Óscar García-Velasco, socio director de Amrop España.
El liderazgo en posiciones globales ha sido siempre una tarea compleja. Pero hoy, a esa complejidad natural de gestionar equipos diversos, culturas distintas y mercados desiguales, se suma un nuevo factor que está reconfigurando las reglas del juego: la inteligencia artificial (IA). Esta tecnología ha irrumpido con fuerza en todos los sectores y, con ella, ha llegado también la necesidad de repensar qué significa liderar en un entorno internacional marcado por algoritmos, automatización y decisiones cada vez más sustentadas en los datos.
Para los líderes globales, la IA supone una enorme ventaja competitiva. Les permite acceder en tiempo real a información valiosa procedente de cualquier parte del mundo, anticiparse a los movimientos del mercado y optimizar procesos complejos. Democratiza el acceso al conocimiento y acorta distancias entre sedes y filiales. En sectores como los de la energía o las finanzas, las grandes decisiones estratégicas ya no se basan, como tradicionalmente, en la experiencia, y quizá en algunos casos en la intuición, sino en la capacidad de interpretar correctamente millones de datos.
Sin embargo, como casi todo en la vida empresarial, este avance tiene su reverso. La dependencia de los datos y los algoritmos también conlleva riesgos y nuevas dificultades que hay que aprender a gestionar. Uno de los más evidentes es el peligro de perder la visión humana en la toma de decisiones. La IA puede sugerir la mejor estrategia desde el punto de vista de la eficiencia, pero no siempre tiene en cuenta los matices culturales, sociales o éticos, ya sea por algoritmos deficientes y/o falta de data apropiada, que sólo un liderazgo humano experimentado es capaz de valorar.
Además, la implantación de la inteligencia artificial en entornos globales puede acentuar desigualdades entre regiones. No todos los países ni todas las sedes cuentan con la misma madurez digital ni con el mismo acceso a recursos tecnológicos. Esto obliga a estos líderes a actuar como verdaderos integradores que garanticen que la tecnología no se convierta en una fuente de división dentro de la propia organización.
En cuanto a la gestión del talento, la IA está transformando los perfiles profesionales que necesitan las compañías. Al mismo tiempo, genera cierta incertidumbre. ¿Qué tareas se automatizarán? ¿Qué puestos desaparecerán? ¿Cómo afectará esto a las estructuras tradicionales? El líder global debe anticiparse a estas inquietudes y gestionar esa transición con inteligencia emocional, comunicando con claridad y ofreciendo alternativas de desarrollo profesional.
En este contexto, emerge con fuerza una nueva figura dentro del comité de dirección empresarial: el Chief Artificial Intelligence Officer (CAIO). Un perfil llamado a desempeñar un papel clave en la definición y supervisión de las estrategias de IA en las compañías. La presencia del CAIO es cada vez más habitual en empresas de sectores como la movilidad, la energía o las telecomunicaciones, donde la aplicación de la IA no sólo mejora la eficiencia, sino que puede marcar la diferencia en términos de innovación y competitividad global.
El CAIO debe tener visión de negocio, conocimiento tecnológico y una fuerte orientación ética, porque entre sus responsabilidades estará garantizar que la inteligencia artificial se utilice de forma responsable, respetando los marcos regulatorios de cada país y velando por los derechos de los usuarios y los empleados. Su interlocución con el CEO y con los líderes de las distintas áreas de negocio será constante, especialmente en entornos globales donde la IA debe adaptarse a realidades muy distintas en función de cada mercado.
Más allá de la creación de este nuevo rol, nos encontramos en un momento en el que la capacidad para liderar ya no depende sólo de la experiencia internacional, el conocimiento de los mercados o las habilidades interpersonales. Ahora, también es imprescindible entender el impacto de la tecnología en el negocio, dominar la gestión de los datos y ser capaz de integrar la IA en la estrategia de forma equilibrada.
Los líderes globales del futuro deberán convivir con algoritmos que tomarán decisiones en milisegundos, pero también tendrán que seguir mirando a los ojos a sus equipos, interpretando sus inquietudes y manteniendo viva la esencia humana del liderazgo. La clave estará en encontrar el equilibrio: utilizar la inteligencia artificial como una herramienta poderosa al servicio de la visión y el propósito de la empresa, sin caer en la trampa de convertirla en el único motor de la toma de decisiones.
Y es que la IA ofrece un enorme potencial, pero también exige una nueva forma de entender el liderazgo. Un liderazgo más técnico, más analítico y, paradójicamente, más humano que nunca. Porque en la era de la inteligencia artificial, la diferencia la seguirá marcando la capacidad de los líderes para combinar datos con intuición, algoritmos con valores y eficiencia con propósito.
***Óscar García-Velasco es socio director de Amrop España.