Epi Pascual, directora general en España de BetterHelp.

Epi Pascual, directora general en España de BetterHelp. BetterHelp

Opinión #SomosMujeresTech

Liderazgo empático en la era de la inteligencia artificial

Epi Pascual
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La inteligencia artificial ha entrado en las empresas con la promesa de hacernos más eficientes. Pero lo que realmente está poniendo a prueba no son nuestras habilidades técnicas, sino nuestras habilidades humanas. ¿Cómo se lidera cuando el talento trabaja en remoto, diversas generaciones muy distintas deben colaborar juntas, los equipos se dispersan entre países y el tiempo se fragmenta entre notificaciones?

En teoría, nunca habíamos tenido tantas herramientas para comunicarnos. En la práctica, nunca habíamos estado tan desconectados.

La digitalización nos ha permitido optimizar procesos, pero también ha desdibujado los vínculos. Las métricas sustituyen las miradas; los dashboards, las conversaciones; y la inmediatez tecnológica deja poco espacio para la pausa, la reflexión y la escucha.

Liderar en la era digital requiere cultivar una forma de inteligencia que no se enseña en los programas de MBA: la inteligencia emocional. Es fundamental saber cuándo es apropiado hablar y cuándo es mejor guardar silencio, cuándo demandar y cuándo brindar apoyo. Liderar implica no solo razonar, sino también conectar emocionalmente.

Curiosamente, la inteligencia artificial puede ser un aliado para fomentar un liderazgo más humano. Las herramientas de IA nos permiten deshacernos de tareas repetitivas, devolviéndonos más tiempo para lo que realmente importa: reflexionar, escuchar y relacionarnos. Además, pueden proporcionarnos información útil sobre el estado emocional de los equipos o su compromiso. Sin embargo, esos datos solo adquieren relevancia si hay alguien dispuesto a interpretarlos desde una perspectiva empática y responsable.

El líder del futuro no será aquel que tenga más conocimientos tecnológicos, sino quien comprenda mejor las repercusiones humanas de la tecnología. Aquel que sepa combinar métricas con humanidad, y procesos con propósito. Aquel que entienda el liderazgo como un acto de cuidado.

Cuidar no implica ser indulgente o paternalista. Significa crear un entorno que permita a otros rendir al máximo sin desgastarse. Es reconocer que detrás de cada empleado hay una persona con temores, aspiraciones y límites. Y que el bienestar no es un lujo, sino la base sobre la que se edifica la innovación.

Las compañías más avanzadas ya lo han comprendido: los equipos no requieren héroes, sino líderes que estén presentes. Personas que infundan confianza y seguridad psicológica. Que se expresen con claridad, pero también presten atención. Que reconozcan que, en un contexto incierto, la empatía se convierte en la nueva guía.

El liderazgo empático no implica renunciar a la exigencia. Más bien, se trata de acompañar con claridad, no desde la imposición. Cuando las personas se sienten valoradas y atendidas, no solo mejoran su rendimiento: se comprometen con un objetivo compartido.

Durante muchos años, la productividad se evaluó en función de horas y entregables. Hoy, comienza a medirse en términos de energía, creatividad y significado. Ninguna IA puede generar ideas si los humanos detrás de ellas están emocionalmente exhaustos. Por eso, las organizaciones que prosperarán no serán las más automatizadas, sino las más humanas. Aquellas que integren la tecnología al servicio de las personas, no al revés.

El futuro del trabajo no es únicamente digital: debe ser emocionalmente inteligente. Este cambio demanda líderes capaces de fusionar datos con sensibilidad, eficiencia con compasión.

El liderazgo empático no es una moda pasajera; es una respuesta adaptativa a un nuevo contexto. Implica autoconocimiento, presencia y humildad para aceptar que no siempre se tienen todas las respuestas. También requiere valentía para abordar las emociones en ambientes donde tradicionalmente solo se discutían resultados.

La IA puede ayudarnos a ser más ágiles, precisos y eficientes. Pero solo nosotros podemos desarrollar una mayor conciencia. Y esa puede ser la verdadera transformación de esta década: un liderazgo que se valora no por el control, sino por el cuidado.

En un futuro regido por algoritmos, cuidar se convertirá en el acto más revolucionario. Porque cuando la tecnología simplifica todo, lo verdaderamente complicado será mantener nuestra humanidad. Y ese será, en última instancia, el nuevo rasgo distintivo de los grandes líderes: aquellos que logren que la inteligencia artificial no reemplace nuestra humanidad, sino que la potencie.

Si al leer esto piensas que suena bien, pero en tu empresa todavía prevalecen la presión, el control o la desconfianza, quizás debas plantearte una pregunta incómoda: ¿estáis realmente listos para el futuro del trabajo? Porque el liderazgo empático no es una utopía ni un privilegio de empresas "modernas". Es una competencia crucial para sobrevivir en el presente. Ignorarlo no solo aleja el talento, sino que retrasa la transformación que ya está en marcha, una donde la inteligencia artificial puede automatizar casi todo, excepto lo que más necesitamos: la humanidad.

*** Epi Pascual es country manager Spain de BetterHelp