En menos de 48 horas, OpenAI y la Comisión Europea han lanzado sendas iniciativas para la competitividad de la IA en Europa. La primera, un plan económico que contempla inversiones mil millonarias para "ayudar" al continente "a aprovechar la promesa de la IA para impulsar el crecimiento económico". La segunda, para convertir a Europa "en un líder mundial en inteligencia artificial".

Casualidad o no, ambas parecen estar alineadas, aunque con matices: una dice buscar un crecimiento "sostenible" en la región y “garantizar que la IA se desarrolle y se implemente por Europa, en Europa y para Europa”, la otra dice aspirar al liderazgo mundial, traducido a transformar las industrias tradicionales "en poderosos motores de innovación y aceleración de la IA".

¿En qué consiste cada plan? ¿Qué hay detrás del marketing y de las grandes palabras? ¿Y qué se puede leer entre líneas? ¿Es un intento de lobby más? Como señala Bram Vranken, investigador de Corporate Europe Observatory (CEO), "la ofensiva de OpenAI en Europa llega en un momento crítico, ya que la Comisión se encuentra finalizando el Código de Prácticas sobre la IA de Propósito General, que decidirá cómo se regularán en Europa sistemas como ChatGPT", señala.

"OpenAI y otras grandes tecnológicas están inmersas en una intensa batalla de lobby para suavizar las disposiciones sobre derechos fundamentales y obligaciones de derechos de autor, y parecen estar teniendo cierto éxito", añade el experto. Según los datos de CEO, OpenAI ha incrementado enormemente su presencia en Europa en los últimos años. "En concreto un mínimo de 500.000 euros en actividades de influencia. Es decir, cinco veces más que hace dos años", afirma.

Sus esfuerzos y los de otras tecnológicas, junto con el Gobierno Trump, parecen estar surtiendo efecto. "Paralelamente, la agenda de desregulación de la Comisión ha abierto la puerta a una intensa presión empresarial", asegura Vranken. Ahí es donde entra el nuevo plan anunciado por la CE esta semana, el AI Continent Action Plan. Este prevé reducir la carga administrativa de la Ley de IA, que aún no ha entrado por completo en vigor.

"La obsesión de la nueva Comisión por la 'competitividad' está dejando de lado consideraciones cruciales como los derechos fundamentales, la transparencia y la rendición de cuentas. Al final, las únicas beneficiadas serán las grandes tecnológicas que han invertido miles de millones en empresas de IA como OpenAI", critica Vranken.

Letra pequeña

La propuesta de OpenAI en su EU Economic Blueprint se basa en cuatro principios: restablecer las bases necesarias para el crecimiento (chips, datos, energía y talento); simplificación de las normas de la UE; adopción generalizada de la IA en todos los sectores, regiones y sociedades, y aumentar el acceso y la alfabetización en IA.

En base a ello, la empresa "ofrece" como punto de partida varias ideas: un plan para aumentar la capacidad de cómputo, y en paralelo otro para acelerar proyectos de energía renovable para la infraestructura de IA; un fondo "acelerador" dotado de 1.000 millones de euros para financiar proyectos piloto, y desarrollar espacios de datos sectoriales en la UE.

También se propone lanzar un índice de preparación para la IA en Europa, nombrar responsables nacionales de adopción de IA, y formar a 100 millones de europeos en habilidades básicas de IA con cursos online gratuitos.

Todo esto, junto con otras iniciativas como crear una 'Agencia Digital Juvenil en IA', financiada por la UE para desarrollar aplicaciones de IA con los jóvenes; un código voluntario para proteger a la infancia en el diseño de IA; un Día de Concienciación sobre la IA; un premio europeo a la innovación responsable en IA, y ampliar el Día de Internet Segura para incluir a esta tecnología.

Trampa y cartón

Algunas de estas propuestas pueden sonar bien. Sin embargo, esconden en realidad varias trampas. La primera es la más obvia: parten de una visión tecnosolucionista que se basa en la adopción de la inteligencia artificial como objetivo en sí, en lugar de como medio para un fin.

Su narrativa se apoya en una visión de la IA como solución para los grandes retos, sin tener en cuenta que no existe ninguna varita mágica para resolver problemas complejos, y que ello requiere de reformas políticas, económicas y sociales sistémicas.

La segunda trampa, no menos relevante, tiene que ver con la dependencia estratégica y la soberanía digital. A pesar de la retórica de OpenAI sobre la construcción de una "IA en Europa, para Europa", su plan implica una profunda dependencia de su infraestructura, y podría encerrar a Europa en el ecosistema de OpenAI, dejando de lado las alternativas locales.

El documento habla de empoderar a las startups de la UE, pero OpenAI sigue siendo un actor estadounidense centralizado y propietario, con inmensas ventajas en computación, datos y modelos. Su enfoque de colaboración parece pasar por alto las asimetrías de poder: ¿quién construye la tecnología, posee las herramientas y establece las normas? El riesgo es seguir perpetuando un colonialismo digital que relega a las empresas y entidades europeas a meras consumidoras, en lugar de creadoras.

Simona Levi, fundadora de Xnet y autora del libro Digitalización democrática, apunta algo más: "Es dramático ver la casi nula presencia de la idea de producir en código libre, incluso a pesar de que en realidad en este momento sí hay un esfuerzo en este sentido en los centros de IA institucionales como el Centro de Supercomputación de Barcelona".

La tercera trampa es la de los valores. OpenAI insiste en su agenda en un desarrollo con los "valores europeos", lo que contradice lo que la apuesta y lobby de la empresa por la autorregulación y los estándares voluntarios. ¿Quién define la "IA responsable", OpenAI o los ciudadanos de la UE? ¿Debería ser una empresa privada estadounidense la que determine cómo Europa interpreta sus valores en materia de gobernanza tecnológica?

Regalo envenenado

Otra trampa tiene que ver con la meta de alfabetizar a 100 millones de personas en IA de aquí a 2030. Se vende como un regalo, un acto de altruismo, lo que en realidad es una estrategia para afianzarse en el mercado. Capacitar a los ciudadanos en el uso de sus herramientas, con su propia retórica, es una idea redonda para OpenAI, pero ¿acaso no merecen los ciudadanos de la UE una formación independiente?

La propuesta de OpenAI también tiene un punto de greenwashing: propone “priorizar la agilización de las aprobaciones para centros de datos, con el fin de ofrecer una infraestructura de IA neutra en carbono en toda la UE para 2030”, como si de una cosa se siguiera la otra. Se vincula el crecimiento de la infraestructura de IA con las inversiones en energías renovables, obviando que el desarrollo de los centros de datos necesarios para ello consume cantidades ingentes de energía y agua, a menudo duplicando el consumo de las ciudades donde se instalan.

Además, el optimismo del documento sobre la creación de empleo elude la disrupción estructural de la IA en el ámbito laboral. ¿Qué pasa con los trabajadores en empleos más vulnerables? La promesa de la "recualificación" no sirve de nada sin redes de seguridad concretas.

Volviendo a las reflexiones del investigador de CEO, cabe plantearse si el plan de OpenAI es un mero documento de lobby corporativo disfrazado de defensa del interés público: una campaña de marketing vendida como regalo.

El tono y las propuestas de OpenAI sugiere que la compañía se considera un cuasi creador de políticas en Europa: establece prioridades e incluso propone estructuras legislativas. ¿Debería una empresa privada tener este nivel de influencia? ¿Está la UE externalizando su estrategia de IA a intereses económicos privados?

OpenAI 'continent'

Una respuesta parcial puede encontrarse en el nuevo AI Continent Action Plan, muy alineado con el plan de OpenAI desde su supuesto objetivo compartido: aumentar la competitividad de Europa en IA. Incluso usan exactamente las mismas cifras, como la del 13,5% de las empresas europeas utilizan tecnología de IA, según datos de Eurostat de 2024. De ahí que ambas justifiquen una estrategia de adopción de IA.

Otro objetivo común es el de "simplificar" la regulación. "Estamos revisando todas nuestras normas para ver cómo podemos simplificar los procesos y hacer que Europa sea más fácil y rápida desde la perspectiva empresarial", señalan fuentes de la oficina de la CE en España.

En concreto, se prevé una reducción del 25% de la burocracia para las grandes empresas, y un 35% para las pymes, así como la creación de "un nuevo régimen para empresas innovadoras que va a posibilitar que se beneficien de un conjunto único y armonizado de normas a nivel de la UE" (el llamado 28 estado jurídico).

En relación con la Ley de IA, se anuncia una consulta pública sobre las dificultades de los diferentes agentes para comprender la Ley de IA, que "servirá de base para el desarrollo de nuevas medidas de apoyo" y para evaluar "la necesidad de simplificar la legislación digital". También se creará un Servicio de Atención al Cliente de la Ley de IA para ayudar a las empresas a cumplir con la norma, un mecanismo que ya se contemplaba en la propia Ley.

Otro punto común entre los planes de OpenAI y la CE es la apuesta por reforzar la infraestructura europea de IA y supercomputación, para lo que destaca una iniciativa ya anunciada con anterioridad: una red de Fábricas de IA para apoyar a las start-ups, a la industria y a los investigadores de la UE en el desarrollo de modelos y aplicaciones de IA.

A esto se añaden las "gigafábricas de IA": instalaciones a gran escala equipadas con aproximadamente 100.000 chips de IA de última generación para entrenar y desarrollar modelos complejos de IA "a una escala sin precedentes".

En cuanto a la Ley de Desarrollo de la Nube, busca estimular la inversión del sector privado en capacidad de nube y centros de datos para, como mínimo, triplicar la capacidad de dichos en la UE en los próximos cinco a siete años. La sostenibilidad queda como apéndice de decoro, con una referencia a que se priorizarán las infraestructuras altamente sostenibles.

Más de lo mismo

La alfabetización es otra apuesta común de ambos documentos. En el caso de la CE, se habla de un enfoque más especializado, con el desarrollo de programas educativos y de formación sobre IA e IA generativa "en sectores clave", "preparando a la próxima generación de especialistas en IA y apoyando la mejora y el reciclaje profesional de los trabajadores".

Asimismo, se facilitará la contratación internacional de expertos e investigadores altamente cualificados en IA mediante diversas iniciativas, con las que también se buscará traer de vuelta a Europa a "los mejores investigadores y expertos europeos en IA".

Además, el AI Continent Action Plan contempla la creación de Laboratorios de Datos, que reúnen y gestionan grandes volúmenes de datos de alta calidad de diferentes fuentes en las Fábricas de IA. También una Estrategia integral para la Unión de Datos, "para crear un verdadero mercado interior de datos".

Este plan en realidad no tiene mucho de nuevo, pues la mayoría de sus propuestas formaban parte ya del Plan de Trabajo para 2025 de la CE y de la Brújula de Competitividad.

"En su mediático AI Continent Action Plan, la CE proclama querer asegurar la competitividad y la soberanía. No es la primera vez que lo hace. Las otras veces, como en el caso de Gaia-X, hizo una inmediata genuflexión ante las big tech, arreglando el asunto con simplemente pedirles tener una pequeña sede en la UE (ni tan solo pagar los impuestos)", critica Levi.

La fundadora de Xnet espera que la coincidencia en tiempos con el plan de OpenAI para la UE no sea una señal de que la historia se repetirá. "Competitividad debería significar permitir el desarrollo de las empresas y talento europeo. Soberanía, garantizar una digitalización democrática, donde las personas, las entidades y los gobiernos puedan controlar el destino y uso de datos y contenidos", añade.

Otras voces

Algo parecido viene a esgrimir el eurodiputado del PP europeo Axel Voss: "Si Europa quiere aprovechar la IA en consonancia con sus valores y superar finalmente los obstáculos conocidos, el plan de acción debe ser desarrollado y dirigido por una red mucho más amplia y diversa de partes interesadas a lo largo de la cadena de valor de la IA, el mundo académico y la sociedad civil”.

Voss considera que el plan de OpenAI contiene propuestas razonables, aunque apunta que "al igual que el AI Continent Action Plan de la Comisión, carecen de ideas realmente innovadoras". Y puntualiza que "siempre deben cuestionarse las iniciativas de empresas individuales, especialmente cuando son impulsadas por actores extracomunitarios e intereses corporativos".

Si bien Zenner considera que el plan de OpenAI contiene propuestas razonables y vanguardistas, puntualiza que "siempre deben cuestionarse las iniciativas de empresas individuales, especialmente cuando son impulsadas por actores e intereses corporativos de fuera de la UE".

En el aire quedan aún muchas preguntas, y entre ellas, quizá la más importante: ¿quién gobierna realmente el futuro digital de Europa? Las grandes tecnológicas, como OpenAI, ganan terreno como interlocutores privilegiados en la definición de las políticas públicas, y la línea entre la colaboración público-privada y la captura de políticas por intereses económicos se vuelve cada vez más borrosa.

Bajo la apariencia de propuestas ambiciosas y bienintencionadas, se corre el riesgo de reforzar la dependencia estructural de las grandes tecnológicas, y de minar aún más la soberanía tecnológica europea. El reto no es solo adoptar la IA, sino decidir en manos de quién queda su desarrollo, con qué valores y con qué garantías para el interés común.

Europa tiene una oportunidad única: definir una IA que no sólo sea eficiente y competitiva, sino también justa, transparente y democrática. El riesgo es dejar que ese relato lo escriban otros.