El mercado quiere más y lo está dejando claro. Los informes que piden un incremento en la lluvia de liquidez del Banco Central Europeo (BCE) se multiplican en los últimos días. La presión sobre la institución que preside Christine Lagarde es tal que, advierten, cualquier movimiento en otra dirección sería la sentencia para desandar toda la recuperación del último mes.

Los focos están puestos en el programa anticoronavirus, para el que la banca de inversión espera que la institución incremente tanto volúmenes como calendarios con el doble objetivo de contar con más munición y lanzar un mensaje de contundente defensa de la estabilidad del euro. Actualmente, el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés) cuenta con una dotación de 750.000 millones a consumir, teóricamente, hasta final de año.

Las expectativas del mercado pasan por una ampliación de unos 500.000 millones de euros y su extensión hasta finales del verano del año que viene. Una prórroga que coincidiría en el tiempo con las previsiones médicas actuales, que  consideran que ya se podría contar con una vacuna o un tratamiento médico efectivo contra la infección.

Más impacto del esperado

Estos dos extremos estarían justificados en la virulencia con la que el Covid-19 ha golpeado la economía de la Eurozona. De una parte, la dificultad para poner coto a los contagios ha alargado los plazos que inicialmente se barajaban para la epidemia. De otra, el impacto económico consecuencia de la prolongación de los confinamientos ha obligado al organismo a disponer del presupuesto original a un ritmo muy superior al que parecía haber estimado en un principio.

Con estas premisas, Lagarde vuelve a enfrentarse al examen de los inversores. Y bien sabe que cualquier error de comunicación o una decepción flagrante de expectativas puede suponer un duro castigo para los mercados. Tanto que algunos analistas no descartan que, dado el caso, las bolsas pudieran borrar de un plumazo todo lo ganado en el último mes -un 5% el Ibex 35 o casi un 6% el EuroStoxx 50- y los bonos desandar su propia ‘desescalada’ de tipos: un 33% los españoles o un 15% los italianos, por poner solo dos ejemplos.

Tres de tres

Los antecedentes son claros. El rojo ha dominado en los mercados en todas y cada una de las tres sesiones en las que el Consejo de Gobierno del BCE se ha reunido en lo que va de año y Lagarde ha comparecido después ante medios y analistas. Especialmente memorable, y no para bien, fue la del pasado 12 de marzo, cuando Lagarde estuvo lejos de entornar el ‘lo que sea necesario’ que aguardaban los inversores y provocó que varios índices europeos -entre ellos el propio Ibex 35- sufriesen la peor jornada de toda su historia.

A pesar de que el reciente fallo del Tribunal Constitucional Alemán ha complicado la labor del BCE, todo apunta a que su independencia sigue intacta. Además, se ha visto respaldado en su hoja de ruta por distintas instituciones, entre ellas el mismo Tribunal de Justicia de la Unión Europea. En este sentido, gracias a la sensible mejora de las primas de riesgo periféricas de las últimas semanas la institución se ha permitido aflojar su ritmo de compras después de haberlo acelerado en las semanas precedentes.

No obstante, y a pesar de esta reducción de volúmenes de compra -un 24% en la última semana- cálculos recientes, como los de los gestores de Axa Investment Managers señalaban que el BCE se quedaría sin munición “a finales de verano” incluso con un presupuesto que “parecía enorme cuando se anunció”. En este sentido, Bank of America asegura que “las expectativas del mercado son elevadas” con respecto a la reunión de este jueves.

La entidad estadounidense considera que, por ahora, sería suficiente con que el BCE incrementase el presupuesto del PEPP entre 300.000 y 400.000 millones de euros. Eso sí, siempre y cuando anunciase que en la cesta de valores elegibles entrarían también los bonos conocidos como ‘ángeles caídos’, recién degradados a categoría ‘basura’, y se especificasen los términos de reinversión en el caso de vencimiento de papeles en cartera.

Las prisas sí son buenas

Los holandeses de ING consideran que, en cuanto a calendario, el BCE “podría esperar hasta septiembre, cuando sería de esperar que la forma real de la recuperación estuviera más clara”. Sin embargo, consideran que en este caso las prisas serían buenas aliadas debido a que, sin más lluvia de millones “el PEPP se agotaría en octubre”. Una cercanía que pondría más que nerviosos a los mercados.

Desde la británica Ebury apuntan más alto. Consideran que una ampliación en 500.000 millones de euros “será suficiente para absorber la emisión esperada de los países periféricos hasta, por lo menos, finales de 2020”. En este sentido, cabe recordar cómo solo España ha incrementado su ritmo de emisión bruta en 700 millones de euros al día hasta final de año. Además, añaden que lo deseable sería que Lagarde anunciase su expansión hasta “mediados de 2021”.

Pendientes del 'bono basura'

El mayor gestor mundial de renta fija, Pimco, coincide en estas previsiones de volumen y calendario. El gestor Konstantin Veit coincide en reclamar a Lagarde que “confirme que las compras del PEPP se reinvertirán a su vencimiento”, que “aclare el tratamiento de los ‘ángeles caídos’ dentro de los diversos programas de compra de activos” y, sobre todo, que “reitere enérgicamente su disposición a hacer todo lo que sea necesario dentro de su mandato”.

Una vez más, el mercado espera ecos del famoso ‘whatever it takes’ que Mario Draghi entonó aquel renombrado 26 de julio de 2012. Un mensaje que, como señala el economista jefe de Axa IM, Gilles Moëc, podría estar en elevar el presupuesto del plan anticoronavirus “simbólicamente por encima del billón de euros”.

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