A lo largo de la última década, el número de pensionistas del sistema público ha engordado en un 13%, mientras que el número de cuentas partícipes en planes de pensiones son ahora un 9,3% menos que hace diez años. Incluso en lo que va de este 2018 en el que las manifestaciones por una jubilación digna han inundado las calles de las ciudades, el número de ahorradores con planes de pensiones privados ha caído más de un 1% en España, según los últimos datos de Inverco.

A pesar del clamor de las calles en los últimos meses, que arrancó de la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo el compromiso de vincular las pensiones públicas a la inflación, no parece que el temor a una jubilación empobrecida haya calado en la sociedad. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sitúa las pensiones entre las tres principales preocupaciones de solo un 11% de los españoles. Un sonoro 89% no sitúa su situación financiera tras la jubilación entre sus grandes quebraderos de cabeza.

Un panorama que, según los expertos en materia, bien habla de exceso de confianza en un sistema público que sin complementos se pone en entredicho un día tras otro o bien de despreocupación gracias a la seguridad que puede aportar la opción por terceras vías, como las cada vez más demandadas rentas vitalicias. Hasta septiembre, 23.000 personas habían pasado su patrimonio a esta modalidad de seguro, el doble que hace un año.

Los analistas del sector explican el auge de estas rentas vitalicias por la falta de rentabilidad que abunda en los planes de pensiones que se comercializan en España. Apenas un 7% de estos productos logra ganancias para sus partícipes en lo que va de este turbulento año 2018. La cuestión del rendimiento es uno de los cuatro principales escollos que desde la industria se apunta para la pérdida de peso de estos planes entre los españoles.

Sin embargo, no todos los españoles se enfrentan igual a su jubilación en lo que a previsión financiera se refiere. El último Observatorio Inverco sobre la industria muestra que mientras un 30,9% de los segovianos tiene contratado un plan de pensiones privado, solo un 11,3% de los onubenses hacen lo propio. La media nacional que resulta de cruzar los datos de población española del Instituto Nacional de Estadística (INE) con las de las cuentas partícipes de estos productos que aglutina Inverco está en un 16,4%.

LOS PACENSES SE VUELVEN MÁS PREVISORES

Las cifras de la patronal española dejan a siete comunidades autónomas por debajo de esta cota. La región más rezagada es Asturias, donde solo un 12,7% de sus habitantes censados tienen contratado un plan de pensiones. Por si fuera poco, en el último año las cuentas partícipes han caído un 7,29%, solo por detrás de Alicante (-10,74%) y Murcia (-7,5%).

Al otro extremo, sus vecinos de La Rioja son los más previsores: ahí la tasa se eleva hasta el 23,2%. No obstante, el número de partícipes cae un 2,97%. Hay que irse hasta Badajoz para encontrar la provincia en donde más nuevos partícipes han entrado en el último ejercicio, un 5,91% más de pacenses se han puesto a cubierto para su jubilación.

El recuento nacional refleja una huida de 195.673 cuentas partícipes en el último año completo para el que Inverco tiene cifras. Esto se traduce en un retroceso del 2,5%. Los datos para el País Vasco se quedan cojos, pues, aunque solo reflejan un 2,4 de ciudadanos cubiertos para su jubilación más allá del sistema público, no se contabilizan los partícipes de Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV) más extendidas en esta autonomía.

En el mejor de los casos, ni siquiera se alcanza un tercio de la población a cubierto para asegurarse un nivel de ingresos y vida similar al que gozaba durante su vida laboral. Mientras, el debate de las pensiones dignas sigue en la calle mientras el Gobierno ultima fórmulas para ser capaz de asumir su indexación al IPC. Sin embargo, parece que el asunto se libra más en el terreno de la dialéctica que en el bolsillo de cada casa.