Recreación de la tecnología del 'cloud computing'.
El gasto en nube pública en Europa resiste a los aranceles de Estados Unidos, con un aumento del 19% hasta 2030
Mientras Bruselas asegura importaciones de semiconductores de Estados Unidos, el gasto en servicios cloud crece con fuerza en finanzas y salud.
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El mercado europeo de servicios de nube pública no muestra signos de debilidad pese a las tensiones comerciales con Estados Unidos. Esa es la principal conclusión a la que han llegado los analistas de IDC, según los cuales el gasto en esta parcela alcanzará los 229.000 millones de dólares en 2025 y se elevará hasta los 452.000 millones en 2029, lo que supone un crecimiento anual compuesto del 19% en el periodo 2024-2029.
“Pese a la incertidumbre que generan los aranceles estadounidenses, la mayoría de las industrias europeas mantienen un enfoque de ‘business as usual’”, explica Andrea Minonne, investigador de IDC a cargo del estudio en cuestión.
Uno de los motores más claros de este crecimiento es la adopción de soluciones de inteligencia artificial, en especial la inteligencia artificial generativa. IDC estima que la demanda de plataformas como servicio (PaaS) se disparará un 32% interanual hasta 2026, a medida que las compañías experimentan con nuevos casos de uso de IA y reorganizan sus procesos internos en torno a estas tecnologías.
Las empresas de software y servicios de información lideran este viraje: la presión competitiva y la necesidad de acelerar proyectos de automatización y reestructuración digital han convertido a la nube en el terreno natural para desplegar algoritmos y entrenar modelos de IA.
Riesgos geopolíticos y estabilidad relativa
El informe no ignora los riesgos: la guerra en Ucrania, los conflictos en Oriente Medio y las discusiones sobre aranceles transatlánticos añaden capas de volatilidad que podrían afectar a la segunda mitad de 2025. Sectores intensivos en manufactura —como el automóvil o los bienes industriales— se cuentan entre los más expuestos. Sin embargo, la consultora concluye que no se esperan efectos sustanciales en la inversión cloud, dado el carácter transversal de la tecnología y su papel en asegurar resiliencia, visibilidad en la cadena de suministro y previsión de la demanda en tiempo real.
A pesar de todo, los segmentos que más acelerarán su gasto en la nube en 2026 serán los de finanzas y salud. La presión regulatoria en banca, seguros y mercados de capitales empuja a reforzar las inversiones en cumplimiento normativo y ciberseguridad. En paralelo, la sanidad europea se enfrenta a una transformación estructural: los seguros de salud privados crecen en países como el Reino Unido ante las deficiencias del NHS, lo que eleva la demanda de plataformas digitales escalables y seguras.
En el caso de ciencias de la vida, asegura la firma, la nube será clave para capitalizar los grandes programas de I+D en terapias avanzadas, apoyados en financiación comunitaria y en la digitalización de los procesos de descubrimiento de fármacos. IDC anticipa que solo el gasto cloud de las aseguradoras sanitarias crecerá un 25% en 2026, reflejo de la urgencia en atender la demanda ciudadana.
Acuerdo en semiconductores
El telón de fondo de este auge de la nube pública en Europa es el reciente acuerdo arancelario entre la UE y Estados Unidos, que fija un techo del 15% para los semiconductores y compromete a Bruselas a comprar chips de inteligencia artificial fabricados en suelo estadounidense. Si bien este pacto busca aportar certidumbre a las cadenas de suministro críticas, también pone de manifiesto la creciente dependencia tecnológica europea de Washington en el terreno del hardware, en contraste con la autonomía que el Viejo Continente mantiene en el plano del software y los servicios en la nube.
La paradoja es evidente: mientras Europa cede terreno en semiconductores y asume compromisos de importación que benefician sobre todo a los fabricantes norteamericanos, en el ámbito de la nube las cifras revelan una resiliencia propia. IDC señala que, pese a la amenaza de nuevos aranceles y a la volatilidad geopolítica, las inversiones en cloud seguirán creciendo a doble dígito, impulsadas por la presión regulatoria en sectores como finanzas y salud, y por la aceleración de proyectos de inteligencia artificial.
En este sentido, el gasto en nube pública aparece como el contrapeso europeo frente a las concesiones en chips: un terreno donde las empresas locales mantienen un margen de maniobra mayor y donde el mercado interno sigue siendo motor de transformación digital. La capacidad de la UE para equilibrar estas dos dinámicas —dependencia en hardware, autonomía relativa en servicios digitales— marcará buena parte de su estrategia de soberanía tecnológica en los próximos años.