Miguel Ángel Ariza.

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Opinión TRIBUNA

España como referente de la inteligencia artificial responsable

Miguel Ángel Ariza
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La inteligencia artificial se ha convertido en un motor clave de la transformación tecnológica y económica a nivel global. Su desarrollo plantea grandes oportunidades, pero también desafíos relacionados con la ética, la regulación y el impacto social, lo que exige una perspectiva equilibrada que combine innovación y responsabilidad.

Ante la diversidad de enfoques internacionales, España está alineada con el modelo europeo de IA, basado en la regulación, la ética y el equilibrio entre el progreso y el bienestar, frente a otras regiones que priorizan la desregulación y la competitividad del mercado.

Dentro de este marco, España se ha consolidado como una economía puntera, con un mercado de inteligencia artificial valorado en casi 3.000 millones de dólares y donde el 26% del PIB, es decir, 413 millones de euros, procede del sector digital. Además, desde 2020, las empresas del país han atraído más de 2 billones de euros en capital de riesgo para proyectos de IA. Con todo, pese a contar con un claro marco legislativo, el camino sigue siendo largo y la tecnología debe emplearse siempre desde la ética y la responsabilidad.

Son muchos los que afirman que la regulación frena la innovación, pero esto no es así. De hecho, entre los objetivos de la ley europea de inteligencia artificial se encuentra el de establecer un marco regulatorio armonizado con el fin de garantizar que los sistemas de IA sean seguros, éticos y fiables, mientras que, al mismo tiempo, se fomenta la innovación y la competitividad.

España, como impulsora de esta normativa y cabeza visible a favor de la ética tecnológica, no solo adopta el marco europeo, sino que cuenta con políticas activas de inversión pública y un impulso decidido a la innovación responsable. A través de estas directrices, recogidas en la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial y supervisadas, entre otros, por el Comité Español de Ética de la Investigación, se ha creado un ecosistema donde las empresas se sienten respaldadas y seguras para desarrollar nuevas soluciones. La transparencia en el uso de datos, la protección de los derechos digitales y los estándares de seguridad no son obstáculos, sino garantías que fortalecen la confianza de los ciudadanos y de los inversores, consolidando así a nuestro país como un referente europeo en inteligencia artificial responsable.

Vivimos en un momento de transformación constante, en el que la inteligencia artificial avanza a pasos vertiginosos. Los grandes actores tecnológicos desarrollan sus plataformas y soluciones con una rapidez sin precedentes, impulsados por la necesidad de ofrecer nuevos servicios y por una capacidad de inversión extraordinaria.

Mientras tanto, la sociedad transita a un ritmo más pausado, todavía cautelosa frente a la integración de la IA en sus procesos y a la implementación efectiva de las soluciones. La evolución de la regulación y la velocidad a la que avanza la tecnología hace que la adopción segura y efectiva requiera reflexión y estrategia.

Por eso, es fundamental detenerse y evaluar cuál es la solución más adecuada para cada necesidad de negocio. Esto implica considerar no solo su potencial técnico, sino también su grado de madurez, la facilidad de integración en los procesos existentes, los costes de mantenimiento o el impacto que puede tener en las personas que la utilizarán. A veces la mejor opción será un agente basado en IA, un asistente inteligente; en otras, técnicas más tradicionales que no dependen de grandes modelos de lenguaje pero que siguen siendo eficaces en numerosos casos de uso.

De este modo, no basta con adoptar tecnología: es necesario hacerlo con propósito y visión estratégica. La verdadera clave reside en implementar soluciones que respondan a desafíos reales del negocio, aporten valor desde el primer momento y puedan escalarse de manera eficiente. Y ese valor no se mide únicamente en términos económicos: la adopción responsable de la IA implica también garantizar transparencia, ética y confianza, para que la innovación genere un impacto tangible y positivo tanto en las organizaciones como en la sociedad en su conjunto.

*** Miguel Ángel Ariza es director general de VASS para Iberia y Latinoamérica.