
Juan Pablo Peñarrubia, vicepresidente del Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática (CCII).
Desde hace décadas, la capacidad de la industria informática forma parte de la ventaja (¡o desventaja!) competitiva de las naciones, utilizando la terminología del insigne Michael Porter.
Siete de las diez mayores empresas del mundo por capitalización bursátil son de la industria informática: Apple, Nvidia, Microsoft, Amazon, Alfabeth (Google), Meta (Facebook), y la taiwanesa TMSC.
Más allá de las oportunidades y amenazas de la inteligencia artificial (IA), ¿qué quiere hacer España con la IA en su estrategia de país? ¿Alguien está analizando hacia dónde le convendría ir a España en materia de IA y de industria informática en general?
No estamos hablando de algo como el documento Estrategia de IA 2024 que, aunque planteado como estrategia, es una distribución de fondos Next Generation EU en 2024 y 2025, o de algo como la Estrategia ENIA 2020-2025, que a pesar de un mayor enfoque como estrategia se materializaba igualmente en la distribución de 600 millones de euros de fondos Next Generation EU.
No se me malinterprete, ambas iniciativas han sido positivas y eran necesarias para la ejecución de Next Generation EU, pero lo que se plantea es ir mucho más allá.
En estas semanas ha habido algunas novedades relevantes en el ámbito de la IA: el Gobierno ha Iniciado la tramitación del Anteproyecto de ley para el buen uso y la gobernanza de la inteligencia artificial que, a pesar de su halagüeño título, tiene por objeto esencial el régimen sancionador español derivado del reglamento europeo de IA.
Por su parte la Asociación Española de Normalización (UNE) tiene en exposición pública la versión española del estándar internacional de Sistema de Gestión de la IA en las organizaciones: Norma UNE ISO/IEC 42001 que será central para la gobernanza de la inteligencia artificial en las empresas españolas. Son buenas noticias y más abajo señalaremos algunas más para las próximas semanas, pero sin un planteamiento verdaderamente estratégico perderemos este tren.
No debe caerse en el error de pensar que esto es demasiado difícil o inviable para un país como España. Hay ejemplos arquetípicos, como Taiwán o Singapur, sobre cómo una estrategia tecnológica sostenida puede transformar el tejido productivo hasta generar liderazgo en actividades o productos específicos.
Tampoco hay que pensar que "esto es algo europeo". Una cosa es tener una regulación común, que siempre es algo positivo, pero al final estamos hablando de un elemento más para la competitividad del país. Y en el contexto europeo, de hecho, hay una gran diferencia entre liderar (y con ello beneficiarse de la propia dinámica global de la Unión Europea), o ser comparsa (es decir, convertirse en dependiente de otros países europeos y crear beneficios para ellos). Ser europeísta no significa abandonar la propia estrategia de país.
Hablar de inteligencia artificial encierra muchas vertientes técnicas e industriales. Por ejemplo y, en primer lugar, los centros de proceso de datos. Instalaciones con los ordenadores que ejecutan los programas de IA o de cualquier otra tecnología informática (incluido el procesador de textos "en la nube" que estoy usando para escribir este artículo). Estos centros, a su vez, requieren de una alta capacidad energética y sus ordenadores y sistemas de almacenamiento deben ser fabricados.
La fabricación de estos equipos requerirá la producción de microchips, en muchos casos usando tierras raras u otras materias primas escasas. Además, los sistemas de IA han de ser diseñados e implementados, hablamos del conjunto de la industria de programas y servicios informáticos, tanto básicos (para ser integrados o usados por otros productos o servicios informáticos) como de soluciones aplicadas a cualquier sector de actividad económica o social en general (finanzas, salud, producción industrial, entretenimiento, comunicación, automoción, sector público, medio ambiente… todo).
Son productos y servicios informáticos que deben ser explotados y comercializados. Y no solo en España sino en el mundo entero. Este último matiz, el uso mundial, no solo tiene un potencial beneficio de país extraído del uso global, sino que aporta además una influencia, un "poder suave" en otros países. Esto se comprende muy bien si pensamos en nuestro propio uso de productos de grandes tecnológicas multinacionales americanas como Google o Microsoft.
¿Hacia dónde ha ido España en materia de empresa e ingeniería informática en general en las últimas décadas? ¿Hemos promovido un tejido propio de empresas de ingeniería informática que puedan crear progresivamente ventajas competitivas como país o más bien las empresas exitosas acaban vendidas a terceros extranjeros junto con sus fecundas innovaciones?
¿Tenemos un ecosistema sólido para la industria informática? ¿Hay en España alguna inquietud de liderazgo en alguna vertiente de la ingeniería informática o su aplicación (incluida la IA): salud, medio ambiente, administración, multimedia, servicios sociales, turismo…?
No solo se trata del "que inventen otros" o la miopía estratégica, pues más allá de lo inmediato desemboca en la dependencia tecnológica de terceros países de modo sistémico. No ya en relación con una materia prima o tecnología concreta, sino al funcionamiento todo como país.
Una sencilla pregunta permite comprender el concepto de autonomía tecnológica en materia informática: ¿Qué pasaría en España o en Europa si Google y Microsoft se apagaran para nosotros? Y aplicado a la presente reflexión: ¿Queremos que la IA mejore o empeore este escenario?
En las próximas semanas se celebrará en Noruega reunión plenaria del comité europeo de estandarización de la IA, tendré el honor de presentar en nombre de España los avances en las dos iniciativas que lideramos en materia de herramientas y capacitación de las empresas de un modo realista y viable para resolver cuestiones éticas que puedan surgir en el ciclo de vida de los sistemas de IA. De esto estamos hablando, pasar de la teoría a la práctica realista y valiosa para las empresas.
El 8 de abril arranca en Valencia Semana Informática 2025 que, entre otros temas, abordará el uso de la inteligencia artificial en las administraciones públicas (un área de la industria informática en la que las empresas españolas son muy destacadas, las que aún no han sido compradas por multinacionales extranjeras); la prevención de desastres naturales; la ciberseguridad... ¿Queremos promover un liderazgo español en estos u otros ámbitos de la IA aplicada? Todos los esfuerzos políticos y sectoriales son pocos en esta enorme oportunidad. O amenaza, según se mire y evolucione…
Dijo nuestro ilustre Séneca que no hay viento favorable para el que no sabe dónde va. En un entorno mundial cambiante e incierto, el cortoplacismo es la principal amenaza para nuestra economía y sostenibilidad como país (sistema sanitario, sistema educativo, pensiones, libertades y derechos…).
Solo con una cierta estrategia de país a largo plazo podemos incrementar la sostenibilidad de nuestra sociedad. Lo estamos viendo con el giro en las políticas de defensa e inversión en seguridad. Hace tiempo que no se puede hablar de políticas de estado en España sin una simultánea triste sonrisa...
Ojalá todo este escenario fructifique cuanto antes en algunos cambios en los modos de hacer política. Y ojalá se aplique para coger el tren de la inteligencia artificial y la informática en general en nuestra estrategia de país. Nos va mucho en ello. Quizás todo.
***Juan Pablo Peñarrubia es vicepresidente del Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática (CCII).