La puesta de largo más importante en mucho tiempo de la Unión Europea está a la vuelta de la esquina. La Comisión Europea ultima los detalles de su estreno en el mercado de deuda para nutrir las arcas que financiarán la factura de los planes de reconstrucción Next Generation. Un vuelco radical en las fórmulas que Bruselas ha empleado hasta la fecha para encarar sus sucesivas crisis.

El paso de gigante que supone para la Unión Europea esta experiencia piloto en la mutualización de su deuda podría llegar esta misma semana, según fuentes comunitarias. Antes de que acabe este mes de junio, a más tardar. Este es el calendario con el que ya se trabaja en Bruselas para captar el capital que hará posible que los países miembros puedan sobreponerse con mayor holgura del golpe de la Covid-19.

La primera llamada a la ventanilla de los inversores usará la fórmula de una subasta sindicada, es decir, pactada con los bancos colocadores. Un ejército de 39 entidades internacionales, entre las que figuran BBVA y Banco Santander, con las que se pactarán los términos de una emisión que será clave para definir las sucesivas operaciones que estén por venir y para las que se prevén múltiples colocaciones a mercado abierto.

Transparencia sin números

Como suele ocurrir en este tipo de transacciones inaugurales, el emisor novato ha evitado dar detalles de qué cifras y objetivos temporales específicos está manejando. Lo único que, de momento, es público es que la Comisión tiene la meta de captar “alrededor de 80.000 millones de euros en bonos a largo plazo en 2021 y utilizar decenas de miles de millones en letras europeas (EU-Bills) a corto plazo”.

En una estrategia que hasta ahora le ha funcionado al Banco Central Europeo (BCE), la Comisión ha evitado poner cifras concretas sobre el calendario. “El importe exacto [...] dependerá de las necesidades precisas de financiación, y la Comisión revisará su evaluación preliminar actual en otoño”, se ha limitado a señalar la institución en la que reside el gobierno de la UE.

No obstante, una vez eche a andar el mecanismo de financiación de los Next Generation se ha previsto la publicación de una “decisión anual de préstamo” y planes semestrales de ejecución “de acuerdo con las prácticas de mercado establecidas y para ofrecer transparencia y previsibilidad a los inversores y otras partes interesadas”.

Unas cualidades clave para el éxito de un programa que tiene por fin “levantar los volúmenes necesarios de forma fluida y eficaz” para el apoyo a la reconstrucción pospandémica y, también, “atraer inversores hacia Europa y fortalecer el papel internacional del euro”. Par ello, el equipo de expertos de la Comisión ha querido poner a trabajar sus herramientas tan pronto como los parlamentos nacionales de los países miembros han ratificado su puesta en marcha.

Alternativa a los 'coronabonos'

Aunque el objetivo es no perder más tiempo -como desde hace meses venía exigiendo un BCE que, hasta ahora, había cargado solo con la responsabilidad de dotar de estímulos económicos a la Eurozona-, la UE vuelve a llegar con tardanza. En el mejor de los casos, se contará casi un año y medio desde que la Covid-19 traspasó las fronteras de Europa.

Aunque todavía no se trata de una mutualización de deuda en un sentido amplio, como se perseguía con el establecimiento de los ‘coronabonos’ de los que el Gobierno español era firme partidario y defensor, sí se trata del programa más ambicioso en este sentido lanzado hasta la fecha. Y es que será la propia Comisión Europea la que se endeude y responda por los capitales captados.

Esta vez no serán instituciones ni organismos dependientes de la Comisión Europea o amparados por ella los que lancen las emisiones, como había venido ocurriendo hasta ahora a través del fondo de rescate MEDE o el mecanismo laboral SURE. Este es el motivo por el que algunos analistas ven aquí el esperado ‘momento Hamilton’ de la UE.

Un billete de 10 dólares con el rostro de Alexander Hamilton.

Lo que hace un año venían reclamando muchas voces en el mercado financiero, incluidos algunos de los bancos que actuarán como creadores de mercado de estos nuevos papeles de deuda comunitaria, está a punto de convertirse en una realidad. Una fórmula hasta ahora insólita en el Viejo Continente que recibe su apodo del apellido del que fue el primer secretario del Tesoro de EEUU.

El rostro de este personaje histórico, de nombre Alexander, aparece hoy en día en los billetes de 10 dólares en EEUU. Él fue quien logró convencer en junio de 1790 a aquella incipiente nación americana de la bondad de mutualizar la deuda de los estados y establecer los primeros impuestos federales. Una tesis que en esta ocasión, y para sorpresa de muchos, llegó a defender en esta orilla del Atlántico la otras veces muy escéptica canciller alemana Angela Merkel.

Finalmente, el objetivo de la Comisión, liderada por la también alemana Ursula von der Leyen, es ir nutriéndose de capital por hasta 800.000 millones de euros con este programa. Esta cifra supera, además, en 50.000 millones de euros a la factura que se ha presupuestado para los fondos -de 750.000 millones de euros- con el objetivo de atender eventuales contingencias y abonar a los acreedores los correspondientes intereses.

Emisión a gran escala

Después de la puesta de largo, el objetivo de la institución que rige la UE es establecer “una estrategia de financiación diversificada” en la que se combine “el uso de diferentes instrumentos y técnicas de financiación”. Además, se advierte de que sus movimientos serán en coordinación “con otros emisores, incluidos los estados miembros”. En otras palabras, evitar hacerse trampas al solitario a la hora de celebrar unas colocaciones primarias a las que el BCE tiene prohibido acudir.

Las cantidades están por definir y lo más probable es que en la mayoría de los casos ni siquiera se conozcan con exactitud hasta el cierre de cada operación. Y es que la Comisión prevé “una combinación de subastas y sindicaciones” que ayuden a “garantizar un acceso rentable a la financiación necesaria en condiciones ventajosas”.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

“Incluso en condiciones de mercado difíciles”, se advierte en la descripción oficial del proyecto. Y es que se prevé un recurso a los mercados mayoristas “a gran escala y con alta frecuencia” que obliga a limitar al máximo cualquier remota posibilidad de tropiezo.

Y todo ello sin olvidar una de las tendencias que marcan a fuego el mundo de la inversión en los últimos tiempos y que también supone uno de los ejes vertebrales de los fondos Next Generation: la sostenibilidad. Así, en la combinación entre bonos a medio y largo plazo y letras de corto vencimiento se contemplan también la emisión de bonos verdes con los que financiar la salida de la crisis de la Covid-19 en una Europa que ha entrado dos veces en recesión técnica en menos de un año.

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