Fue a comienzos del mes pasado cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dejaba más claro que nunca que la defensa del medio ambiente iba a tener un peso destacado el nuevo Ejecutivo. 

En una comparecencia ante los medios, Sánchez reseñaba que la que ahora comienza va a ser una "legislatura verde", insistiendo en que España va a dar un "paso al frente" para aumentar su compromiso en reducción de emisiones en gases contaminantes.

Un compromiso del Gobierno que tiene un nombre destacado detrás, el de Teresa Ribera. Quien fuera la ministra para la Transición Ecológica durante la pasada legislatura ha sido confirmada este jueves como la cuarta vicepresidenta del nuevo Gobierno, junto con Nadia Calviño, Carmen Calvo y Pablo Iglesias.

En concreto, fuentes de Moncloa han confirmado que Ribera será la vicepresidenta para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, de forma que la España vaciada adquirirá aquí el protagonismo que partidos como Teruel Existe han exigido a Sánchez para ofrecerle su apoyo. 

Así las cosas, ambas patas se convierten en "prioridad" del nuevo Gobierno, que bajo el nuevo paraguas deberá poner en marcha medidas para combatir la despoblación. En esto, las decisiones que el ministerio sea capaz de tomar para paliar los daños de los cierres de las centrales de carbón, por ejemplo, serán determinantes.

El nombramiento de Ribera, que se confirma tras fuertes rumores en el sector energético durante los últimos meses, refleja las inquietudes del nuevo Ejecutivo formado por PSOE y Unidas Podemos por seguir dando pasos en la transición energética, en un momento en el que no solo los gobiernos sino también las empresas se mueven en esa línea.

'Blindaje' empresarial

En este sentido, con esta vicepresidencia Sánchez 'blinda' el papel de Ribera con las empresas energéticas, que durante la pasada legislatura fue muy destacado.

De este modo, las compañías, que mantuvieron una relación fluida y se sentaron con la ministra en varias ocasiones (para negociar desde el tema nuclear hasta la transición "justa"), respiran confiando en que la estrategia del nuevo Gobierno no variará demasiado respecto a los últimos meses.

Un movimiento que deja fuera las pretensiones de Unidas Podemos, que en su programa electoral apostaba, entre otras cosas, por crear una empresa pública de energía y cerrar las centrales nucleares antes del fin de 2024, diez años antes de lo firmado por el Gobierno de Sánchez y las eléctricas.

Fuerte apoyo interno

Cabe destacar, no obstante, que Ribera jamás estuvo sola durante el último mandato. En varias ocasiones, como durante su intervención en el EFE Foro Líderes, previo a la Cumbre del Clima, se rodeó otros seis ministros del Gobierno, como muestra de la relevancia y la transversalidad del ministerio, algo que Ribera ha defendido a capa y espada.

Una defensa a ultranza de la necesidad de que todas las carteras estén involucradas en la lucha contra el cambio climático que hoy se confirma con el nombre de la ministra sobre la mesa como vicepresidenta del Gobierno. 

La COP25, el punto álgido

Para muestra, un botón. La Cumbre del Clima (COP25), celebrada el pasado diciembre, no hizo sino confirmar el interés del Gobierno de España por demostrar su fortaleza y su capacidad de destacar en este tema.

No en vano, tras la renuncia de Chile, el Ejecutivo logró organizar en apenas un mes un encuentro cuyos preparativos suelen suponer, de forma habitual, más de un año de trabajo.

Era la guinda a una legislatura en la que, a contrarreloj, Ribera y su equipo enviaron a Bruselas el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), acompañándolo de la Estrategia de Transición Justa, y puso sobre la mesa el texto de la Ley de Cambio Climático.

Una legislatura en la que el sector energético vivió un terremoto con el fin del carbón en marcha y un calendario sobre el cierre nuclear firmado. Todo apunta a que, con una de las vicepresidencias, los planes de Ribera se harán todavía más fuertes.

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