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Bancos centrales

Los 'halcones' desafían el último servicio de Draghi al frente del BCE

  • La institución anunciará este jueves nuevas medidas expansivas para intentar contrarrestar la debilidad económica de la Eurozona
  • El riesgo de defraudar es alto por las elevadas expectativas del mercado y la división existente en el Consejo
12 septiembre, 2019 06:00

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Mario Draghi nunca lo ha tenido fácil. Ha hecho tantas cosas nuevas, ha derribado tantos muros en apariencia infranqueables en el Banco Central Europeo (BCE), que sus pasos siempre han contado con una considerable dosis de resistencia inicial. Vencerla, porfiar, seguir adelante hasta lograr su propósito figura, sin duda, entre las principales virtudes de sus ocho años como presidente de la institución monetaria. Por eso no le cogerá de sorpresa la oposición que afronta ahora, cuando prepara una nueva descarga de estímulos, la última de su mandato, que vencerá el próximo 31 de octubre

Los 'halcones' del BCE han mostrado su plumaje en las últimas semanas para dejar claro que, ante la trascendental reunión de política monetaria que el Consejo de Gobierno de la entidad celebra este jueves, eso de hacer de todo y con abundancia hay que verlo. El gran guardián de la ortodoxia, el presidente del banco central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, y la también alemana e integante del Comité Ejecutivo de la entidad, Sabine Lautenschlaeger, no han ocultado su rechazo a que el BCE retome las compras de bonos soberanos en el mercado, una de las opciones que está sobre la mesa. Incluso el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, con más querencia hacia el lado de las 'palomas' que al de los 'halcones', ha mostrado sus dudas sobre la conveniencia de desempolvar ya las adquisiciones de deuda pública en el mercado, aparcadas en diciembre de 2018.  

Otros miembros del Consejo, como el vicepresidente Luis de Guindos, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, o el del Banco de Finlandia, Olli Rehn, sí se han mostrado a favor de que el BCE actúe con determinación en esta cita

La institución, por tanto, llega con una evidente división a una reunión que se antoja clave por tres motivos. El primero, la cada vez más evidente ralentización del crecimiento en la Eurozona, con Alemania e Italia al borde de la recesión, y el creciente riesgo de que las presiones deflacionistas arrecien. El segundo, las elevadas expectativas existentes en el mercado, con lo que el riesgo de que el BCE decepione si no va 'con todo' es elevado. Y el tercero, que esta nueva ración de medidas expansivas escribirá el epílogo del histórico mandato de Draghi

DE LOS TIPOS y EL 'TIERING'... 

Lo cierto es que el mercado no es que es espere mucho. Es que prácticamente lo espera todo. No es para menos, vista la débil marcha de la economía europea y el compromiso adquirido por Draghi en junio, cuando garantizó el lanzamiento de más estímulos si el crecimiento y la inflación no remontaban. Y no lo han hecho. 

"En caso de que se recorten los tipos de interés, Draghi tendrá que echarle un hueso a la banca si quiere salvarse del motín"

Lo más probable, lo que se da por hecho, es que el BCE estrujará más los tipos de interés. La cuestión es cuáles y cuánto. No hay dudas de que recortará los de la facilidad de depósito, que ahora están en el -0,40%, con opiniones divididas entre si lo hará hasta el -0,50% o el -0,60%. No está tan claro que vaya a abaratar los tipos oficiales, situados en el 0%, por el respeto que impone ponerlos directamente en negativo. Pero los tipos importantes ahora son los de la facilidad de depósito, y esos está claro que bajarán. 

Si da este paso, posiblemente lo acompañará con otro con el que buscará paliar el perjuicio que esa rebaja adicional de los tipos puede provocar en el negocio bancario. En concreto, lo que se espera es que el BCE introduzca un sistema de niveles ('tiering') para que los bancos no paguen el mismo interés por su exceso de liquidez. Actualmente, los bancos europeos pagan a diario cerca de 20 millones de euros por tener que pagar un 0,4% de interés por los 1,8 billones de euros que les sobran. Si no aplica ese paliativo, la 'factura' diaria crecería hasta los 24 millones con los tipos de depósito al -0,50% y hasta los 29 millones si pasan al -0,60%.

Con ese 'tiering', el BCE perseguiría hacer más soportable la carga de los tipos negativos para el sector financiero. Si no lo pone en marcha, los bancos lo pasarán mal. "Si el recorte de tipos de interés es de 20 puntos básicos y no viene acompañado de un mecanismo mitigador de sus efectos para el sector bancario, este sufriría considerablemente y podríamos ver nuevos mínimos en las cotizaciones de los bancos", advierte Juan Ramón Casanovas, de Bank Degroof Petercam Spain. Mati Greenspan, analista senior de eToro, va aún más lejos. “En caso de que se recorten los tipos de interés, Draghi tendrá que echarle un hueso a la banca si quiere salvarse del motín”, avisa.

La gran atención la acaparará el 'QE2'. Y existen cuatro incógnitas: la primera, si lo activará ya o no; la segunda, cuánto comprará cada mes; la tercera, qué activos incluirá; y la cuarta, desde cuándo y durante cuánto tiempo

Para consolidar estos pasos, lo más seguro es que el BCE revise igualmente la orientación futura sobre los tipos de interés ('forward guidance') para reforzar el mensaje de que los tipos seguirán en estos niveles o más bajos durante un largo periodo de tiempo, sin descartar que vincule esa permanencia a un objetivo concreto de inflación. Por ahora, el compromiso del BCE con los tipos es el siguiente: "El Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales o en niveles inferiores al menos hasta el primer semestre de 2020 y, en todo caso, durante el tiempo necesario para asegurar la continuación de la convergencia sostenida de la inflación hacia su objetivo a medio plazo". 

...AL 'QE2'

Hasta aquí, 'lo fácil'. Lo 'difícil' alude a la posibilidad de que el BCE retome las compras netas de activos en el mercado (APP, por sus siglas en inglés), con las que ya bombeó 2,6 billones de euros en el sistema entre marzo de 2015 y diciembre de 2018. Es decir, si Draghi será capaz de arrancar el respaldo suficiente para poner en marcha un 'QE2' en la Eurozona. El Consejo está dividido en esta cuestión, pero el mercado lo espera y entre los expertos la sensación es que sí se activará, aunque puede que a pequeña escala o por debajo de lo previsto. 

El 'QE2' se presenta así con cuatro grandes incógnitas: la primera, si lo lanzará o no; la segunda, con qué cantidad mensual; la tercera, qué activos incluirá; y la cuarta, cuándo empezarán las compras y si define un calendario para saber durante cuánto tiempo se prolongarán o prefiere dejarlas abiertas sin establecer plazos. 

"El mercado espera un QE con unas compras mensuales de entre 25.000 y 50.000 millones, pero sospechamos que el anuncio será decepcionante y estará más cerca de los 25.000 millones", indican desde Natixis IM. Aneeka Gupta, directora de análisis en WisdomTree, apunta bastante más arriba y menciona unas compras mensuales de 45.000 millones durante 18 meses, para un montante total de 810.000 millones de euros. 

Cabe otra opción para intentar no defraudar del todo: anunciar el QE2, pero sin ponerlo en marcha aún. "Habrá un anuncio de QE, pero puede que no tengamos todos los detalles y puede que se retrase para empezar el 1 de diciembre por ejemplo", apunta François Rimeau, gestor senior de La Française AM.

Y, por último, queda la alternativa más decepcionante para el mercado. "En nuestra opinión, el BCE no anunciará un nuevo programa de compra de activos en su reunión de esta semana, sino que aplazará cualquier debate sobre este tema a encuentros posteriores", señala Volker Schmidt, gestor senior de Ethenea. "No esperamos el lanzamiento de un nuevo programa de compra de activos dada la falta de consenso entre los miembros del BCE", sostiene igualmente Franck Dixmier, director global de renta fija en Allianz Global Investors. 

EL PARAPETO DE LAS PREVISIONES

Para intentar poner al Consejo de su parte, Draghi se apoyará en las nuevas previsiones económicas que presentará la entidad, que con toda seguridad mostrarán el deterioro de la situación económica y, por tanto, avalarían la necesidad de nuevos estímulos. 

En junio, cuando el BCE consideraba que "los riesgos sobre el crecimiento apuntaban a la baja", la entidad preveía un crecimiento del 1,2% en 2019 y del 1,4% en 2020 y 2021. En cuanto a la inflación, la situaba en el 1,3% en 2019, en el 1,4% en 2020 y en el 1,6% en 2021. Es decir, siempre por debajo del objetivo de la institución, que persigue mantenerla por debajo, pero cerca, del 2%. Aunque también esto está cambiando con Draghi, que persigue dejar una definición más simétrica, para que no solo se tolere una inflación algo por debajo, sino también algo por encima, y siempre cerca, del 2%. Un hito más. Un muro menos.