Yolanda Minguito, directora de Business Banking de Triodos Bank y miembro de la Junta directiva de SpainNAB.
Las finanzas éticas como motor del impacto transformador
Son semanas determinantes. Europa encara un rumbo nuevo para afrontar los enormes retos de la crisis climática, la desigualdad o la pérdida de biodiversidad, a la vez que revitaliza la economía a través de la Brújula de la Competitividad y el Clean Industrial Deal.
En este contexto desafiante e histórico, el sector financiero es clave para canalizar las inversiones necesarias que orienten a Europa hacia un modelo inspirador que demuestre que competitividad y sostenibilidad son las dos caras de una moneda en un modelo económico resiliente ante cualquier contexto adverso.
Las finanzas sostenibles deben abanderar esta regeneración del tejido productivo europeo hacia un modelo competitivo de innovación, fabricación y comercialización de tecnologías limpias, con el objetivo de convertirse en el primer continente climáticamente neutro.
Esto supone canalizar inversiones hacia sectores que promuevan el desarrollo sostenible, como las energías renovables, la economía circular, la restauración de la naturaleza, la inclusión financiera y la producción responsable.
Desde la banca basada en valores celebramos que el modelo sea el de apalancarse en sectores de actividad verde e inclusivos para la prosperidad de Europa, porque el impacto de estas prácticas empresariales trasciende la rentabilidad económica.
En términos sociales se reducen las desigualdades al financiar proyectos que promueven el acceso a educación, la salud, los cuidados y nichos nuevos de empleabilidad.
Desde una perspectiva ambiental se logra la transición hacia una economía neutra en carbono y de regeneración de los ecosistemas naturales a través de iniciativas de restauración o de la reducción de costes de energía.
Las personas que invierten y las que consumimos somos cada vez más conscientes de esos factores, y tomamos decisiones bancarias según dónde invierte la entidad que eligen o decisiones de inversión por las preferencias en sostenibilidad.
En las últimas décadas esto ha promovido la reconfiguración del sistema financiero, de sus normas y de las políticas que rigen nuestra industria, pero además son parte esencial de los planes estratégicos gubernamentales para sus nuevas estrategias, como la que ahora encara Europa con el Clean Industrial Deal y el Ómnibus de sostenibilidad.
Las finanzas sostenibles no son solo una herramienta para el desarrollo, sino una necesidad para garantizar el bienestar de las generaciones futuras. En ese escenario, los bancos éticos marcamos la diferencia por nuestra labor pionera desde los años 70 y 80 y demostramos que es posible otra forma de hacer banca, en la que no solo se genere rentabilidad, sino que, por encima de la cuenta de resultados, promueve e impulsa un impacto positivo y duradero para la transformación social.
Pero es necesario que todo el sistema financiero acelere también la transición hacia un modelo más sostenible, donde la inversión verde y la inclusión social van de la mano. La regulación, los incentivos gubernamentales y la demanda social jugarán un papel clave en este proceso. La integración de criterios ASG en las inversiones ya no es opcional, sino un imperativo para mitigar riesgos y construir un modelo económico más justo.
Sin embargo, no todas las instituciones han avanzado al mismo ritmo. Mientras algunos bancos tradicionales ya han incorporado criterios ASG en su estrategia, otros han mantenido modelos de negocio basados en la rentabilidad a corto plazo, muchas veces a costa del bienestar social y ambiental. Aquí es donde los bancos éticos jugamos un papel diferenciador.
Es clave diferenciar entre la inversión con criterios ASG y la inversión de impacto. Mientras que los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) permiten evaluar los riesgos y oportunidades de sostenibilidad en cualquier inversión, la inversión de impacto va un paso más allá: busca generar un impacto social o ambiental positivo, medible e intencionado, además de un retorno financiero.
En este sentido, la banca ética ha liderado históricamente este enfoque, y ha enfocado su cartera a proyectos que no solo cumple con criterios de sostenibilidad, sino que tiene un propósito transformador en la sociedad y el medioambiente. Esta distinción es clave para entender cómo el sector financiero puede acelerar la transición hacia un modelo económico más resiliente y justo.
Según recoge el informe “La oferta de capital de impacto en España en 2023” elaborado por SpainNAB y Esade Center for Social Impact (ECSI) en 2024, a cierre de 2023 la oferta de capital de impacto, que engloba la inversión y financiación bancaria de este tipo, alcanzó en España un volumen total de 3.341 millones de euros. De ese total el apartado de la financiación bancaria de impacto está liderado sobradamente por la banca ética, que alcanzó los 1.740 millones de euros, el 52 % de la oferta de capital.
Es una cuestión de propósito, pero también de adicionalidad, de suma de esfuerzos, de priorizar la transformación social donde la suficiencia, la economía regenerativa, la diversidad empresarial, lo local o el autoconsumo sean las iniciativas que ocupen las prioridades de nuestras carteras de préstamos, para que las empresas que las lideran sean las protagonistas del modelo económico que necesitamos, lejos del modelo de extracción, la eficiencia, el individualismo, los monocultivos intensivos, los combustibles fósiles y, en definitiva, lo que nos resta prosperidad y bienestar como sociedad.
Y a esto hay que añadir que la banca ética no es en absoluto menos rentable, sino todo lo contrario. Invertir y financiar la economía real y no la especulativa dan como resultado entidades más resistentes a contextos adversos y de crisis. Así lo demuestra el 7º Informe sobre las Finanzas Éticas en Europa elaborado por la Fundación Finanzas éticas y FEBEA, que representa a 33 entidades de 16 países y 2.400 millones de euros en ahorros.
El estudio se elabora con la metodología internacional para la evaluación de riesgos posibles en las instituciones bancarias a partir de los cinco parámetros: adecuación de Capital, calidad de los Activos (morosidad), Management (calidad de la gestión), Beneficios (rentabilidad) y Liquidez. Además de las entidades de FEBEA, tiene en cuenta para su comparativa los 60 principales bancos europeos. Así, mientras la TIER1 de los bancos tradicionales es del 17,23 %, la de los bancos éticos es del 23,32 %.
En definitiva, certidumbres para una sociedad próspera que necesita a las finanzas sostenibles para que Europa tenga un papel transformador desde un ejercicio de liderazgo que nos hará fuertes en tiempos como los actuales, donde la geopolítica nos puede hacer dudar, pero ante los que hay que actuar con audacia y determinación.
***Yolanda Minguito es directora de Business Banking de Triodos Bank y miembro de la Junta directiva de SpainNAB.