Banco Santander reduce al mínimo su exposición a la deuda española. Según explicó el consejero delegado de la entidad, José Antonio Álvarez, durante la presentación de cuentas del primer trimestre, la inversión en bonos españoles apenas supone ya 10.000 millones de euros en su cartera de bonos españoles, desde los 20.000 millones de euros de hace justo un año. Es decir, el banco cántabro ha reducido a la mitad su exposición al sector público español.

El movimiento se produce en un periodo en el que la rentabilidad del bono a diez años (que se mueve de manera inversa al precio) ha oscilado entre las caídas que la llevaron a mínimos cercanos al 0% en agosto de 2019 al repunte de hasta el 1% que ha llegado a tocar recientemente. 

Desde el banco cántabro descartan pronunciarse sobre la estrategia con estos activos de renta fija que, según indican fuentes consultadas, tendría que ver más con decisiones y movimientos automáticos de cobertura del margen de intereses que con una desconfianza sobre la evolución de la economía española en sí. Y eso que las perspectivas que maneja la entidad cántabra no son nada halagüeñas.

Perspectivas sobre la economía

Teniendo en cuenta la incertidumbre sobre la duración de la crisis y la rapidez de la recuperación, Banco Santander maneja un escenario que, según indica el propio Álvarez, está en línea con las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya anticipa una caída del 8% del PIB español este año.

Tenemos deuda pública por dos razones: la demanda de los clientes, porque somos creadores de mercado, y para la gestión de riesgos de interés”, recordaba Álvarez durante su comparecencia ante los medios de comunicación.

Sin más especificaciones, los analistas consultados recuerdan que las entidades financieras incluyen las plusvalías por la venta de sus carteras de renta fija en el ROF (Resultado de Operaciones Financieras), que en los últimos años había mantenido su fortaleza frente a la debilidad del margen de intereses del sector.

De hecho, las carteras de renta fija fueron durante los años de crisis el salvavidas de los bancos para compensar, en parte, el desplome de los ingresos por su actividad tradicional, aunque su aportación a la rentabilidad también ha vivido serios sobresaltos en épocas de agitación política en algunos países como Italia o España.

El impulso de la diversificación

Es cierto que, por la diversificación geográfica de su negocio, Banco Santander es menos dependiente que otras entidades a la evolución de estas carteras de renta fija. Pero en un entorno de tipos negativos y con la rentabilidad de los bonos lejos de las cifras de antaño, cualquier aportación es buena para la foto final de ingresos.

En este sentido, el banco comandado por Ana Botín reconoce que, solo en su negocio en España, el beneficio ordinario del primer trimestre cayó un 1% hasta los 352 millones de euros precisamente “por el impacto en el margen de intereses de los menores saldos medios y menores carteras ALCO”.

Del mismo modo, en el conjunto de una Europa de tipos de interés en mínimos, el beneficio de la entidad cayó un 21%, también por menores ingresos (margen de intereses y ROF) afectados por la caída de las carteras ALCO.

Según su último informe anual, la exposición total a valores representativos de deuda española del Santander se situó, a cierre de 2019, en 42.054 millones de euros, una cifra que también se ha reducido notablemente desde los 50.488 millones de euros de 2018 y los 59.196 millones de 2017. Los analistas explican que este dato incluye, además de bonos soberanos, otros activos destinados, por ejemplo, a determinadas operaciones de trading u otro tipo de coberturas.

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