Esta semana, el mundo del vino se vistió de luto. Alejandro Fernández, el fundador de Grupo Pesquera, ahora Familia Fernández Rivera, murió el pasado fin de semana a los 88 años de edad. Tras de sí deja un legado histórico en la DO Ribera del Duero como impulsor y defensor, pero también una guerra familiar que ensombreció sus últimos años de vida. 

Y los ensombreció por un litigio judicial con parte de su familia, entre ellas sus hijas, por discrepancias en la gestión del Grupo y del negocio vinícola.

La familia quedó dividida en dos tras la separación del matrimonio que formaban Alejandro y Emilia. Esto provocó que las hijas tomaran partido por uno de sus progenitores. Eva, la enóloga, apoyó a su padre; y Olga, Lucía y Mari Cruz, se pusieron del lado de su madre, la postura más partidaria de modernizar la empresa.

Alejandro Fernández en los viñedos de Pesquera durante una entrevista con EL ESPAÑOL. Silvia Pérez.

Emilia y sus tres hijas se quedaron con el control de la empresa bodeguera con algo más del 50% de las acciones del Grupo Pesquera, mientras que Fernández y su otra hija no lograron retener la mayoría accionarial. De hecho, esta última fue despedida de la bodega por sus propias hermanas en septiembre de 2018. Fernández también fue expulsado. 

Ese hecho supuso la ruptura total de relaciones entre las dos ramas de la familia. El enfrenamiento dio paso a un proceso judicial. La Fiscalía Provincial de Valladolid presentó una denuncia ante los Juzgados de Instrucción por presuntos delitos de falsedad en documento mercantil y público, administración desleal y de tipo societario, en relación con una operación realizada para echar al fundador de la administración de las bodegas.

Cambio de nombre

El proceso judicial continuó y se encarnizó. Pero hubo un hecho que reflejó la dura pelea familiar. En abril de 2019, se produce un cambio en la denominación del grupo, que pasó a llamarse Familia Fernández Rivera. Esto supuso la ruptura con el pasado de la bodega y la apertura a una nueva época, aunque se quiso revestir como una fórmula para modernizarse y adaptarse a los nuevos tiempos. 

“Si las ideas de mi padre se consumaron y trajeron consigo a uno de los mejores vinos del mundo fue gracias a la dedicación y esfuerzo de toda una familia”, aclaró en ese momento Lucía, la actual directora del grupo, hija de Alejandro Fernández y Emilia Rivera.

En 2020, el divorcio sin acuerdo económico entre las partes no frenó el enfrentamiento. Solo su muerte ha permitido dejar a un lado los roces. La bodega mantiene un mensaje de pésame en su web.

“Lamentamos comunicar que debido a la triste noticia del fallecimiento de nuestro fundador Alejandro Fernández, estas instalaciones y todas las empresas de Familia Fernández Rivera permanecerán cerradas las próximas 48 horas, exceptuando los trabajadores esenciales, en señal de duelo. Rogamos una oración por su alma. Descanse en paz”, reza el mensaje.

Y ahora, con la muerte del fundador de la bodega, se abre un nuevo capítulo, quizás el último. En las próximas semanas, se leerán las últimas voluntades de Alejandro Fernández. Y será precisamente aquí donde se podrá ver la verdadera brecha que ha dejado la guerra familiar.

Su legado

Hablar de Alejandro Fernández es hablar de uno de los bodegueros míticos de la DO Ribera del Duero, pero también del sector vinícola en España. Alejandro Fernández creó su primera bodega en 1972 en la localidad de Pesquera de Duero (Valladolid), ubicada en plena milla de oro del vino español

A partir de entonces trabajó en sus vinos y en hacer de la DO Ribera del Duero lo que es hoy en día. Su gran reconocimiento llegó cuando el gurú internacional Robert Parker concedió 98 puntos a Tinto Pesquera y lo comparó con el legendario Petrus. Todo un hito.

Además, como curiosidad, sus vinos están unidos al cantante Julio Iglesias, quien confesó en alguna ocasión "haber hecho muchos hijos" con el Pesquera.

Su plan de expansión le llevó a seguir creciendo en otras regiones. Puso en marcha bodegas en distintas zonas: Condado de Haza, en Ribera del Duero; Dehesa La Granja, en Zamora; y El Vínculo, en Ciudad Real. Sus crianzas y reservas tuvieron gran aceptación en los mercados internacionales, especialmente en Estados Unidos.

Actualmente, el grupo cuenta con cuatro bodegas, un hotel y una plantilla de más de 120 personas. Los vinos y productos de Familia Fernández Rivera se comercializan en más de 70 países.

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