La resaca por el tono de extrema cautela desplegada por la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) pasa factura en el mercado secundario de renta fija. La rentabilidad de los bonos periféricos de la Eurozona sube con fuerza este viernes y los papeles españoles a diez años marcan los tipos más altos de los últimos tres meses.

A pesar de que los rendimientos que ofrecen los bonos soberanos europeos siguen en zona de mínimos históricos, la remontada de los últimos dos días ha servido para volver a cotas desconocidas desde antes del que el BCE anunciase la "recalibración" de estímulos que implementó en su reunión de diciembre.

Este viernes, el rendimiento del bono español a diez años marcaba máximos intradía en el 0,152%. Hay que remontarse al 15 de octubre del año pasado para encontrar una rentabilidad 'tan' elevada al cierre de una sesión, si bien la tensión se relajaba a medida que avanzaba la negociación este viernes y los tipos se suavizaban ligeramente con respecto a este pico de primera hora.

Cautela en Fráncfort

Aunque el mensaje de prudencia del BCE calaba también en los bonos de las economías centrales de la Eurozona, no empapaban tanto su cotización. Como resultado de un 'bund' alemán que tan solo veía reducida su rentabilidad negativa al 0,51%, la prima de riesgo española subía ligeramente hasta los 63 puntos básicos.

En el caso de Italia, la brecha entre sus bonos y los germanos volvía a rebasar los 120 puntos básicos en esta última sesión de la tercera semana de un 2021 en el que la recuperación económica podría terminar concretándose con mucha menos fuerza de la que se venía estimando. En este sentido, la mayor incidencia de la Covid-19 en el país transalpino se traducía en una prima más abultada que la de Grecia en algunos compases de la sesión.

La progresiva reducción de expectativas de remontada económica que se viene produciendo en las últimas semanas está en el origen de esta remontada de tipos. En este sentido, el panel de economistas del BCE ha rebajado al 4,4% su estimación para el PIB de la Eurozona en 2021, lo que supone nueve décimas menos que en su proyección anterior.

Este toque de atención se suma a los muchos con los que trufó su mensaje la presidenta de la institución monetaria. Además, por primera vez, reconoció abiertamente la posibilidad de que no se consuma por completo toda la munición que ha preparado a través del Programa de Compras Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés). Una alternativa que, de confirmarse, supondría una menor intervención en el mercado secundario.

Incipiente reflación

De momento, el programa solo ha consumido un 42,2% de los 1,85 billones de euros con los que está dotado. A lo largo del pasado ejercicio, según declaró el vicepresidente del BCE, el exministro Luis de Guindos, la institución se hizo a través de sus distintos programas con una cantidad de deuda nacional superior a los 120.000 millones de euros, por encima de la emisión neta celebrada por el Tesoro Público a lo largo del año. 

Por otra parte, los analistas señalan hacia las tensiones inflacionistas que se han apreciado en algunas economías del bloque comunitario. Aunque en plena cresta de la tercera ola de contagios y confinamientos es difícil aventurar que estos repuntes irán más allá de lo anecdótico, este factor también ha venido impulsando tímidamente las rentabilidades exigidas a los bonos emitidos por los estados de la región.

Esto ha ocurrido con más notoriedad en EEUU, donde la Reserva Federal (Fed) ya ha consagrado la posibilidad de permitir durante un espacio amplio de tiempo un encarecimiento de la cesta de la compra superior al 2%. No obstante, también se ha dejado notar en las últimas subastas celebradas por el Tesoro Público español, donde las arcas públicas han tenido que asumir unos tipos ligeramente más altos para sacar adelante sus emisiones.

Noticias relacionadas