Hace un tiempo mencioné en una de mis columnas a una empresa social llamada Landlife, una scale-up holandesa que se dedica a la reforestación usando tecnología para plantar árboles a gran escala. Pues bien, ellos me contactaron proactivamente y hace unos días conocí a su responsable en España, Pancho Purroy.

Fue una reunión muy interesante en la que empecé a comprender su misión y a entender cómo se apalancan en la tecnología para ofrecer a todo tipo de organizaciones una forma sostenible y transparente de emprender iniciativas de acción climática y compensar sus emisiones de carbono a través de la restauración de la naturaleza. 

Muchas veces he comentado en distintos foros que si creemos que plantar árboles es la manera de compensar las emisiones de carbono, estamos cometiendo un gran error porque no hay suficientes tierras cultivables en nuestro planeta; lo cual no significa que no pueda ser una pieza de la estrategia de descarbonización de las empresas y organismos públicos, en los casos en los que no se pueden eliminar todas las emisiones.

Del mismo modo, estoy convencido de que tirar semillas desde drones no es una manera eficiente de reforestar. Por eso me gustó mucho escuchar a la gente de Landlife y ver que usan tecnologías como la inteligencia artificial y el análisis de datos para plantar árboles donde son más necesarios; así como para entender que tienen una visión de conjunto para recuperar ecosistemas, mejorar la biodiversidad, generar beneficios sociales y económicos para las comunidades locales.

Si habéis leído hasta aquí significa que ya me conocéis un poco, así que ya sabréis que ahora viene el momento en el que conecto el título de la columna con el texto. Gracias a uno de los grupos de sostenibilidad en los que estoy metido, descubrí una destilería escocesa llamada Nc’nean, una empresa que quiere cambiar la forma en que el mundo piensa sobre el whisky (el término whisky significa “agua de vida”).

Su nombre es una abreviatura de Neachneohain (la Reina de los Espíritus en la antigua mitología gaélica), una feroz protectora de la naturaleza y amante de todo lo salvaje, que no tenía miedo a seguir su propio camino. En esta destilería se inspiran en ella para poner la sostenibilidad siempre en primer lugar. Ellos dicen que nuestra Tierra nos necesita y desde el realismo apuestan por: 

  • Ser neutros en carbono: asumiendo que no siempre es posible eliminar las emisiones.

  • Mejorar sus operaciones: reduciendo las emisiones de sus instalaciones, incluyendo tractores, montacargas, electricidad y nuestra caldera de biomasa.

  • Implicar a su cadena de suministro: minimizar las emisiones provenientes del cultivo de cebada, de la fabricación y transporte de todas las materias primas, embalajes y productos, así como viajes del personal y desechos generados.

Entro en los detalles porque he leído titulares preocupantes del tipo que ESG es la próxima innovación en la industria de las bebidas alcohólicas; o que ESG adquiere un papel más importante para las corporaciones de alimentos y bebidas; o que las empresas de bebidas toman medidas para priorizar las iniciativas ESG. 

Para los que piensen que el ejemplo es de una empresa pequeña o que debería haber escrito sobre el vino patrio, les diré que he usado un ejemplo inspirador. Pero sabemos que esto aplica a todas las empresas del sector, independientemente de su tamaño.

De hecho, leyendo el informe de TraceGrains, El estado de cumplimiento de ESG, vemos que destacan la desconexión entre las bien intencionadas empresas de bienes de consumo (casi el 64% reconocen la importancia de ESG) y su capacidad para ofrecer productos que cumplan con los criterios ESG en el contexto de una cadena de suministro global cada vez más compleja. 

Espero que los titulares sirvan como una llamada de atención, como un estímulo adicional para acelerar en esta necesaria transformación. Asumamos que ESG no es un mito, es una realidad. No podemos dilatar más el tomarnos en serio todo lo relativo a neutralidad en carbono, packaging, reducción y aprovechamiento de residuos, ahorro de agua en los procesos de producción y refrigeración, uso de materias primas orgánicas certificadas, etc.