos de investidura que preven una quita de 15.000 millones de euros de la deuda de las instituciones catalanas con el Estado. Bien es cierto que en su anuncio se indicó que podría ser ampliable a otras autonomías.

Porque el principal acuerdo de ese Consejo sería encontrar un nuevo sistema de financiación autonómica que satisfaga, más o menos, a todas las Comunidades Autónomas. 

No es fácil. Porque no sólo se trata de cubrir las necesidades de cada una de ellas, algo difícil de definir; también porque, como en cualquier otro aspecto de las relaciones humanas, entran las comparaciones subjetivas entre unas y otras comunidades autónomas. 

Ni aún en el caso de que se consiguiese un trato igualitario por persona en función de la renta podría haber consenso, porque las diferentes comunidades parten de bases distintas. En el proceso de negociación entra la llamada “solidaridad interterritorial” y la cacareada “deuda histórica” que cada cual calcula a su manera.

Desconfían de las reuniones bilaterales entre el Gobierno y la Generalitat catalana

En realidad se trata de una “negociación multilateral” en función de dos factores: el de la suficiencia y el de la solidaridad. 

La suficiencia está en función de la fuerza negociadora; es la competición entre fuerzas políticas. Un toma y daca. No se trata de un calculo objetivo en función de necesidades, sino de la fuerza política. Pensar en otra dimensión es una ingenuidad. Los números como la renta per cápita, la población, el territorio, etc. son más “argumentos” dialécticos que otra cosa. 

Por contra, el factor solidaridad está en función de la cooperación. Contra lo que pueda parecer esa cooperación es “egoísmo inteligente”. Ningún territorio es realmente próspero sino está rodeado de otros territorios, al menos en crecimiento.  

De manera que la única forma realista de manejar eso que se llama “financiación autonómica de régimen general” (quitando los cupos vascos y navarros) es la co-opeticiónCooperar y competir conjuntamente, que es algo así como soplar y sorber a la vez. Inténtelo. Sólo se consigue con mucho esfuerzo y buena voluntad. La cohabitación entre unas autonomías con gobiernos populares y el Gobierno de la coalición Sánchez debe basarse en esa co-opetición.

¿Es posible eso en la situación actual? Difícil, muy difícil. De momento ni la ministra de hacienda, ni los diferentes consejeros de las autonomías parecen haberlo comprendido. Es verdad que parten de la desconfianza mutua y superarla es complicado.

Mientras tanto, España espera y también … se desespera.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.