Las claves
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“El mundo está cambiando y Nestlé necesita cambiar más rápido”. Con esa frase Philipp Navratil, CEO de Nestlé, justificó los 16.000 despidos que pretende realizar la multinacional en dos años. Unas palabras que, analizadas, van más allá al expresar implícitamente el problema al que se enfrenta toda la industria, con especial afectación en España.
Detrás de estos recortes está “el crecimiento de la marca blanca con enseñas como Mercadona apostando por ellas en España o Lidl en Alemania”, explica a EL ESPAÑOL-Invertia Mariano Iñigo, profesor de EAE Business School.
Este fenómeno ocurre en todo el mundo y lo que provoca, principalmente, es que haya menos espacio para las marcas de fabricantes en los lineales. Algo que, por tanto, afecta a sus ventas.
De hecho, como consecuencia de ello la innovación de los fabricantes ha caído un 50% desde 2010 en España, alcanzando el menor número de lanzamientos de la historia, según la patronal Promarca.
Actualmente, la marca blanca tiene un peso de casi el 46% en la cesta de la compra, según datos de la consultora Kantar.
Desde la época de la pandemia ha ido en aumento y ha provocado que el peso de los fabricantes se haya hundido en los lineales de las tiendas.
Mercadona es su mayor estandarte, pero otras como Lidl y Aldi también refuerzan sus marcas propias. Dia, por su parte, ha equiparado el surtido al 50% entre ambas marcas.
Hacendado, la marca blanca de Mercadona.
Su bajo precio contrasta con el de las marcas de fabricantes, cuyos precios “no han bajado debido al aumento del precio que las materias primas e insumos están experimentando”, señala el experto, quien, por desgracia, avanza que los precios de los alimentos no parece que vayan a bajar.
“A medio plazo la industria no tendrá capacidad de bajar costes salvo que sea reduciendo empleos”, dice el profesor de EAE Business School. Eso es precisamente lo que ha hecho Nestlé para conseguir un ahorro de 3.200 millones.
Pero el de Nestlé no es un caso aislado a nivel mundial. Unilever (Ben & Jerry's y Dove) anunció la eliminación de 3.200 puestos de trabajo en sus oficinas de Europa antes de finales de 2025.
Y el matrimonio formado por Kraft y Heinz anunció su división este año en dos nuevas empresas independientes. Aquí no ha habido despidos, pero sí han tenido que recurrir a esta fórmula para tratar de ser rentables por separado.
Situación en España
En España, los casos de empresas de alimentación que han acometido reestructuraciones son ya unos cuantos.
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En los últimos tres años, Bimbo ha despedido a 600 trabajadores.
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La dueña de Primark, Associated British Food (ABF), puso en marcha este año un ERE para 194 de Azucarera. Además, anunció el cierre de la histórica planta de La Bañeza (León).
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PepsiCo (Lay's, Cheetos, Doritos, Pepsi o Kas) cerró un acuerdo con los sindicatos UGT y CCOO para llevar a cabo un ERE que se rebajó a 177 empleados.
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González Byass (dueña de Tío Pepe) ha anunciado una reestructuración de su negocio que conllevará el despido de trabajadores. No ha dado cifras, pero sí razones: impacto de aranceles, inflación y cambios en los hábitos de consumo.
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Hasta una cadena de supermercados como Alcampo se ha visto afectada por la nueva forma de consumir. En su caso, el problema es el formato de venta, más enfocado al hipermercado y menos a las tiendas de conveniencia o de proximidad.
La cadena gala tuvo que despedir a cerca de 600 trabajadores y cerrar 16 tiendas. Su caso pone en relieve la crisis que vive el hipermercado que, casualmente, es la superficie comercial que más espacio da a las marcas de fabricantes.
En nuestro país también estamos viendo como grandes compañías diversifican su estrategia. Por ejemplo, el grupo cervecero Mahou-San Miguel se ha metido en el negocio del café.
Por su parte, Calidad Pascual no ha dejado de innovar en busca de otros tipos de consumidores con productos de proteína.
Hábitos de consumo
Los ejemplos en nuestro país sirven para explicar otro factor que incide en la crisis de esta industria: la alimentación ya no es prioritaria para los consumidores.
“Estamos dispuestos a reducir el presupuesto en la cesta de la compra y anteponer otro tipo de gastos más altos como comprarse un móvil”, señala el experto.
A esto hay que sumar que estamos asistiendo a una “reformulación en los hábitos de consumo a corto plazo”, añade.
Es decir, la comida preparada o lista para consumir en los supermercados está ganando espacio en detrimento de las propias marcas y hasta de la hostelería.
La sección de comida preparada para llevar del Hipermercado Eroski de A Sionlla (Cedida).
Ya lo dijo el presidente de Mercadona, Juan Roig: “a mitad del siglo XXI no habrá cocinas”. Si no se cocina en casa y se consume comida preparada en los supermercados, muchas marcas de fabricante verán cómo sus ventas se reducen aún más.
Por último, una alimentación más enfocada a comer de forma saludable (con menos azúcar o menos graduación alcohólica) también afecta a algunas de estas multinacionales y, como hemos visto en España, a ciertas bodegas de vino.
