Estamos en la nueva era del prompt. Para quien no lo sepa, el prompt es el comando, la orden que le damos a cualquiera de los sistemas de inteligencia artificial (IA) generativa para que formule aquello que queremos: un soneto, un programa, un video, un diseño de una nueva proteína, etc. etc.
Ya no programamos, no codificamos, no diseñamos desde cero; escribimos instrucciones y la máquina hace el resto. Es tan fácil como googlear, pero con una diferencia crucial: en lugar de buscar lo que alguien ya hizo, le pedimos a la inteligencia artificial que lo haga por nosotros. ¿Qué implica esto para el futuro del conocimiento, la creatividad y, en última instancia, nuestra existencia?
El uso de prompts en inteligencia artificial es la gran disrupción del momento. Desde la generación de imágenes hasta la redacción de textos, pasando por el análisis de datos y la creación de código, la capacidad de estas herramientas para ejecutar tareas complejas con simples instrucciones ha democratizado la productividad.
Antes, para construir una página web, debías aprender HTML, CSS y JavaScript; ahora, solo necesitas un prompt preciso. "Diséñame una web minimalista con fondo oscuro y fuente moderna". Hecho. ¿Quieres una canción al estilo de los Beatles? Describe el tono, la instrumentación y la letra. Ya la tienes. El prompt es el nuevo lenguaje universal.
Evaluando fuentes para mi tesis doctoral, he encontrado múltiples estudios que analizan la evolución de la inteligencia artificial y su impacto en la producción del conocimiento. En 'The Singularity Is Nearer' de Ray Kurzweil se explora cómo la IA está transformando nuestra realidad y las implicaciones de una posible fusión entre humanos y máquinas.
Hay algo que debería llamarnos profundamente la atención en esta evolución. Las inteligencias artificiales han devorado todo el conocimiento humano disponible. Han absorbido libros, artículos, imágenes, código y conversaciones. Y lo han hecho tan rápido que ya hemos llegado a un punto de inflexión: los modelos han agotado el conocimiento humano y ahora los estamos entrenando con conocimiento sintético.
Lo que antes se basaba en información creada por personas, ahora es un ciclo de datos generados por IA alimentando nuevas IAs. Las IAs aprenden de las IAs ¿Hacia dónde nos lleva esto? De hecho, Sengar destaca la creciente dependencia del entrenamiento con datos sintéticos y sus implicaciones en la confiabilidad de la información generada.
Este reciclaje de información sintética plantea múltiples desafíos. En primer lugar, la calidad del conocimiento. Si las inteligencias artificiales empiezan a aprender de contenido generado por otras inteligencias artificiales, corremos el riesgo de una entropía informativa: errores sutiles que se amplifican con el tiempo, sesgos que se perpetúan y una homogeneización del pensamiento.
Es un fenómeno similar al de la endogamia intelectual: sin nuevas fuentes de conocimiento humano, la creatividad podría atrofiarse y el conocimiento podría volverse un eco de sí mismo.
En segundo lugar, la autenticidad. Si gran parte del contenido que consumimos proviene de máquinas, ¿cómo distinguimos lo original de lo generado? En una era donde lo digital ya es indistinguible de la realidad, podríamos estar en la antesala de un colapso de la confianza en la información. Si todo lo que leemos, vemos y escuchamos podría haber sido producido por una IA, la pregunta ya no es quién lo escribió, sino si realmente importa quién lo hizo.
Pero más allá del riesgo, también hay oportunidades. Si bien estamos enseñando a las máquinas a pensar como nosotros, quizás también podamos usarlas para pensar de formas en las que nunca habíamos pensado antes. La inteligencia artificial no solo ejecuta, sino que amplifica nuestras ideas. 'Promptear' bien es el nuevo arte de la era digital: aquel que sabe formular las preguntas correctas, obtiene respuestas que nadie más ha imaginado.
El reto ahora es doble. Primero, evitar que nos convirtamos en meros espectadores de la creatividad artificial y, en su lugar, utilizarla como una herramienta para expandir los límites del pensamiento humano. Segundo, garantizar que el conocimiento sintético no sustituya al conocimiento real, sino que lo complemente. Si no encontramos un equilibrio, podríamos terminar en un futuro donde la inteligencia artificial crea, pero nadie entiende cómo ni por qué.
En un mundo donde "prompteo, luego existo" se convierte en la nueva realidad, la clave no es solo saber qué preguntar, sino asegurarnos de que las respuestas sigan teniendo sentido.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores