Antoni Grau, ADAS Business Unit Director at FICOSA.

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Opinión LA TRIBUNA

¿Está Europa lista para el coche autónomo?

Antoni Grau
Publicada

Durante décadas, los coches voladores y los vehículos que se conducen solos han sido los protagonistas de nuestra imaginación, exagerados por libros y películas que dibujaban futuros tecnológicos sin límites y llenos de promesas. Hoy, la movilidad del futuro parece más cercana que nunca, con el coche eléctrico y autónomo como emblema de esa revolución. Un vehículo más cómodo, más seguro y, sobre todo, más sostenible, parecía inevitable. Pero, tras años de avances tecnológicos y grandes anuncios de empresas como Tesla, la pregunta persiste: ¿hasta qué punto está este futuro realmente al alcance de nuestra mano?

Pese a titulares que anticipan una revolución en el transporte, la realidad de los vehículos autónomos es más modesta. A día de hoy, su funcionamiento pleno solo se da en entornos cuidadosamente controlados, como las calles de ciertos barrios de San Francisco o áreas específicas en China. En estos lugares, los llamados robotaxis circulan sin conductor, pero con un mapa extremadamente detallado y condiciones diseñadas para minimizar riesgos. ¿Por qué no se extiende este modelo a más ciudades del mundo? Tanto las limitaciones tecnológicas como las regulatorias son la respuesta.

Los vehículos autónomos enfrentan aún grandes desafíos fuera de las zonas entrenadas. Para entendernos, la IA y los algoritmos que controlan su conducción necesitan comprender cada calle, señal y comportamiento de tráfico, adaptándose a un entorno que puede ser caótico e impredecible. Esta barrera técnica explica por qué la autonomía total en coches privados aún parece un objetivo lejano, mientras que los servicios de robotaxis en áreas concretas o restringidas avanzan con mayor rapidez.

En el panorama internacional, China ha consolidado su posición como líder emergente en movilidad autónoma, impulsada por una combinación de políticas favorables, precios competitivos y un firme respaldo estatal. Un ejemplo destacado es Pony.ai, que ha anunciado su intención de ampliar su flota de robotaxis, pasando de 300 a 1.000 unidades para 2026, marcando un ambicioso camino hacia la masificación de este modelo de transporte en el país.

Por otro lado, en Estados Unidos, la estrategia ha girado más en torno a los vehículos privados y el desarrollo de tecnologías avanzadas orientadas al conductor. Este enfoque ha resultado en decisiones estratégicas como la retirada de fondos para Cruise, la división de vehículos autónomos de General Motors, o la cancelación de Argo AI, una colaboración entre Ford y Volkswagen para desarrollar robotaxis.

¿Y Europa? Aunque sigue siendo un actor clave en la industria automovilística, las empresas tradicionales se enfrentan a retos significativos en este terreno. La competencia por el talento experto en software ha obligado a muchas de ellas a buscar alianzas estratégicas. Un ejemplo reciente es Renault, que ha unido fuerzas con Google para desarrollar su primer coche definido por su software e intentar competir en un campo donde Estados Unidos y China ya están muy adelantados.

Esta situación está redefiniendo el modelo de negocio de las empresas tradicionales. En lugar de centrarse exclusivamente en vehículos privados, los fabricantes están explorando alternativas como flotas compartidas y soluciones para la movilidad urbana, así como fusiones e integraciones con otros agentes.

Sin embargo, Europa no está exenta de oportunidades. El continente cuenta con un ecosistema industrial consolidado, marcas automovilísticas de prestigio y un enfoque normativo que, aunque más exigente, también impulsa la innovación responsable. Además, con iniciativas y fondos como los NextGenerationEU, las instituciones están proporcionando recursos significativos para apoyar la transición hacia una movilidad más sostenible y digitalizada.

Si bien la carrera por los vehículos autónomos parece estar liderada por China y Estados Unidos, Europa tiene el potencial de destacar en áreas clave como la integración de energías renovables, el desarrollo de software seguro y ético, y la implementación de infraestructuras inteligentes.

El futuro de los vehículos autónomos es prometedor, pero, por el momento, sigue siendo eso: un futuro. El trayecto hacia una movilidad verdaderamente autónoma no será uniforme ni inmediato. La cooperación entre gobiernos, empresas y sociedad será clave para superar las barreras tecnológicas, económicas y legales que aún existen.

Así, la pregunta no es si los vehículos autónomos serán una realidad, sino cuándo y cómo. Y la respuesta dependerá de nuestra capacidad para afrontar estos desafíos de manera conjunta y con una visión global que garantice una movilidad cómoda, segura y sostenible para todas las personas.

***Antoni Grau es ADAS Business Unit Director at FICOSA.