La Unión Europea busca regular el avance digital entre críticas por las lagunas existentes.

La Unión Europea busca regular el avance digital entre críticas por las lagunas existentes. Reuters

Europa

Las tres propuestas para una digitalización democrática y soberana de Europa

Xnet ha presentado en el Parlamento Europeo un informe en el que pide “una transición digital basada en los derechos humanos y la soberanía digital “ y denuncia “graves lagunas” en el modelo actual.

1 junio, 2023 01:31

Contra una digitalización dominada por las grandes empresas tecnológicas y contra la violación sistemática de los derechos humanos online. A favor de un desarrollo democrático y soberano de la transición digital, en el que las personas tengan el control sobre sus datos y los contenidos que generan. A favor de unas herramientas e infraestructuras digitales auditables. A favor de la innovación y de garantizar el derecho a emprender en el ámbito digital, evitando monopolios.

Es la declaración de intenciones del informe Propuesta para una Digitalización Soberana y Democrática de Europa elaborado por Xnet, Instituto para la Digitalización Democrática. El texto se presentó en el Parlamento Europeo hace escasas horas, en un evento clausurado por la vicepresidenta del Parlamento, Pina Picierno, en el que participaron asimismo otros eurodiputados.

El acto fue también un tributo a David Sassoli, que presidió el Parlamento Europeo desde 2019 hasta su fallecimiento en 2022. Fue Sassoli quien encargó a la fundadora de Xnet, Simona Levi, la elaboración del informe presentado ayer ante los una audiencia compuesta por representantes de organizaciones como UNESCO, el Fondo Europeo de Inteligencia Artificial y Sociedad, la Free Software Foundation Europe, EDRi y varias universidades, entre otras.

Simona Levi, cofundadora de 'Xnet' y codirectora del curso de postgrado ‘Tecnopolítica y derechos en la era digital’ en la Universidad de Barcelona.

Simona Levi, cofundadora de 'Xnet' y codirectora del curso de postgrado ‘Tecnopolítica y derechos en la era digital’ en la Universidad de Barcelona. Albert Salamé

“Hemos identificado lagunas significativas en los cimientos sobre los que se están digitalizando las sociedades europeas”, aseguró Levi. “Cuando la capa básica de la vida digital cotidiana vulnera sistemáticamente los derechos de las personas que la utilizan, todo lo que se haga con ella ocurrirá en un marco sin garantías democráticas”, prosiguió. “El éxito de la digitalización no debe traer la destrucción de derechos fundamentales como daño colateral”, añadió la activista.

Su reclamo es una digitalización democrática y soberana, pero ¿qué significa esto? Xnet lo define como “una transición digital basada en los derechos humanos, desde el diseño y por defecto, en la que incluso el actor más pequeño en la arquitectura democrática, (cada ciudadano) puede controlar, sin intermediarios, el uso y destino de los contenidos creados y los datos generados”.

Tres propuestas

Desde esa concepción, la propuesta de Xnet plantea tres prototipos para la digitalización democrática. El primero se basa en su propia experiencia de campo. En 2019, varias familias de Barcelona se oponían a que la digitalización de la educación de sus hijos se hiciera únicamente a través de instrumentos en los que los datos y contenidos fueran gestionados por las grandes plataformas. “Por ello, diseñamos el Plan para la Digitalización Democrática de la Educación, que incluía una herramienta digital sustituta, denominada DD (Digital y Democrática)”, explica Levi.

Se trata de una integración de herramientas existentes de software libre auditable y ampliamente establecidas (como NextCloud Moodle o Wordpress, entre otras). Ninguna es nueva: la innovación fue integrarlas para mejorar la experiencia de usuario y así competir con las grandes herramientas tecnológicas. “No solo es posible, sino también rentable y, además, un deber institucional”, sostiene la fundadora de Xnet.

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La herramienta se ha desplegado ya en varias escuelas e institutos de Barcelona, y Xnet está negociando su implantación en países como Francia, donde se prohíbe el uso de las 'big tech' -como las versiones gratuitas de Microsoft Office 365 y de Google Workspace- en educación.

El DD pretende ser el embrión de un código europeo libre y público, auditable, fácilmente utilizable, interoperable y soberano. Ahora se aplica a la educación y luego podría extenderse al resto de servicios esenciales. Sin embargo, Levi señala que la insuficiencia de fondos impide escalar el proyecto para cumplir con la demanda que hay. La activista pide la creación de un consorcio europeo para generar el código público de los servicios esenciales en base al trabajo ya avanzado por DD.

El segundo prototipo que propone Xnet es un servicio de correo electrónico no centralizado, que no comprometa la privacidad de las personas y que garantice el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones. “Es sobre todo ineficiente y algo absurdo que para escribirnos todavía tengamos que pasar por un mediador centralizado. Es simplemente anacrónico, y no responde a razones lógicas, sino de dominación”, asegura Levi.

De nuevo, pide que se establezca un consorcio europeo para generar un código público para un correo electrónico descentralizado y soberano para cada ciudadano.

Como tercer prototipo, Xnet plantea la necesidad de democratizar la tercera gran infraestructura digital esencial y de uso diario: el navegador. “Una vez más, no hay necesidad de reinventar la rueda. Ya existe un navegador democrático desde 2004: Firefox. Ya se rige con base en la economía del propósito por una fundación con el objetivo de preservar los derechos y libertades digitales”, apunta Levi.

El problema es que el 88% de los ingresos de Firefox provienen de un acuerdo con Google. Por ello, la propuesta de Xnet es que Europa compre Firefox. “Puede sonar loco, pero es absolutamente factible”, asegura la activista.

Para finalizar, Levi denunció “la violación sistemática de la normativa nacional y europea en materia de contratación pública que, desde las Directivas 23 y 24/2014, obliga a las entidades a realizar licitaciones públicas en pequeños lotes para favorecer a pymes”. “Los datos de la propia CE muestran que una gran mayoría de países de la UE no alcanzan un nivel del 50% de compras públicas a pymes”. Por ello, reclama políticas antimonopolio y de inversión que lleguen a dichas empresas y protejan los derechos digitales. “Es decir: la simple aplicación de la legislación comunitaria”, puntualiza .

Levi también denuncia una violación del derecho a hacer negocios por parte de las instituciones, al permitir la penetración en servicios esenciales de productos gratuitos de los gigantes tecnológicos. “Esto ocurre fuera de la contratación pública, con la excusa de que el coste es cero; y evita que surjan competidores al permitir que el beneficiario crezca hasta el punto de volverse inalcanzable", afirma.

Por todo ello, Xnet exige una coalición europea para cocrear un código europeo gratuito, auditable e interoperable para los servicios públicos esenciales y para garantizar la correcta y pronta aplicación de las Directivas 23 y 24/2014 para que las empresas de todos los tamaños en toda Europa puedan contribuir a dicho código y beneficiarse de la prestación de servicios derivados basados en él.

'Big tech, big lobby'

Tras la intervención de Levi, el investigador del Corporate Europe Observatory Bram Vranken presentó dos informes sobre la red de influencia de los gigantes tecnológicos en la Unión Europea, basados en documentos de la Comisión Europea y del Consejo de Europa -obtenidos a través de la Ley de Libertad de Información- además de documentos públicos y entrevistas.

El primero, The Lobby Network: Big Tech's web of influence in the EU, ofrece una visión general del poder de presión de la industria tecnológica en la UE. Se trata de un mapeo del 'universo' de actores que tratan de influir en la economía digital de la UE: desde los gigantes de Silicon Valley hasta los contendientes de Shenzhen; desde empresas online hasta aquellas que crean la infraestructura que mantiene el funcionamiento de internet.

El investigador del Corporate Europe Observatory, Bram Vranken.

El investigador del Corporate Europe Observatory, Bram Vranken.

El análisis revela que la tecnología es el mayor sector de lobby de la UE por gasto, por delante de la industria farmacéutica, los combustibles fósiles, las finanzas y los productos químicos. Son un total de 612 empresas, agrupaciones y asociaciones empresariales que gastan más de 97 millones de euros. Casi un tercio de dicho presupuesto (32 millones de euros) procede de solo diez empresas: Vodafone, Qualcomm, Intel, IBM, Amazon, Huawei, Apple, Microsoft, Facebook y Google.

El lobby no solo se realiza individualmente, sino de forma colectiva en asociaciones empresariales y comerciales que son en sí mismas importantes actores de presión. Las grandes tecnológicas -dice el informe- también financian una amplia red de terceros, incluidos think tanks, asociaciones de pymes y startups, y consultorías legales y económicas para impulsar sus mensajes.

“Hay todo un ecosistema de organizaciones cuyas demandas son una variación de la misma melodía”, afirma Vranken en conversación con D+I - EL ESPAÑOL. Los vínculos entre dichas organizaciones y las 'big tech' a menudo no se divulgan, lo que oculta posibles sesgos y conflictos de intereses. En cuanto a la procedencia geográfica, al menos un 20% de las empresas que presionan a la UE en materia de política digital tiene su sede en EEUU. Menos del 1% tiene oficinas centrales en China o en Hong Kong.

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El informe también revela la influencia de las grandes tecnológicas en la redacción inicial de la Ley de Inteligencia Artificial (IA) de la Comisión Europea, “presionando por medidas como las autoevaluaciones de sistemas de IA de alto riesgo, y ejerciendo influencia a través de un grupo de expertos de alto nivel dominado por representantes de la industria”.

El segundo informe presentado por Vranken -The lobbying ghost in the machine- se centra precisamente en cómo el intento pionero de la UE de regular la IA se ha enfrentado a una intensa presión por parte de las empresas tecnológicas estadounidenses: “A través de años de presión directa, grupos encubiertos, expertos financiados por dichas empresas y un empujón del gobierno de EEUU, han reducido sus obligaciones de seguridad, han dejado de lado los derechos humanos y las preocupaciones contra la discriminación, y han obtenido exenciones regulatorias para algunos de sus productos clave”, concluye el análisis.

Digitalización para la humanidad

El cierre de la sesión corrió a cargo de la vicepresidenta del Parlamento Europeo, que destacó la importancia de “no cometer los errores del pasado” y de “una digitalización democrática, humana y civilizada”. “Si dejamos el terreno solo a las grandes empresas digitales, la débil idea comunitaria que nos mantiene unidos quedará irreversiblemente destruida; solo tendremos las ruinas del desempleo masivo, la soledad y el individualismo”, señaló Picierno.

La europarlamentaria insistió en la importancia de no cometer los errores del pasado y de “definir juntos reglas y comportamientos útiles para una digitalización democrática, humana y civilizada”. “No estamos aquí para ayudar a aumentar las ganancias de las grandes compañías, en detrimento de la vida de las personas”, añadió.

Picierno citó un fragmento de un artículo de Sassoli, el fallecido expresidente del Parlamento a quien se rindió homenaje durante la sesión, publicado en el diario italiano 'La Repubblica':

Estamos acostumbrados a pensar en la web en términos de plataformas y algoritmos, y menos en términos de derechos. Lo que necesitamos es ofrecer respuestas democráticas a preguntas que pueden parecer técnicas pero que en realidad no lo son. Las circunstancias actuales ponen a la UE frente a la responsabilidad de ser un punto de referencia para el acceso a los derechos. La Covid-19 ha puesto de manifiesto lo que ya era evidente: la digitalización no espera. La cuestión no es si sucederá, sino si será para todos. Por lo tanto, si queremos promover una lógica distributiva y no monopolística, necesitamos un nuevo liderazgo capaz de reunir a instituciones públicas, empresas y ciudadanos. Para encontrar un camino común hacia una digitalización concebida para la humanidad.