Javier Monzón prepara su asalto a la presidencia ejecutiva de Prisa con plenos poderes en la gestión diaria del grupo empresarial editor del diario El País, Cadena Ser y Santillana. Las informaciones confirmadas por este diario indican que el actual presidente no ejecutivo de la compañía busca apoyos dentro de los accionistas y consejeros del grupo para poder dar este salto.

El matiz de pasar de ser presidente no ejecutivo a presidente ejecutivo es clave para entender la gobernanza de la compañía. Si Monzón es elegido presidente con plenos poderes, pasará a ostentar todo el control en las decisiones estratégicas, una acumulación de atribuciones que solo ha tenido en la compañía Jesús de Polanco y Juan Luis Cebrián.

Que Monzón sea presidente ejecutivo implicaría, además, que Manuel Mirat, actual consejero delegado, pierda peso en la gestión de Prisa y se rompa el compromiso de los accionistas que forzaron la salida de Cebrián en noviembre de 2017, mediante el cual se acordó potenciar un CEO fuerte y sin injerencia de parte del consejo de administración.

El eventual nombramiento de Monzón sería un nuevo capítulo en la guerra que mantiene el directivo con Amber, accionista mayoritario con el 29,8%, pero que tiene en su contra el frente de empresas españolas accionistas (Santander y Telefónica) que consideran que Prisa no debe estar en manos de fondos activistas.

Después de que Amber pidiese la salida de Monzón en septiembre del año pasado tras su imputación en el caso Púnica, las relaciones se han tensado aún más. De hecho, en los últimos seis meses el actual presidente no ejecutivo ha comenzado a ganar terreno reforzando sus apoyos entre el ala "españolista" del consejo y tendiendo puentes con Moncloa.

Nombramiento de Moreno

Su objetivo es contener el avance de Amber -que ha descartado realizar una opa por Prisa por no encontrar socios españoles- y para ello ha pedido plenos poderes a las compañías que le apoyan. De momento, no hay nada decidido, pero no se descarta que pueda materializarse su nombramiento antes de que cierre el año.

De momento, su primer triunfo ha sido supervisar y lograr el nombramiento de un nuevo director en El País, el medio más influyente del grupo. Movió ficha para que Javier Moreno volviese a ser el director del diario, enviando además un mensaje de tranquilidad a las principales empresas españolas.

En su primera etapa como director (desde 2006 a 2014) Moreno fue acusado de ser solo la correa transmisora de las decisiones de Cebrián y de ser extremadamente cercano al mundo empresarial. 

Por otro lado, Monzón también busca reforzarse ante la complicada situación financiera de la compañía. Prisa debe realizar otras dos amortizaciones parciales y obligatorias de deuda el 31 de diciembre de 2020 y 2021 por importes de 15 y 25 millones de euros, respectivamente. Y debe pagar el grueso de la deuda (1.500 millones) en noviembre de 2022. Si analizamos el impacto que puede tener el coronavirus en sus cuentas, parece difícil que hoy por hoy se puedan consolidar estos hitos y todo parece aconsejar que el grupo debe cerrar cuanto antes la renegociación con la banca de nuevos acuerdos para aliviar una deuda cercana a los 1.500 millones de euros.

Una larga historia

En medio de la negociación con la banca y con el consejo de administración paralizado, Monzón quiere ganar terreno para poder impulsar una eventual ampliación de capital que dé entrada a nuevas empresas españolas que arrinconen a Amber dentro del consejo y que equilibren su influencia.

Con la acción en mínimos históricos de 0,58 euros y la necesidad de tomar soluciones urgentes, lo que más necesita Prisa es un núcleo duro de accionistas que no estén periódicamente disputándose el control de la empresa.

Una baza que juega Monzón situándose como el único que podría traer la paz a la compañía.

Sería el fin de un largo camino para Monzón. En octubre de 2017 se postuló como presidente de Prisa en sustitución de Cebrián como presidente ejecutivo, un nombramiento fallido por las reticencias del que todavía era máximo ejecutivo de la compañía.

En noviembre y diciembre de este mismo año, Amber, Santander y Telefónica llegaron a un acuerdo apoyando la salida de Cebrián y comprometiéndose a suscribir la ampliación de capital. Santander fue el banco colocador, financió las ampliaciones de los Polanco y ayudó a otros accionistas. A cambio, se aseguraron el desembarco del propio Monzón como presidente de la Comisión de Nombramientos del consejo de administración.

En febrero de 2018 Javier Monzón fue nombrado vicepresidente no ejecutivo de Prisa, todavía con el apoyo de Amber. El ex presidente de Indra comenzó a convertirse en figura clave dentro del nuevo consejo del editor del diario 'El País' y con su presidencia en el punto de mira.

Callejón sin salida

Una carrera meteórica que continuó en diciembre de 2018 cuando fue nombrado presidente no ejecutivo, ya con reticencias de Amber, pero con el apoyo del resto de los accionistas de la compañía. 

En abril de 2019 Monzón buscaba equilibrar la balanza cerrando el nombramiento de de Joseph Oughourlian, representante de Amber, como vicepresidente no ejecutivo. Con este movimiento, el presidente no ejecutivo evitaba un choque de trenes entre los dos poderes dentro del consejo: los accionistas aglutinados en torno al Banco Santander y su representante Monzón y Amber, el fondo que controla casi un tercio del grupo.

Pero todo comenzó a torcerse meses después y, actualmente, la situación es insostenible. Una callejón sin salida en el que todo podría resolverse en los próximos meses.

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