Bruselas

La Unión Europea ha entrado de nuevo en modo crisis. En plena segunda ola de la Covid-19, cuyo impacto amenaza con provocar una recaída económica, Polonia y Hungría vetan la ratificación del fondo de reconstrucción de 750.000 millones y del presupuesto plurianual acordados en julio. Un bloqueo que afecta particularmente a España, que aspira a recibir 140.000 millones y ya ha presupuestado 27.000 millones para 2021. Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisete celebran este jueves una videoconferencia en la que abordarán la crisis, pero nadie espera soluciones inmediatas.

En una entrevista con Invertia - EL ESPAÑOL y otros periódicos europeos, el comisario de Asuntos Económicos, el socialista italiano Paolo Gentiloni (Roma, 65 años), admite estar preocupado por este veto, que además impide adoptar nuevas medidas de emergencia contra la segunda ola. Pero todavía ve posible convencer a Budapest y Varsovia de que reconsideren su posición porque se encuentran entre los principales beneficiarios de las ayudas. "No debemos trabajar en ningún plan B", asegura.

El Ejecutivo comunitario acaba de lanzar un aviso al Gobierno de Pedro Sánchez por el elevado nivel de deuda. Gentiloni insiste en que España debe mantener las medidas de emergencia hasta que la crisis pase, pero también pensar en la sostenibilidad presupuestaria "a medio plazo". El comisario de Asuntos Económicos anima a nuestro país a usar no sólo las subveciones, sino también los créditos que ofrece la UE. Y a aprovechar estos fondos para acometer reformas difíciles. "Es una oportunidad única", ha asegurado.

¿Cuáles son las consecuencias del veto de Hungría y Polonia al fondo de reconstrucción? ¿Habrá un retraso en las ayudas de la UE?

La reacción de la UE a la pandemia de la Covid-19 ha sido más rápida y contundente que en crisis previas. El hecho de que ahora llegue este veto es preocupante, pero creo que podremos superarlo. Tanto el presupuesto plurianual como el fondo de reconstrucción son importanes para Polonia y Hungría. Además, ambos países están gravemente afectados por la segunda ola de la Covid, algo que no ocurrió durante la primera. 

¿Habría que modificar la clave de reparto de los fondos para tener en cuenta este mayor impacto de la segunda ola en Polonia y Hungría? ¿Qué más se les puede ofrecer para convencerles de que retiren su veto?

No creo que tengamos que cambiar las claves de reparto de los fondos por dos motivos. El primero es que ya tenemos un mecanismo de ajuste según el cual el 70% del dinero ya se adjudicó en julio y el resto se decidirá teniendo en cuenta la evolución del PIB en los próximos años. Pero además, el reparto actual es ya muy favorable para estos países. En términos relativos, en proporción a su PIB, Polonia y Hungría se encuentran entre los principales beneficiarios.

La diplomacia política puede resolver el veto de Polonia y Hungría. No debemos trabajar en ningún plan B sobre el fondo de reconstrucción.

Aunque ahora los dos países estén gravemente afectados por la pandemia, dispondrían de recursos para afrontarlo con el fondo de reconstrucción. No entiendo por qué sus Gobiernos querrían prescindir de estos recursos y del presupuesto plurianual de la UE. Sabemos la razón por la que han activado el veto y creo que la diplomacia política puede resolver el problema. No debemos trabajar en ningún plan B. Tenemos que superar esta situación y encontrar una solución.

Si al final no hay acuerdo con Hungría y Polonia, ¿debería la UE diseñar un nuevo plan sin ellos?

He oído ideas de este tipo. Pero creo que la fuerza de este plan es que se trata de una reacción de las instituciones de la UE. Una reacción que concede a la Comisión una gran fuerza en los mercados financieros, que a su vez está reforzando el papel del euro. Intentar transformar esto en un acuerdo intergubernamental no está claro que sea positivo en términos de calendario y es seguro que tendría consecuencias negativas por lo que se refiere a la calidad de esta iniciativa.

La calidad del plan está ligada al hecho de que hemos conectado el fondo de reconstrucción al presupuesto de la UE, de que pagaremos la deuda con recursos propios de la UE y de que se trata de una iniciativa europea. Además, si funciona bien, sentaría un precedente para poder repetirlo. Así que no debemos dar marcha atrás en estos objetivos ambiciosos. Debemos encontrar un buen camino para superar este veto. Y tengo confianza en que lo lograremos.

Con la segunda ola de la Covid-19, ¿debería reflexionarse sobre un segundo paquete de medidas de emergencia de la UE?

Hay una fuerte demanda de una reacción europea. Personalmente, me he quedado impresionado por el número de países que han solicitado ayudas del fondo SURE, que apoya sistemas como los ERTE. Son muchos, 18 de los 27 Estados miembros. Hay gente que está pidiendo un SURE 2. El SURE 1 se financió con el anterior presupuesto plurianual. Ahora no podemos añadir nada más hasta que no tengamos la nueva decisión sobre recursos propios, que da a la Comisión la posibilidad de captar deuda común en los mercados.

Podríamos imaginar otras medidas de emergencia para hacer frente a la segunda ola de la pandemia. Hay gente que está pidiendo un SURE 2, pero para eso debemos superar el veto.

Sí que podríamos imaginar otras medidas de emergencia, sin reabrir por supuesto lo que se acordó a finales de julio. Pero cualquier otra medida, para poder financiarse, necesita la aprobación del nuevo techo de recursos propios y por tanto superar el actual veto.

En su opinión sobre los planes presupuestarios, la Comisión pide a los países con un alto nivel de deuda como España que garanticen la sostenibilidad presupuestaria. ¿Qué significa eso en términos prácticos?

Esta recomendación se dirige a España, Italia, Francia, Grecia, Portugal y Bélgica. A estos seis países, teniendo en cuenta su nivel de deuda, se les pide que tengan en cuenta la sostenibilidad fiscal a medio plazo. Lo repito: a medio plazo. Porque no podemos enviar mensajes contradictorios. La prioridad ahora es el apoyo presupuestario. Un apoyo que deben prestar tanto los países que tienen un nivel de deuda muy bajo como los que están muy endeudados. Todos los países deben apoyar a sus economías en estos momentos. De lo contrario, el riesgo es que aumenten las divergencias entre los Estados miembros que acaben perjudicando a la Unión.

A partir de ahí, dejamos claro que en los países con un alto nivel de deuda, a medio plazo, la cuestión de la deuda no puede dejarse de lado. Pero eso no cambia la posición fiscal expansiva de 2021, ni afecta a la necesidad de continuar adoptando medidas de estímulo. 

Según sus previsiones, España es el país con una mayor recesión este año, con más paro en 2021 y con un déficit más elevado hasta 2022. ¿Hay riesgo de que la economía española se quede atrás también en la recuperación y sea vulnerable a una nueva crisis de deuda? ¿Cuándo debe el Gobierno español reiniciar la consolidación fiscal?

Los Gobiernos deben mantener una política fiscal expansiva el año que viene. La retirada de las medidas de apoyo a la economía sólo debe producirse cuando se haya superado la crisis y no ponga en riesgo la recuperación. En otras palabras, todavía estamos luchando contra el peligro de una doble recesión. No queremos repetir los errores que se cometieron hace 10 años, con una retirada prematura de las políticas de estímulo y una recaída en la recesión. La necesidad de consolidación, por supuesto, no ha desaparecido del horizonte, pero es una cuestión para el medio plazo y no debe suponer un obstáculo para adoptar ahora políticas expansivas o paquetes de estímulo, que son muy necesarios. 

Todavía estamos luchando contra el riego de una doble recesión. No queremos repetir los errores que se cometieron hace 10 años, con una retirada prematura de las políticas de estímulo

Nuestras previsiones para España se justifican por la naturaleza de la crisis en la que nos encontramos, que es una crisis que afecta sobre todo al sector servicios y especialmente a aquellos que dependen del contacto personal. Algunos de estos servicios son absolutamente cruciales para España y el rebote en el sector servicios no es igual que el de la industria. Hay algunas actividades en el sector servicios que, incluso cuando la crisis llegue a su fin, no se recuperarán con la misma fuerza. En otras palabras, nadie va a ir diariamente al museo o a un concierto, ni se marchará de vacaciones cinco veces al año. Así que la demanda acumulada es más débil en el sector servicios y este es uno de los motivos de las dificultades especiales para España.

El otro factor diferencial es que España empezó a introducir nuevas medidas de confinamiento antes que el resto de países este otoño y eso influye en nuestras previsiones. Pero es la estructura de la economía española la que hace que esté particularmente afectada. Eso ocurre en el caso de España y de otros países para los que el turismo, los viajes y este tipo de servicios son tan importantes.

¿En qué momento volverá a aplicarse el Pacto de Estabilidad? ¿Qué criterios se usarán para decidir que la crisis ha terminado y la recuperación no está en riesgo?

Es difícil decidir ahora sobre el calendario y el procedimiento. Lo que está claro es que en algún momento del año que viene los Gobiernos necesitarán claridad y certidumbre sobre 2022. Hasta ahora les hemos dado certidumbre para 2021, asegurando que la cláusula de escape general seguirá en vigor al menos hasta el final del próximo año. Pero esto no significa que vaya a desactivarse el 1 de enero de 2022, por supuesto.

¿Qué ocurrirá en 2022? Haremos una evaluación seria la próxima primavera o verano, en todo caso antes de que empiece el proceso de elaboración de los presupuestos nacionales de 2022. Una evaluación que se basará en la evolución de la situación económica. En las últimas semanas, hemos escuchado muchas buenas noticias sobre la vacuna. Si somos optimistas, esto podría mejorar nuestras previsiones.

La cláusula de escape del Pacto de Estabilidad seguirá en vigor al menos hasta el final del próximo año. Pero eso no significa que vaya a desactivarse el 1 de enero de 2022.

Al mismo tiempo, estamos viendo que la segunda ola está afectando a todos los Estados miembros y que la recuperación en forma de V no existe. Queda mucho camino por recorrer. Según nuestras previsiones, la eurozona en su conjunto todavía no habrá alcanzado a finales de 2022 el nivel de finales de 2019. ¿Cambiará la situación dentro de seis o de ocho meses? Habrá que verlo.

La claúsula de escape general depende de esto. Las reglas dicen claramente que se activa en caso de una recesión grave que afecta a la economía europea. La consecuencia es que se desactivará cuando la recesión grave que afecte a la economía europea se acabe. Eso no significa que cada país individualmente haya vuelto al nivel previo a la pandemia. Es una evaluación de conjunto. Pero de momento nuestra evaluación de conjunto es que a finales de 2022 no habremos vuelto al nivel de 2019.

¿Es factible reformar las normas presupuestarias de la UE antes de volver a aplicarlas, tal y como ha sugerido la Junta Fiscal Europea?

No creo que se pueda dar por hecho. La revisión quedó en suspenso tras el estallido de la pandemia y se reiniciará el año que viene. La Comisión presentará propuestas antes de final de año. Si son legislativas, el procedimiento costará su tiempo. Lo que está claro es que no debemos apresurarnos a un regreso apresurado a las reglas normales que no se corresponde a la situación en la que nos encontramos.

¿Provocará la crisis un aumento general de la morosidad en la banca?

Los bancos están ahora mucho más fuertes que durante la crisis previa. Por supuesto, si tenemos una crisis prolongada hay riesgo de suspensiones de pagos, de dificultades en empresas y esto tendría consecuencias en los créditos bancarios. Es un riesgo que no puede cancelarse simplemente con optimismo. Pero de momento, no tenemos signos graves de que esté ocurriendo. Además, todavía nos queda mucha potencia de fuego para apoyar con ayudas públicas a empresas en riesgo de quiebra. Pero a medio plazo no podemos decir que no habrá consecuencias en términos de créditos morosos, esto no sería correcto. 

El Gobierno español ya ha enviado a Bruselas su plan de recuperación, que se focaliza en las inversiones y no tanto en las reformas. ¿Qué reformas ve usted prioritarias para España y cómo pueden facilitarlas las ayudas de la UE?

Apreciamos mucho el hecho de que hemos recibido puntualmente una propuesta del Gobierno español. Una propuesta que se basa en las prioridades de la UE, es decir, la doble transición digital y verde, con especial atención a la dimensión regional y al equilibrio de género. La tarea difícil para la Comisión en las próximas semanas será trabajar con los Gobiernos para incentivar decisiones que conecten las inversiones con reformas.

Está claro que es difícil hacer reformas en este periodo tan complicado, pero también es una oportunidad única debido a la gran cantidad de dinero disponible.

En cierto sentido, es ahora o nunca. Se trata de una gran oportunidad debido a la gran cantidad de dinero disponible en un tiempo limitado. No es un problema específicamente español, es lo que estamos discutiendo con todos los Estados miembros que han presentado su plan y con los que todavía no lo han hecho. Necesitamos reforzar la conexión entre reformas e inversiones.

¿Sería aceptable para la Comisión revertir reformas previas como el Gobierno español quiere hacer con la reforma laboral?

Es algo que deben decidir los Gobiernos. No nos corresponde a nosotros decidir qué reformas se deben hacer o revertir. Lo que tenemos que decidir nosotros es si estas reformas son coherentes con nuestros objetivos estratégicos y nuestras recomendaciones. Examinaremos si hay un suficiente grado de reformas conectadas con la inversión. Está claro que es difícil hacer reformas en este periodo tan complicado, pero también es una oportunidad única debido a la gran cantidad de dinero disponible.

También debemos tener en cuenta la sostenibilidad financiera a largo plazo, pero este no es el principal objetivo de estos planes. No se trata de programas de ajuste disfrazados. Son programas de reformas e inversiones. Pero por supuesto los países muy endeudados también deben considerar la importancia de la estabilidad financiera a largo plazo.

¿Le preocupa que algunos países como España sean reticentes a utilizar la parte de créditos del fondo de reconstrucción?

Yo animo a los países que pueden usar los créditos a que lo hagan. Forma parte del mensaje que la UE ha dado a los mercados. Hemos aprobado medidas que suponen alrededor de un billón de euros, quizá más. Se trata de una mezcla de subsidios y créditos, pero es nuestra bazuca común europea. No me gustaría tener una media bazuca, no creo que esto sea un buen mensaje.

Además, los créditos suponen una ventaja para los países. ¿Por qué hay 18 países que han usado los créditos del fondo SURE para el empleo? Porque los préstamos a 10 años de SURE tienen un tipo de interés negativo y los que tienen un vencimiento de 20 años tienen un interés del 0,1%. Estos son tipos de interés favorables para la mayoría de países europeos, los que se supone que van a usar los créditos.

Los países muy endeudados deben tener en cuenta la importancia de la estabilidad financiera a largo plazo.

Entiendo perfectamente que algunos países que tienen problemas en su capacidad de absorción sean reticentes, por el riesgo de pedir estos préstamos y luego no ser capaces de gastarlos. Hay dos soluciones a este problema. La primera es mejorar esta capacidad de decisión y absorción y estoy convencido de que los planes de recuperación deben incluir cambios institucionales y organizativos para hacer este procedimiento más eficiente.

La alternativa sería prescindir de los créditos. Eso sería negativo para los países. Y  también para Europa, que enviaría un mensaje contradictorio a los mercados financieros. El volumen de emisiones de Europa es también relevante para reforzar el papel del euro. Por todos estos motivos, animo a los Estados miembros a hacer un pleno uso de todos nuestros instrumentos, tanto préstamos como subsidios.

Noticias relacionadas