El azote del coronavirus extiende una de sus primeras facturas contra España. Después de haber pulverizado todas las previsiones económicas, la necesidad de contar con unas arcas públicas bien nutridas para lidiar con esta emergencia hará que el país se endeude en 700 millones de euros cada día que pase hasta final de año. Y eso como poco.

La factura ya es abultada de por sí, pero podría engordar en función de cómo evolucione la epidemia, así como de la profundidad y duración de su impacto sobre la economía española. De momento, los planes del Gobierno contemplan que el endeudamiento del país crezca en 130.000 millones de euros para que las arcas públicas cuenten con fondos suficientes para afrontar cualquier estrechez que pudiera sobrevenir con la pandemia.

La cifra, además de insólita en toda la historia, implica que el Tesoro Público tiene por delante el reto de encontrar ‘prestamistas’ para el Estado español a un ritmo de unos 700 millones de euros al día. Y es que, en función de la hoja de ruta que el Gobierno anunció este jueves y de los 143.491 millones que el organismo emisor ha logrado adjudicar ya a estas alturas del año, quedan pendientes otros 153.861 millones más antes de que 2020 toque a su fin.

Cuadruplicar la emisión

Siempre y cuando no haya que revisar al alza de nuevo, estos números implican que España se endeudará cada día que pase en la misma cuantía que Elon Musk cobrará como bonus por el rally bursátil de Tesla o que Andalucía ajustará de su presupuesto regional para adaptarlo a la ‘nueva normalidad’ de la epidemia. Dos ejemplos que ponen en contexto la magnitud de esta cifra.

Antes de la irrupción del Covid-19, los planes de Economía eran que este año España se endeudase en ‘solo’ 32.500 millones de euros más, lo que se conoce como emisión neta de deuda. Eso suponía una emisión total o bruta de 196.504 millones en el ejercicio. Ahora, estas cifras han aumentado hasta los 130.000 y 297.352 millones, respectivamente. El salto es abismal.

El secretario general del Tesoro Público, Carlos San Basilio.

Así lo refleja el hecho de que el anterior objetivo de endeudamiento hubiera requerido del Tesoro Público un ritmo medio de colocación de bonos y obligaciones de 238 millones al día desde hoy hasta final de año. Las marcas actuales han multiplicado este ritmo de endeudamiento por tres. Y a eso hay que sumar el compromiso de responder a un interés más elevado.

Esto se traduce en que España se tendrá que rascar el bolsillo más de lo que estaba previsto en los próximos años. Y no solo por haber emitido más deuda nueva que nunca antes en su historia, sino porque los intereses a afrontar serán previsiblemente más altos por la preferencia por colocar esta nueva deuda en emisiones a largo plazo que eviten una rápida amortización en un momento en el que se desconoce cuánto durará el azote de la epidemia.

Avalancha de emisiones de deuda

Un factor extra en este punto son las dudas crecientes sobre la sostenibilidad de la deuda global que ya se venían dando en los últimos años. Más ahora cuando el caso de España no es un hecho aislado. Una legión de países y empresas también se están viendo en una imperiosa urgencia de multiplicar sus emisiones de deuda para financiar sus inesperadas necesidades de capital.

A pesar de esta evidencia, fuentes de la Vicepresidencia de Asuntos Económicos descartan que pueda producirse un colapso de la demanda. En este sentido defienden que “todos los emisores están emitiendo más desde hace tiempo y están obteniendo respuesta”. Además, la ratio de cobertura de las últimas colocaciones del Tesoro Público avala estas tesis, pues rondan una tasa de sobresuscripción de tres veces.

El reto de rebajar la factura

Sin embargo, el reto y la factura pendiente para generaciones futuras es mayúsculo. Por eso desde el Gobierno se están barajando distintas fórmulas para hacer que el montante total a asumir mengüe en lo posible. Desde recurrir al seguro europeo de desempleo (SURE, por sus siglas inglesas) para cubrir el coste de los ERTE, hasta aumentar el tamaño medio de las subastas, fomentar su celebración fuera del calendario formal y recurrir con más asiduidad a las colocaciones sindicadas.

De momento, y aunque parece que esta vez no habrá ‘hombres de negro’ de por medio, lo que se descarta es acudir al fondo comunitario de rescate (MEDE). La posibilidad de que más pronto que tarde pudiera implicar ciertas condicionalidades, además del convencimiento de que con herramientas no excepcionales podría ser suficiente para alimentar las arcas públicas españolas, dejan a un lado esta opción en la actualidad.

Luis de Guindos y Christine Lagarde, durante una rueda de prensa del BCE. BCE

Por ahora, le restan 223 días a este año del Gran Confinamiento, como lo ha llamado el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al Gobierno español se le juntan las necesidades de financiación derivadas de la epidemia con compromisos recientes como la revalorización de las pensiones públicas y el salario de los funcionarios, así como del ingreso mínimo vital que el Consejo de Ministros quiere lanzar este mismo martes y los eventuales impagos en los préstamos avalados por el ICO.

De todo esto se explica que desde el propio Tesoro haya voces que señalen que, pese al salto exponencial del endeudamiento previsto para este 2020, los números aún siguen siendo “conservadores”. No obstante, quizá sean suficientes, pues el Banco Central Europeo (BCE) ha insistido una y otra vez en su compromiso con la liquidez en la Eurozona y su maquinaria de compra de deuda está funcionando a un ritmo desconocido hasta la fecha.

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