El Banco Central Europeo (BCE) endurece su discurso. El aumento de las provisiones como consecuencia de la crisis obliga al sector bancario a acelerar la reducción de costes para frenar el desplome de su rentabilidad. Y el organismo monetario lo tiene claro: quiere fusiones y las quiere ya. 

Así lo expresó ayer el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, durante unas jornadas organizadas por la APIE, en las que dejó claro que pese al esfuerzo por mejorar en eficiencia vía reducción de costes, el cierre de oficinas no será suficiente para apuntalar la rentabilidad. Y eso que desde el pico de 2008, la banca ha reducido en un 47% su red y en un 35% la plantilla, según cálculos de la Asociación Bancaria Española (AEB). No importa. La consolidación debe ser "rápida y urgente".

Acompañando a este proceso que tendrá que continuar en los próximos años, el organismo presidido por José María Roldán coincide con el BCE en que las fusiones “son el camino para ganar en eficiencia”, un proceso del que, de momento, recelan los principales directivos bancarios del país, centrados ahora en la financiación a empresas y familias. “Si podemos hacer procesos rápidos e indoloros, mucho mejor”, señala Roldán.

El ROE... y el ROA

Lo cierto es que durante estos meses de crisis los principales ratios de rentabilidad del sector han caído a plomo. No hay más que echar un vistazo a las cuentas semestrales de las entidades cotizadas para comprobarlo. Dentro de las mismas, los inversores vigilan cada vez más de cerca el ROA de las entidades, al ser un indicador que mide la rentabilidad sobre los activos totales. Pues bien, la media de los seis bancos del Ibex se ha desplomado al 0,12% a cierre de junio, desde el 0,32% del primer trimestre. Es decir, el sector apenas extrae 0,1 euros de beneficio por cada 100 que moviliza con sus activos.

En términos de rentabilidad, las entidades tampoco salen bien paradas al analizar su ROE (rentabilidad sobre recursos propios), que durante la crisis ha ampliado con contundencia su brecha con el coste de capital (la rentabilidad mínima que un inversor exige, en teoría, para invertir en una entidad). A cierre de junio, y según las cuentas semestrales, el ROE medio ronda actualmente el 2,5%. Y el BCE ya ha advertido de que la rentabilidad sobre capital que espera el consenso para este año (para la banca europea en su conjunto) se sitúa por debajo del 2%. Y apenas superará el 3% en 2021.

Oficina de Banco Santander en Reino Unido, donde la entidad ha llevado a cabo un ajuste contable de 6.101 millones.

La cifra cobra mayor dimensión si se tiene en cuenta que, antes de la crisis, el retorno de capital rondaba el 6%, mientras que el mercado reclamaba al sector un coste de capital de entre el 10% y el 12%.

Las fuertes provisiones para hacer frente a la pandemia y el deterioro por fondo de comercio adelantado por algunas entidades como Santander o BBVA están detrás del desplome. La entidad cántabra presenta una rentabilidad frente a sus activos (ROA) negativa del -0,51% frente al 0,54% del cierre de 2019. Su ROE cayó en junio al -9,3% desde el 6,6% de finales del pasado año como consecuencia de las pérdidas contables de más de 10.000 millones tras dotar el fondo de comercio.

El ROE de Bankia se ha desplomado del 6,3% al 2,2% este año, mientras que el de BBVA cae del 9,9% al 4,1%. El rendimiento que saca a sus activos la entidad de origen vasco es del 0,35%, excluyendo el deterioro del fondo de comercio de EEUU por importe de 2.084 y 1.318 millones de euros, realizado a a finales de marzo y de 2019, respectivamente.

CaixaBank y Bankinter aguantan con una rentabilidad del 4,7% y del 7,56%, respectivamente. La entidad comandada por María Dolores Dancausa se mantiene en puestos de liderazgo pese a sufrir también una brusca caída desde el 13% alcanzado a finales de 2019. En el caso de Sabadell, el ROE ronda el 2%, según sus últimas cuentas semestrales.

Sólida posición de partida, pero insuficiente

Pese a que todos coinciden en que el sector bancario cuenta con una sólida situación de partida para afrontar la crisis, nadie duda de que la morosidad repuntará con fuerza cuando se acaben los plazos de las moratorias y los avales públicos. Y la incertidumbre actual hace muy difícil creer que la recuperación económica será suficiente para evitar los impagos de familias y empresas.

En este entorno, las propias entidades reconocen que ese potencial deterioro de la calidad de los activos requerirá de esfuerzos adicionales para reducir costes, pero de momento centran su estrategia en planes de digitalización. Solo Bankia y Sabadell han dejado la puerta medio abierta a entrar en el proceso de consolidación. Pero el BCE insiste: “Tras la pandemia, las medidas de ajuste son aún más imprescindibles y la consolidación bancaria puede ser un instrumento útil”.

El Banco de España coincide con esta idea. Pero su discurso es algo más cauteloso, al indicar, como lo ha hecho la AEB, que estos procesos deben llevarse a cabo solo si lo aprueban los accionistas. Es decir, debe ser una decisión empresarial y no forzada por las instituciones.

En este sentido, es cierto que el organismo monetario no cuenta con herramientas que obliguen a estas operaciones y, pese a la presión, todo parece indicar que las entidades esperarán al menos hasta el próximo año para valorar el impacto real de la pandemia. A partir de ahí, podrán empezar a cortejar a sus competidores. 

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