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La confirmación de que habrá aranceles del 15% a los medicamentos europeos (a los innovadores, por ahora los genéricos quedan libres) ha supuesto un importante golpe para la industria farmacéutica del viejo continente, que ha dado la voz de alarma: el sector no teme sólo perder ingresos y ventas, sino también inversiones.

El impacto en ingresos ya está sobre la mesa. Efpia, la patronal europea de medicamentos innovadores, calcula que las pérdidas por los aranceles alcanzarán los 18.000 millones de euros anuales de forma inmediata. Pese a lo elevado de la cifra, tiene su lógica: los fármacos son los productos que más importa Estados Unidos de la Unión Europea.

Sin embargo, el problema no está sólo en la pérdida de ventas. Por un lado, en el sector temen el efecto que la guerra comercial puede tener sobre las cadenas de suministro globales con las que funcionan las multinacionales farmacéuticas.

Por el otro, la preocupación real del sector está en que los aranceles amenazan con alejar, todavía más, las inversiones en Europa. Así se lo hicieron saber los portavoces de la industria farmacéutica a Carlos Cuerpo, ministro de Economía, durante la reunión que celebraron la semana pasada, en Madrid.

Fuentes que asistieron a la cita indican que los representantes del sector compartieron con el Gobierno dicha inquietud. Pese a que los laboratorios españoles no están tan expuestos de forma directa a perder ventas en Estados Unidos, sí que sufren la pérdida de inversiones que están soportando los Estados miembros.

Esto no es una novedad. Hace tiempo que la industria europea reclama un cambio del marco normativo bajo el que opera la I+D (particularmente la farmacéutica). El objetivo es que la UE acelere en la carrera de la innovación que está perdiendo ante Estados Unidos y China (en el último año, ambos países han desarrollado más nuevos principios activos que todo el territorio comunitario).

A esto hay que sumar la agresiva política comercial de la Casa Blanca. Es decir, las amenazas de Donald Trump a la industria farmacéutica.

Tras ellas, sumadas a los aranceles, las grandes multinacionales han anunciado centenares de millones de euros en inversiones en territorio estadounidense. Especialmente para producir medicamentos, uno de los principales déficits al otro lado del Atlántico.

Unas inversiones que no está recabando Europea y que pueden tener un importante impacto en el ecosistema investigador y productivo español.

A día de hoy, nuestro país es uno de los destinos predilectos para hacer ensayos clínicos a escala mundial (y el primero de la UE). Unas inversiones en las que tienen un importante papel compañías como Pfizer, Lilly o J&J, todas estadounidenses, y que podrían cambiar sus planes en el actual contexto geopolítico.

Así, el fenómeno desinversor, en el fondo, ya está ocurriendo dados los millones que se invierten (incluso por multinacionales europeas) en Estados Unidos. También por la reclamación de Trump de que las compañías farmacéuticas rebajen los precios de los medicamentos en su país y se acerquen a los que pagan los europeos.

Más allá de la guerra que esto ha desatado entre la industria farmacéutica y las aseguradoras, ya hay consecuencias para los mercados del viejo continente. Lilly ya ha subido el precio de Mounjaro, su medicamento contra la diabetes y para la pérdida de peso, un 170% para los pacientes del sector privado en Reino Unido.

Pese a que la medida no se plantee para precios pactados con los servicios de salud nacionales, sí que dibuja la hoja de ruta que pueden seguir otras compañías y el resto del sector.

Al fin y al cabo, Estados Unidos representa entre el 50% y el 60% del mercado farmacéuticos global, mientras que Europa se queda con, como mucho, el 25%.

Como adelantó este periódico, las compañías ya barajan medidas similares a las de Lilly e incluso no lanzar productos en Europa para no tener que rebajar sus precios en Estados Unidos.

Una tormenta de la que no está libre España. Con todo, primero se tendrá que esclarecer el futuro arancelario. Ahora la justicia estadounidense indica que podrían ser ilegales. ¿Una mota de esperanza para el medicamento europeo? Más bien, un clavo ardiendo al que agarrarse en un contexto difícil. Veremos cómo se da el curso.