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Las claves

Las amenazas de Donald Trump con más aranceles y agresivas bajadas de precios han hecho mella en el sector de la industria farmacéutica. Desde que el presidente de Estados Unidos inició su campaña a principios de este mismo año, las compañías han anunciado inversiones adicionales en el mercado estadounidense superiores a los 450.000 millones de dólares para los próximos años. Inversiones que no aterrizarán en Europa, claro.

La última en anunciar más inversiones en territorio estadounidense ha sido MSD. La multinacional conocida como la Merck americana informó la semana pasada de que va a invertir en Estados Unidos 70.000 millones de dólares adicionales.

Con ellos, ya ha comenzado a construir una nueva planta de producción en Virginia y otra de biológicos en Delaware. Y, en paralelo, la compañía está llevando a cabo desinversiones en Reino Unido.

MSD es la última de las grandes multinacionales que ha anunciado lluvias de millones en Estados Unidos y se ha sumado al amplio conjunto de farmacéuticas que ha hecho este movimiento ante las constantes amenazas de castigos (ya sea arancelarios o de otro tipo) de la Administración Trump.

Pfizer también anunció hace unos meses que ampliará sus inversiones en Estados Unidos en 70 millones de dólares.

Además, ha sido la primera compañía farmacéutica en inaugurar la plataforma que ha puesto en marcha el Gobierno de Estados Unidos para que los ciudadanos compren, a precios rebajados y de forma directa, determinados medicamentos.

AstraZeneca también se ha sumado a esta iniciativa, que recibe el nombre de TrumpRx. Y también ha informado de que ampliará sus capacidades en Estados Unidos. Destinará a ello 50.000 millones dólares.

Johnson & Johnson también ha decidido acometer una importante ampliación de su capacidad de producción en Estados Unidos. Con 55.000 millones de dólares concretamente.

Roche también va a acometer planes parecidos. En su caso la compañía suiza hará (o está haciendo, más bien) una inversión de 50.000 millones.

Por su parte, la británica GSK ha anunciado 30.000 millones para ampliar su producción en I+D al otro lado del Atlántico. La misma cifra ha prometido la japonesa Takeda.

Lilly, por su parte, moverá 27.000 millones para los mismos fines. Novartis hace unos meses anunció que invertirá 23.000 millones en el mercado estadounidense y Sanofi 20.000 millones.

Por su parte, compañías como Gilead (11.000 millones), Abbvie (10.000 millones), Biogen (2.000 millones) o Amgen (más de 1.000 millones) han movido también ficha con importantes inversiones que contenten a la Casa Blanca. Un movimiento generalizado del sector farmacéutico. Incluso Rovi ha movido ficha y ha adquirido una planta de producción en Estados Unidos (clave para evitar los temidos aranceles).

Todos estos movimientos buscan evitar los aranceles con los que constantemente (y de muy diversas formas) amenaza la administración americana al sector farmacéutico si no aumenta su capacidad de producción en territorio estadounidense. Y todo parece indicar que vendrán más en los próximos meses.

El objetivo es, principalmente, eludir las tariffs. En cualquier caso, hay que recordar que, en estos momentos, está en vigor un arancel del 100% para los medicamentos innovadores que se vendan en Estados Unidos y no estén fabricados en el país.

Sin embargo, según indican fuentes farmacéuticas, en la práctica esta medida no se está aplicando. Pese a las amenazas de la Casa Blanca, Estados Unidos tiene una importante dependencia de medicamentos del exterior: importa más fármacos de los que exporta. Una realidad que no limita las amenazas de Trump al sector.