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Carlos Torres, presidente del BBVA y Josep Oliu, presidente del Sabadell, libran estos días las últimas jugadas de la partida de póker que llevan librando desde hace 16 meses.

El ganador se va a decidir en apenas 20 días, así que tanto uno como otro tratan de buscar una 'escalera real de color' que les permita dar el golpe de gracia y convertirse en vencedor.

En apenas semana y media, por plazos legales, podrán seguir desplegando sus estrategias. A partir de ahí sólo quedará ver qué dicen los accionistas del Sabadell. Es decir, los dueños del banco azul que, por cierto, pueden pronunciarse desde el pasado día 8.

Por ahora sabemos que Torres no quiere subir el precio de la oferta y que está convencido de que pese a las trabas impuestas por el Gobierno conseguirá un gran negocio si el BBVA se hace con el Sabadell.

Los de Oliu, por su parte, negaban el pasado viernes en el informe del Consejo de Administración todas las ventajas a la operación que plantea el equipo del BBVA.

Sin embargo, aun queda por ver el último gran movimiento de la entidad vasca. Debe darse antes del día 24 y, según espera el mercado, pasaría por mover el precio al alza.

¿De qué manera? Poniendo dinero en metálico o mejorando el canje de acciones, tal y como reclama también el mayor accionista particular del Sabadell -que también es consejero-, el mexicano Daniel Martínez Guzmán.

Hasta el propio Josep Oliu ha reconocido que, pese al rechazo total a la operación, una eventual mejora del precio sería, cuando menos, estudiada.

Sobre todo a la vista de la postura del socio azteca, que ve opciones de que BBVA llegue a coger el 50% si cede y da más margen de ganancia.

El consejo del banco catalán se apalanca en casos recientes de opas bancarias europeas como las de Creval, UBI o Virgin Money.

En todas ellas la prima de control de una operación hostil como la que les atañe ha estado en rangos del 30% al 40%. Nivel muy lejano a la prima negativa que existe hoy día en la oferta del BBVA al Sabadell, y que se sitúa en torno al -9%.

Antecedentes europeos

En el banco catalán existe cierta confianza en que haya, finalmente, una mejora del precio de la acción.

Se basan para ello en antecedentes europeos. Por ejemplo, en la compra de Creval por Crédit Agricole en 2020, que fue hostil y se saldó con una prima del 45%. De hecho, esta es la referencia con la que trabajan los asesores del Sabadel.

Ese mismo año, Intesa Sanpaolo adquirió UBI Banca también con una prima del 45% en una opa igualmente hostil.

Un tercer antecedente más reciente es la integración de Virgin Money en Nationwide, que también se cerró con una prima en el precio del 38%. Pero en este caso la opa fue de carácter amistoso.

De hecho, el pasado viernes tanto Josep Oliu como su consejero delegado, César González-Bueno, estimaron que el valor fundamental de Banco Sabadell, según sus proyecciones, está entre un 24% y un 37% por encima de lo que ofrece el banco vasco.

Para el Sabadell toca ahora un cierto compás de espera. Aunque no van a parar. Este mismo lunes, después de los informativos, lanzarán una nueva campaña de publicidad destinada a convencer a sus accionistas de que la mejor opción es seguir en solitario.

En la cúpula de la entidad vallesana son conscientes de que, pese a los esfuerzos llevados a cabo hasta ahora, es difícil que un accionista del Sabadell pueda revalorizar más sus títulos de lo que lo ha hecho hasta ahora. Máxime si la entidad quiere seguir en solitario.

Esa es la baza que aprovecha Torres para ofrecer a los socios del banco catalán.

Los títulos del banco catalán están en máximos históricos y, por tanto, con la integración existe margen para un recorrido al alza gracias al nuevo contexto geoestratégico de más Unión Europea y financiaciones millonarias en energías verdes o defensa.

Pero tampoco nos engañemos: sin el Sabadell, BBVA seguiría siendo un banco líder, grande y competitivo, pero demasiado escorado a mercados como el de México, Turquía o Latinoamérica, y menos en Europa.

De ahí la importancia que tiene para el banco de La Vela hacerse con Sabadell, pues gana peso en España y también en el Reino Unido, además de reforzar algo su negocio en México.

Torres se cubre

Carlos Torres, por ahora, se mantiene en lo suyo. Algo que no entienden en la acera de enfrente. Hace apenas unos días un alto directivo del banco catalán decía 'off the record' que el folleto presentado por el BBVA "era un suicidio si no mejoraban la oferta". "Si no lo hacen, están locos", sentenciaba.

Sin embargo, Torres todavía se guarda varios ases en la manga. El documento presentado a la SEC de Estados Unidos (el equivalente a la CNMV), da varias pistas.

La primera, rebajar el margen de aceptación de la opa del 50% previsto al 30%. Es decir, una rebaja de 20 puntos.

El presidente de BBVA repite hasta la saciedad que el objetivo es obtener el apoyo de la mayoría y que la oferta "es la que es" y no se va a cambiar.

Pero introduce la coletilla de que todo depende del margen para "tomar el control" del Sabadell que le dé el resultado de la opa.

Ese tal vez sea el argumento más armado del banco catalán en su contrainforme de la pasada semana: la tremenda incertidumbre que pesa sobre una fusión a tres o cinco años.

El Gobierno, la economía... Todo puede cambiar y BBVA se adaptará a lo que más le convenga, dentro de la legalidad, en cada momento.

Carlos Torres, presidente de BBVA. BBVA.

La cifra del 30% ya le permite nombrar consejeros. Influir en el consejo de administración, definir estrategias. De este modo, Torres podría ir pergeñando poco a poco su conquista, aunque la gestión del Sabadell sea autónoma y separada del BBVA.

Es evidente que intenta convertir el obstáculo del Consejo de Ministros en una oportunidad.

Lo que más le preocupa es tener que lanzar una segunda opa para terminar de controlar el banco catalán. Mucho más que las demoras en la obtención de sinergias que le genera la zancadilla del Gobierno.

En ese sentido se pronuncia también el socio mexicano del Sabadell. En su voto particular, en el que prácticamente reclama al BBVA una mejora del precio, incorpora también una esperanza: "Que la política, siempre cambiante, reconsidera las restricciones impuestas en caso de que hubiera una operación exitosa".

Pero si BBVA se ve obligado a lanzar otra opa en metálico, para "tomar el control" del Sabadell en segunda vuelta, tendría que poner sobre la mesa casi 11.000 millones y dejaría temblando los ratios de capital que le exige el mercado.

Es lógico que Torres no quiera ni hablar de esa segunda oferta.

Por más que tenga más de 4.000 millones en exceso de capital y pueda cobrar un dividendo importante de los 2.500 millones de dividendo de TSB, el coste total de la operación es el equivalente al beneficio de todo un año. Algo complejo de digerir.

El tamaño importa

Las espadas están en lo alto y todos los escenarios están abiertos, con una sola convicción: los accionistas del Sabadell siempre van a ganar, al menos a corto plazo, en cualquiera de las resoluciones que tenga la pugna entre las dos entidades.

Ya han ganado, de hecho, pues sus títulos se han revalorizado más de un 100% desde que se lanzó la operación. .

Ahora solo les queda decidir si quieren estar en una entidad más grande -el tamaño importa y mucho en la banca europea que viene-, o seguir encastillados en su feudo catalán hasta que venga otro rival al que hacer frente, de dentro o fuera de España.

Josep Oliu, presidente de Banco Sabadell, tras la presentación del informe del consejo donde se rechaza la oferta de BBVA. Imagen cedida.

Llegar hasta aquí tras una batalla de 16 meses no ha sido fácil, con una de las opas más complejas y politizadas de la historia de este país.

Es curioso escuchar a Carlos Torres que si no hubiera habido filtración en abril del año pasado, la operación estaría hecha con otro recorrido más sensato y amistoso. Con un acuerdo político previo y sin recursos en Bruselas o ante el Tribunal Supremo.

Desde el inicio de la opa se ha dicho que todo es cuestión de precio. Si ese es el último as en la manga que le queda a Torres (y a Oliu), ¿por qué no lo aprovechan ambos para retomar un final del camino pactado y que nadie tenga que caer por el precipicio tras el duelo de titanes?

Con tanto dinero en juego, tal vez no tenga por qué perder nadie.