Los datos macroeconómicos muestran que la salida de la crisis es una realidad en España. El PIB se quedó en 2016 a un paso de alcanzar el máximo histórico de 2008, a menos de 2.400 millones de euros. Sin embargo, la recuperación no está siendo igual para todos, una realidad que también deja en evidencia los datos macro. En ocho años de crisis la economía española ha perdido casi 35.000 millones de euros en salarios, datos que evidencian que la recuperación no está llegando igual a los salarios y al capital.

Los datos de Contabilidad Nacional Trimestral publicados el jueves por el INE muestran que la masa salarial total en 2016 fue de 526.000 millones de euros. Esto significa que, a la hora de repartir los beneficios de la producción interna, los asalariados se quedan algo más de un 47% de lo producido, el dato más bajo de toda la serie histórica que arranca en el año 1995 (cifra que incluye también las cotizaciones sociales). Antes del estallido de la crisis los salarios representaban más de la mitad del PIB, con una masa salarial que alcanzó los 560.000 millones de euros en el año 2008.

Si los salarios siguen tan lejos de recuperar los niveles previos a la crisis, ¿a dónde se ha ido todo ese dinero? La mayor parte ha acabado en el Ministerio de Hacienda a través de los impuestos a la propiedad. Los desequilibrios de las cuentas públicas acumulados por los desmanes en el control presupuestario de las diferentes Administraciones disparó el déficit hasta superar el 11% en el año 2009, con facturas en el cajón incluidas. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero dejó el agujero y el de Mariano Rajoy lo cerró con impuestos. Así, los impuestos sobre la producción recaudan hoy 24.000 millones más que antes del estallido de la crisis, hasta alcanzar los 115.000 millones de euros en 2016.

Pero también las rentas del capital han conseguido salir de la crisis con importantes beneficios. Así, el Excedente Bruto de Explotación (EBE), que mide los beneficios del capital, incluyendo los resultados empresariales (incluyendo los autónomos, que son rentas mixtas) y los intereses de la propiedad (desde acciones, hasta alquileres o depósitos) han crecido en 8.000 millones de euros. El excedente de explotación supone en la actualidad el 45,5% del PIB.

La reforma laboral

En 2008 no había reparto malo y ser mileurista era una condena. La tasa de paro era baja (comparada con el nivel estructural), había trabajo en la construcción para los empleados sin formación y muchos jóvenes abandonaban sus estudios para conseguir una nómina. Es el resultado de la burbuja en un sector tan intensivo en mano de obra como el de la construcción. Pero el ladrillazo arrasó con la economía y puso al descubierto los verdaderos desequilibrios del país.

En la primera parte de la recesión la destrucción de empleo se centró en los trabajos temporales de baja remuneración, lo que provocó que el avance tan fuerte del paro no fuese seguido de un descenso de la misma intensidad en la masa salarial. En 2009 se perdió casi el 7% de la ocupación, pero las rentas salariales cayeron menos de un 2%.

En los tres primeros años de la crisis se perdieron 29.000 millones de euros de rentas salariales, esto es, un descenso del 5%. El verdadero desplome se produjo en el año 2012 tras la reforma laboral del Partido Popular y la segunda recesión de la crisis. En un solo año se perdió más masa salarial que en los tres ejercicios anteriores, ya que se unió el despido de trabajadores con la moderación salarial. En total, en ese año la masa salarial cayó en 32.000 millones de euros, un desplome del que todavía no se ha recuperado. Y lo peor todavía no había pasado, al año siguiente, en 2013, se perdieron otros 13.500 millones de euros.

En dos años consecutivos se había provocado la mayor caída de rentas salariales de la historia de España. En total, la masa salarial cayó un 9%, mientras que la destrucción de empleo fue del 6%. En esos años también el excedente de explotación se redujo, con los mercados y los beneficios empresariales hundiéndose. Sin embargo, las cuentas del Ministerio de Hacienda empezaban a mejorar gracias a los impuestos: en apenas dos años, la recaudación sobre la producción aumentó en casi 10.000 millones de euros.

Una sorpresa positiva

En el año 2014 empezó la recuperación. El empleo empezó a recuperarse y, con él las rentas salariales. El primer año los dos indicadores avanzaron un 1% en el conjunto del año, pero el ritmo se aceleró a partir de 2015. En apenas dos años la masa salarial aumentó en 41.000 millones de euros, una cifra que nadie esperaba. El ritmo de crecimiento de los salarios fue superior al del empleo, lo que refleja que también los sueldos han mejorado y no sólo el número de ocupados.

Esta subida refleja que la recuperación de la economía española sí está llegando a los salarios, aunque el deterioro ha sido tan grande (especialmente entre 2012 y 2013) que todavía están lejos los niveles previos a la crisis. Si se mantiene el crecimiento de la masa salarial de los dos últimos años, no se recuperarán los niveles precrisis hasta 2018, esto es, una década completa para recuperar la misma masa salarial. Sin embargo, para ese momento, los beneficios del capital serán ya muy superiores a los de 2008.

A pesar del buen ritmo de crecimiento de las rentas salariales, su peso sobre el PIB sigue cayendo, ya que el excedente de explotación y los impuestos sobre la producción crecen a un ritmo superior.

Es la construcción, estúpido

Esta sustitución de las rentas del trabajo por las del capital es una constante a nivel mundial de las últimas décadas, como bien mostró Thomas Piketty en su libro El capital en el siglo XXI. Este trasvase de rentas, provocado en gran medida por la globalización y la robotización de la producción, marca actualmente el debate entre los economistas y está en la base de los planteamientos sobre una renta básica.

Estos datos también se observan en España. La actividad del sector industrial en 2016 fue casi la misma que en 2008 (sólo un 2% menos), pero la masa salarial a sus empleados cayó más de un 16%. Los salarios de la industria han perdido 16.000 millones de euros durante la crisis, rentas que han acabado en beneficios empresariales e impuestos.

Pero, como ocurre en el resto del mundo, la masa salarial está aumentando en el sector servicios, más intensivo en mano de obra. Esto también ocurre en España, de hecho, todos los sueldos que ha destruido la industria se han compensado con los servicios, cuya masa salarial ha aumentado en más de 17.000 millones de euros.

Por lo tanto, es evidente que el deterioro de las rentas del trabajo en España es causa del estallido de la burbuja inmobiliaria. En 2007 y 2008 la masa salarial de la construcción superaba los 63.000 millones de euros y la aportación del sector al PIB alcanzaba el 10%. Eran los años del desenfreno inmobiliario, días que no volverán y que marcaron una masa salarial que tardará décadas en repetirse, si es que algún día llega a producirse.

En 2016, y después de dos años de tímida recuperación en el sector, todavía hay un 55% menos de masa salarial. Esto significa que se han perdido 35.500 millones de salarios, que es todo el descenso de las rentas salariales de España en la crisis. El impacto de la construcción sobre el PIB ya está restituido por el crecimiento del sector servicios, pero los salarios que se perdieron todavía no han sido restituidos.

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