Tras un primer semestre del año donde los mercados financieros han funcionado bastante bien para las carteras de los inversores, nos adentramos en una segunda parte con viento de cola pero con alguna que otra incertidumbre: desde un posible recalentamiento de la economía hasta una inflación más alta y prolongada de lo que muchos esperan.

Así se desprende del debate online sobre ‘Dónde invertir cuando empiece la retirada de estímulos’, que ha celebrado EL ESPAÑOL e Invertia en colaboración con ING y en el que han participado cuatro expertos de bancos y firmas de inversión de primera fila tanto a nivel nacional como internacional.

Como prevé Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión de ING, “las tasas de crecimiento económico que hicieron explotar las bolsas a principios de año se van a materializar ahora”. Sin embargo, la narrativa financiera empieza a ser contraria a la economía real. “Tenemos una economía que va bien al mismo tiempo que hay proyecciones que dicen que no va bien. Entonces, ¿hay que ser prudentes?”, se pregunta.

Esta es la cuestión sobre la que pivotan la mayoría de comités de inversión en estos momentos. Para Tania Salvat, miembro del equipo de ventas de BlackRock en Iberia, estamos ante “un escenario de reactivación, no de recuperación, ya que no hubo recesión como tal”.

El contexto para los inversores se caracteriza por cuatro pilares: el entorno de tipos bajos que obliga a la diversificación, una economía global que cada vez está más interconectada, cambios estructurales (nuevas tecnologías, sostenibilidad…) que se han acelerado con la pandemia y China asentándose como una categoría de activo por sí misma, tanto en renta fija como en renta variable, después de ser el primer país en salir de la crisis.

Bolsa contra la inflación

Todo esto ha llevado a que gestoras como BlackRock adopten una postura más proclive al riesgo. “La renta variable es el activo con mejor binomio rentabilidad-riesgo”, defiende Salvat, además de ser “el activo que mejor protege de la inflación porque es el que más traslada los precios”.

Pero el ambiente que se vive y los escenarios que se descuentan quizá sean demasiado positivos. Para Víctor de la Morena, director de Inversiones de Amundi Iberia, “las probabilidades de que haya sorpresas negativas cada vez son mayores”, y podrían venir del no funcionamiento de las vacunas, una nueva variante del virus o, por qué no, de la explosión de riesgos geopolíticos que han estado soterrados todos estos meses.

Jerome Powell, presidente de la Fed.

No obstante, una recuperación a diferentes ritmos permitiría a los inversores “capturar beneficios en aquellas regiones o sectores que vayan más avanzados y protegerse de lo que no vaya tan bien”, señala De la Morena. O bien “quizá lo mejor sea no hacer nada”, porque “gran porcentaje de los gestores que van a jugar la divergencia no acertarán y van a quedar por detrás del mercado”, se teme Quintana.

Un riesgo en sí mismo es la inflación. Porque, si bien es cierto que durante años se ha anhelado la vuelta de la inflación, una subida desmesurada de los precios complicaría el ya de por sí difícil punto de equilibrio de la economía y los mercados. “Es muy posible que veamos una inflación no loca, pero sí más persistente durante los dos o tres años próximos”, avanza Álvaro Sanmartín, economista jefe de MCH Investment Strategies.

En su opinión, la demanda global post-Covid será muy superior a la que vimos en la fase expansiva que siguió a la gran crisis financiera mundial de 2008. “Las familias no tienen que desapalancarse, tienen ahorro financiero e inmobiliario y muchas ganas de gastar”, a lo que se le añade “el despertar de la inversión pública y privada”, especialmente de la primera, que “llevaba muchos años dormida”.

EVENTO ONLINE EL ESPAÑOL - ING | “Dónde invertir cuando empiece la retirada de estímulos”

Unos bancos centrales prudentes

En este punto, los bancos centrales no son una preocupación para los expertos. “Ahora son instituciones más corales, más políticas, que tienen en cuenta más variables económicas”, apunta Quintana, de ING.

Sanmartín estima que, a corto plazo, los bancos centrales no se van a poner tan nerviosos como para tensionar demasiado las condiciones financieras: “Los estímulos se van a retirar de forma mucho más pausada”.

Pero como la Fed emite un mensaje más duro que el BCE, cabría preguntarse qué pasará con el dólar. Previsiblemente, la divisa norteamericana se fortalecerá, lo que, según Salvat, tendría dos consecuencias inmediatas: “los mercados emergentes se verían afectados en renta variable y en renta fija en moneda local, y corrientes que se han disparado desde noviembre, como el value o los cíclicos, se ralentizarían”.

Cuando se habla de retirada de ayudas por parte de los bancos centrales, la pregunta que todo inversor suele hacerse es qué hacer entonces con su cartera de bonos. Quintana arremete contra quienes dicen de vender la deuda que tienen: “La renta fija juega un papel no de rentabilidad en las carteras, sino de un seguro”, sobre todo en un momento de tipos cero y negativos que lo más lógico sería que suban de 2023 en adelante.

“Y si la renta fija no hace su papel, combinar renta variable con liquidez es una buena fórmula. La liquidez también es una opción”, se aferra Sanmartín.

Fachada principal de un proyecto inmobiliario.

En este tránsito hacia el tapering, De la Morena, de Amundi, aconseja incluir en cartera cierto sesgo a las materias primas -para aprovecharse de lo que queda de acelerón- y activos reales (capital riesgo, infraestructuras, deuda privada o inmobiliario), ya que estos segundos sirven de palanca de rentabilidad y descorrelación con los mercados de bonos y acciones.

Sanmartín también apunta hacia los fondos de retorno absoluto, que pueden servir de colchón si a los índices globales de bolsa, que están en nuevos máximos, les da por corregir. Mientras que Quintana destaca el inmobiliario cotizado (socimi y REIT) como un buen activo refugio ante la incertidumbre.

China, sí, pero no demasiado

En cuanto a China, la duda no es tanto si incluirla o no en cartera, porque el consenso es que ya debería estarlo e ir cogiendo peso progresivo a medida que da el sorpasso a Estados Unidos como la primera economía del mundo y el yuan (o renminbi) gana potencial como divisa de referencia. La inquietud es hasta cuánto debe suponer en una cartera.

“China es una gran economía pero todavía tiene un muy difícil acceso para los inversores minoristas y no sabes muy bien qué mueve los precios”, critica Quintana. El directivo de ING sostiene que no debe faltar en ninguna cartera, aunque sea en pequeña proporción, pero “sin intentar replicar su peso en el PIB mundial” hasta que no se convierta en un mercado desarrollado a todos los niveles.

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