Bruselas

Inflación, inflación e inflación. Es el nuevo miedo que recorre todas las capitales europeas y que se ha convertido en el principal punto de la agenda de las reuniones del Eurogrupo y del Ecofin que se celebran el próximo lunes y martes en Bruselas. Los ministros europeos de Finanzas temen que la fuerte subida de precios de los últimos meses provoque "efectos de segunda ronda" al trasladarse a las negociaciones salariales. Una espiral inflacionista que amenaza con acabar asfixiando la recuperación pospandemia

Propulsada por el alza imparable de la energía y por los cuellos de botella en las cadenas de suministro mundiales, la inflación en la eurozona se disparó al 4,1% en octubre, su nivel más alto en 13 años.

En España, los precios escalaron por encima de la media comunitaria hasta alcanzar el 5,5%, la tasa más elevada de los últimos 29 años. Unas cifras que provocan escalofríos entre los dirigentes de la UE porque son mucho más elevadas de lo previsto hace apenas unos meses.

La alarma por la inflación es tal que, por primera vez en mucho tiempo, los ministros europeos de Finanzas han introducido un punto específico sobre los precios en el debate sobre la situación económica, tanto el lunes como el martes.

El punto de partida de la discusión será que la recuperación mantiene su fortaleza: el crecimiento ha continuado a un ritmo sólido (2,2%) durante el tercer trimestre, según resalta un alto funcionario del Eurogrupo.

No obstante, esta cifra oculta importantes diferencias entre los Estados miembros: mientras que Francia (3%) e Italia (2,6%) han superado las expectativas, Alemania (1,8%) y España (2%) decepcionan. Según las últimas proyecciones, el crecimiento continuará en 2022, aunque a lo largo del año que viene el ritmo se va a ralentizar. La Comisión Europea tiene previsto actualizar sus previsiones económicas el 11 de noviembre.

Tomarse los riesgos en serio

Frente a esta perspectiva en general favorable de crecimiento, hay una creciente preocupación sobre la evolución de los precios. "Siembre habíamos esperado que las cifras de inflación subieran este año, pero el alza ha sido más rápida de lo esperado. Ahora estamos viendo niveles que no habíamos visto durante mucho tiempo", confiesa el alto funcionario.

La visión predominante es que esta inflación se debe a fenómenos temporales, que desaparecerán a lo largo del año que viene: el impacto del fin de la reducción temporal del IVA en Alemania, la escalada de los precios de la energía y los problemas en las cadenas de suministro mundial, "que no son inesperados, pero han resultado bastante más generalizados y persistentes de lo previsto".

"En conjunto, el escenario central es que volveremos a cifras de inflación más benignas, pero el proceso va a ser más lento de lo esperado. Y el riesgo de que haya efectos de segunda ronda en la formación de salarios es algo que claramente debe tomarse en serio y vigilarse de aquí en adelante", explica el alto responsable del Eurogrupo.

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, comparte en buena medida este análisis general, pero volverá a insistir en que la UE debe tomar más medidas para abaratar la factura de la luz. La 'caja de herramientas' que presentó Bruselas en octubre constituye un "paso en la buena dirección", pero España quiere ir "más allá" en una respuesta europea coordinada frente al alza de la energía.

Por lo demás, el Gobierno de Pedro Sánchez pone el énfasis en "la importancia de evitar una retirada prematura del apoyo" público a la economía, aunque sí es partidario de pasar de la barra libre total a "medidas más específicas enfocadas en los sectores más vulnerables", según explican fuentes del Ministerio de Economía. En cuanto a la política monetaria, se espera una "normalización progresiva a lo largo del año que viene". 

"Madame inflación"

Sin embargo, pese a que la inflación supera ampliamente su objetivo del 2%, el Banco Central Europeo (BCE) se muestra de momento impasible y mantiene el arsenal de estímulos desplegado para hacer frente a la Covid-19. Una política que contrasta con la de la Reserva Federal, que acaba de anunciar la reducción paulatina de su programa de compra de deuda, primer paso para la subida de tipos. 

La presidenta Christine Lagarde -a la que el periódico sensacionalista alemán Bild acaba de bautizar como Madame inflación- ha vuelto a insistir esta semana en que no habrá subida de tipos en la eurozona en 2022.

"Un endurecimiento indebido de las condiciones de financiación no es deseable en un momento en el que el poder adquisitivo ya está siendo reducido por el alza de las facturas de la energía y los combustibles, y supondría un viento en contra injustificado para la recuperación", se justifica la banquera francesa.

El programa de compra de deuda de emergencia frente a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) concluirá en marzo de 2022, como está previsto. Pero los analistas esperan un refuerzo del programa ordinario de compra de deuda (APP, por sus siglas en inglés) para cubrir en parte el vacío. Una decisión que debe adoptarse en la reunión clave del Consejo de Gobierno en diciembre

Sin embargo, los efectos de segunda ronda también preocupan al BCE, tal y como ha desvelado este viernes su vicepresidente, Luis de Guindos. "La inflación sin duda va a caer el año que viene, pero puede que la intensidad y rapidez de la caída no sea la que esperábamos hace sólo unos meses.

Y ahí es donde surge el problema. El problema es que si de alguna forma eso es así, las expectativas de inflación empiecen a subir y tengamos efectos de segunda ronda", ha dicho en una entrevista en 'Onda Cero'.

"Por lo tanto, lo fundamental es qué va a ocurrir con la negociación salarial, que por el momento no muestra un incremento, una indexación a la economía o un efecto de segunda ronda importante, pero que es donde tenemos que estar atentos porque eso sí puede modificar el entorno", avisa De Guindos.

Para evitar estos efectos de segunda ronda indeseados, el vicepresidente del BCE pide que en las negociaciones de convenios no se tenga en cuenta la actual tasa de inflación del 4,1%, que según insiste es "transitoria". A su juicio, la referencia debe ser la inflación subyacente -que excluye el precio de la energía y de los alimentos-, que marca ahora mismo un 2,1%. 

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